C U A T R O

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Me quede mirándole totalmente paralizada, notaba su peso sobre mis muslos, sus ojos asomaban entre sus mechones negros, su mirada era felina, como si estuviera viendo a una fiera hambrienta sobre su presa, un calor incesante subía por mi cuerpo, hasta mi cara que seguramente este demasiado roja

-Carlo...- dije en un suspiro -Yo...

-No pasa nada- se alejó de mi sentándose nuevamente en su sitio, yo me recompuse y le miré de mala forma

-Que se supone que ha sido eso- me levanté bastante desubicada, no entendía sus intenciones

-Cállate y siéntate aquí- abrió sus piernas y palmeo en el centro

- ¿Por qué haría eso? Idiota- según salieron esas palabras de mi boca, la tapé con mi mano rápidamente mirándole

- ¿Qué has dicho Helena? - me dijo con una ceja arqueada

-Nada- me senté de mala gana entre sus piernas

-Eso suponía pequeña- sacó una especie de regalo -Ábrelo

Lo cogí y apoyada en su pecho lo abrí, viendo mi libro, el que estaba roto, lo había arreglado, estaba como nuevo, aun con su característico desgaste

-Me sentí muy mal cuando lo rompí, no fue mi intención, bueno- sacó otro regalo envuelto al abrirlo, había el mismo libro, pero nuevo en una edición especial y única -No sabía que preferirías y pues el tuyo esta muy desgastado y compré otro

-Ósea has arreglado uno y me has comprado otro, siendo el mismo libro- levanté la mirada para ver sus ojos muy atentos a mis movimientos

-Si, el que no quieras, me gustaría tenerlo yo- le miré arqueando una ceja con gracia -Me gusta la historia, quiero terminarla, me quedé en una parte muy interesante

-Bueno entonces quédate con el mío, como si fuera un regalo

-Pero es tuyo Helena

-Bueno y todo esto- dije señalando alrededor -Es tuyo

-Bueno y todo esto- cogió mi mano señalando todo, incluso a él mismo- Es tuyo pequeña- mis mejillas se pusieron rojas

Me sentía demasiado bien con él, notaba los latidos de su corazón en mi espalda, también podía apreciar la buena forma física que tenía

-Además- se separó de mi un momento poniéndose de rodillas delante de mi -Quería decirte otra cosa- de su bolsillo sacó una pequeña cajita - ¿Querrías casarte conmigo Helena?

Yo me quedé asombrada mirándole con la boca abierta, sus ojos estaban titilando debido al nerviosismo, realmente esta esperando una respuesta sincera

-Carlo... apenas nos conocemos y no tenemos una relación como tal...- no sabía que decir que hacer- Ni siquiera nos hemos besado y ya me voy a convertir en tu esposa, en una reina y eso realmente me aterra

-Helena, te conozco desde que tengo 10 años, desde tu presentación a la sociedad, te veía en cada baile y siempre te veía triste, sola, callada y eso me partía el alma en pedazos, siempre que iba veía esos ojos tan azules, apagados, ni siquiera me miraste alguna vez, siempre estabas ensimismada, pasaron los años y las pocas veces que no te vi apagada, fue cuando leías este libro, eras tan pequeña y ver cómo te trataban se me hacía insoportable y cuando en tu palacio tu padre te levantó la mano quería matarlo

-Carlo...- tenía algunas lagrimas cayendo por mi cara, él tenía los ojos cristalizados

-Helena, déjame cuidarte, no tienes que corresponderme, solo quiero protegerte y darte una vida buena y que seas feliz, eso es lo único que quiero, así que por favor déjame quererte

En los brazos del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora