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¡Vamos, déjame ayudarte con las bolsas. No es justo que tu las lleves todas cuando yo también voy a comer de lo que hay en ellas!¡Lalisa!-chillé golpeándo su espalda intentando llamar su atención, mas solo me ignoró hasta estar frente a la puerta; se detuvo y me miró torciendo la cabeza–¿Qué quieres?

¿Podrías tomar la llave de mi bolsillo y abrir la puerta? Por favor-sonrió disipando la molestia que me había ocasionado con lo de la compra. Le sonreí de vuelta, avergonzada de tener sus ojos sobre mi persona. Saqué el llavero con cuidado de no tocar nada indebido, y entramos a la casa unos segundos después de que pude controlar el temblor de mis manos y meter la llave en la cerradura–Espero que aún esté en pie tu oferta de ayudarme a preparar la cena-comentó vaciando sus manos sobre la isla de la cocina–Oh Rosie ¿no serías tan mala como para dejar que me encargue de todo sola, verdad?-sonrió derribando las pocas defensas que había logrado levantar contra sus encantos, ¿por qué nadie me advirtió que puedes terminar perdido en una sonrisa, en un gesto, en una simple mirada, en otra persona?¿por qué nadie te enseña que en algún momento de la vida llegará alguien que te puede elevar en un santiamén y ni siquiera serás conciente de los riesgos que corres? o mejor dicho, no te importarán en absoluto.

–Debería hacerlo, pero como soy buena chica cumpliré mi palabra-contesté lavando mis manos y colocádome el delantal que habíamos comprado: es de color blanco con rosas azules. Lisa insistió en comprarlo ya que solo tenía uno en casa y no quería que me manchara la ropa, diciendo que lo podría dejar aquí para utilizarlo las veces que viniera y quisiera ayudarla–¿Te vas a quedar ahí parada mirándome o comenzarás tu parte de una vez?-ya había acomodado todos los ingredientes que necesitaríamos sobre la isla y ella seguía mirándome sin moverse de su lugar y me había empezado a incomodar un poco. Asintió lavándose y poniéndose el delantal–Corta los vegetales y la carne en lo que yo hago la masa y la salsa, y por favor primero los tomates-terminé las instrucciones y cada una se puso a hacer lo correspodiente; se podría decir que la tensión entre nosotras desapareció cuando en un descuido ensucié mi rotro con harina de la que estaba utilizando y ella se rió de mi, me cabreé y le tiré un poco a ella también, no hace falta decir que luego todo comenzó a volar de un lado a otro de la cocina. Reimos hasta que el dolor en nuestros abdómenes nos detuvo y por primera vez agradecí ser tan patosa y desordenada a la hora de cocinar.

–Lo tengo que decir, la lazaña te quedó increíble-«nos quedó, ambas la hicimos» corregí recogiendo mi plato y dejándolo en el fregadero, ella me imitó quedándose de pie a mi lado–puede ser, pero el toque mágico se lo diste tú, no puedo esperar para que lo volvamos a hacer. Me gusta compartir contigo algo más que clases-la sangre se acumuló en mis mejillas obligándome a ocultar el rostro entre mis cabellos–¿Yo lavo y tú secas?-inquirió al cabo de unos segundos; concordé tomando el paño. Casi habíamos terminando cuando el celular de Lalisa comenzó a sonar indicando que estaba entrando una llamada–Es mi madre ¿me disculpas unos minutos?

–Claro, yo termino aquí no te preocupes-contesté y la vi desaparecer por la puerta que da a la terraza. La brisa se coló en la habitación y sonreí de forma inconciente; todo sería perfecto si se mantuviera así, si viviéramos juntas, si nos peleáramos para cinco segundos después estar riendo como si la vida dependiera de eso, cenar todas las noches en su compañía y terminar el día a su lado, de la forma en que decidamos. Limpié una lágrima escurridiza luego de secarme las manos; me recosté a la meseta observándola reir por algo que su madre le dijo, la luna iluminó su perfil y me sentí completa; puede que las cosas no se queden así para siempre, pero no hay nada malo en disfrutar de esta ilución mientras dure ¿cierto?

Se emocionó muchísimo cuando le dije que habías aceptado acompañarnos en la fiesta, y ni hablar de cuando se lo contó a mi abuela, prácticamente le arrebató el celular de las manos para atacarme con preguntas. Además dice que te hará llegar el vestido que quiere que uses, creo que es algo especial o algo así, y te lo advierto de una vez, no intentes negarte porque fracasarás seguro-habló entre risas mi acompañante regresando a la estancia al mismo tiempo que gesticulaba exageradamente, seguramente imitando a sus mayores–Bueno ya; ¿qué te parece si vemos una película para darle fin a este maravilloso día como se lo merece?-propuso dejando el móvil en una de las gavetas de la gran cómoda–Para que no nos molesten, las únicas personas con ese derecho ya llamaron así que la noche será solo para nosotras-sus palabras resonaron una y otra vez en mi cabeza mezclando todos los significados posibles aún sabiendo el único que tienen.

–Elígela tú en lo que yo hago las palomitas-indiqué e inmediatamente me giré para registrar los estantes–Sé que las vi en algún lugar por aquí-resoplé revolcando todas las bolsas y frascos que ví.

Están de este lado-su voz me sobresaltó acelerando mi corazón, me entregó el paquete con una sonrisa y esta vez sí se dirigió a la sala. Vertí la mitad en una cacerola con un poquito de aceite y la puse en la estufa–¿¡Te gustan las de misterio y suspenso!?-preguntó desde su sitio.

–¡Sí!-respondí vaciando las palomitas en una fuente de cristal–¿¡Te gustan dulces o saladas!?-«¡¿Las palomitas? Dulces, si puedes también héchales caramelo de leche, hay un bote en el refri!» sonreí sin dientes haciendo lo que me pedía, realmente a mi también me encantan de esa forma, mamá siempre las prepara así–¿Qué película vamos a ver?

–La Doncella, es coreana y tiene muchos buenos comentarios-asentí dejando las golosinas entre ambas. Pasaron, no sé, alrededor de una o dos horas y aunque la trama es increíble y entretenida el esfuerzo del día comenzó a pasarme factura demaciado rápido, ni siquiera soy conciente del tiempo que tardaba en abrir los ojos después de pestañar.

Lisa, gracias por este día tan perfecto, aunque estando tú sería perfecto de cualquier forma-reí acomodándome mejor en su hombro–gracias por hablarle de mi a tu familia, no tienes ni idea de lo que eso significa para mi. Eres lo mejor que me ha pasado, Lalisa Manoban, te quiero.

My girl (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora