D I E C I S E I S parte1

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Nuestros labios se unieron haciendo que su cuerpo y el mío estuvieran en una perfecta sintonía, la mano de Carlo se deslizó por mi vestido haciendo que me estremeciera, mientras su otra mano se dirigía a mi parte baja, en busca de mi placer, cuando por fin se separaron nuestros labios debido a un pequeño gemido que salió desde el fondo de mi garganta, podía escuchar su respiración acelerada, ansioso de mí, me miraba con un brillo que hacía que mi pecho se estremeciera, me levantó y me volvió a sentar en el trono, poniéndose delante de mi

Intenté tomar la iniciativa, fui a desabrochar su cinturón pero se me hizo más complicado de lo que pensaba, él me miró con toda la ternura del mundo y me ayudó, haciendo que me sonrojara, pero yo apenas podía apartar la vista de lo que mi rey tenía en sus pantalones, mi mano fue directa a atender esa parte, soltó un gruñido de placer mientras podía ver como tiraba su cabeza para atrás, quitó mis ropas lanzándolas al suelo sobre la alfombra y como hizo eso con las suyas, me extendió su manos para que me levantara, pero todo se volvió mas excitante cuando me agarró de las caderas y me sentó sobre él, haciendo que nuestras intimidades desnudas se tocaran sin pudor, cada roce era una delicia

-Mi dulce reina- susurró en mi cuello antes de mordérmelo, no pude evitar que un jadeo saliera de mi ser -Eres perfecta, mi esposa- no dejaba de morder y besar mi cuello y clavículas, mientras sus manos se paseaban por cada centímetro de mi cuerpo desnudo

Yo solo me dejaba llevar, apenas podía tener un segundo de coherencia, no dejaba de moverse para que su miembro se rozara a cada segundo con mi punto de placer, podía verle sonreír con gracia al verme desecha de placer por él, sus manos pronto fueron a mis pechos y seguido a mis pezones para rozarlos haciendo que mi interior se sacudiera entre sus manos, mis manos por otro lado no se separaron de sus hombros donde ya había dejado varias marcas, el movía sus caderas para hacer el roce todavía mas placentero, yo apenas podía reaccionar ante tanto placer, mi cuerpo temblaba y una presión deliciosa se hizo presente en mi bajo vientre, todo explotó cuando su lengua pasó lenta pero firmemente sobre uno de sus pezones

-Carlo...- soló pude gemir antes de desplomarme encima de él

-Esto no ha terminado cariño- me dio un salvaje beso antes, de levantarse conmigo y tumbarnos en la ropa que habíamos tirado antes -Estas tan mojada mi reina, esto lo vas a sentir delicioso

Sin previo aviso fue metiendo su miembro en mí, todo fue fácil, yo solo podía gemir al igual que él, hasta que al final entró por completo en mi interior, soltando un gruñido y volviendo a devorar mis labios, se movía lento pero cada movimiento para mi era una tortura, no me molestaba, no dolía, era simplemente placer

-Estas tan apretada mi pequeña- me susurró Carlo al oído mientras me penetraba y sin pensarlo alcé mis caderas para hacerla aun mas profunda, consiguiendo que soltara otro gruñido -Me vuelves loco- seguimos moviendo nuestras caderas al mismo ritmo

Esas fueron sus únicas palabras, comenzó a penetrarme aun más fuerte, aun más rápido, yo solo podía gemir y temblar ante el inmenso placer que este hombre me causaba, sus leves gemidos se convirtieron en gruñidos y sus movimientos cada vez eran más irregulares y cuando al final nuestros cuerpos llegaron al clímax

Carlo cayó rendido sobre mí intentando que nuestras respiraciones se calmaran, se tumbó a mi lado para atraerme y tumbarme en su pecho no dejaba de besarme y acunar mi cara, con las pocas energías que teníamos, cogió mi bata y tapó mi cuerpo desnudo con ella

-Mi futura reina- me dio un delicado beso mientras arrullaba mi cuerpo con el suyo

-Te quiero- solté en un leve susurro

- ¿Por qué dices eso?

-Porque aun haciendo... esto- me daba demasiada vergüenza decirlo literalmente -He sentido en cada roce en cada beso que me amas

-Claro que te amo

- ¿Por qué me amas?

-Es tan sencillo y difícil de explicar, no ves lo que yo veo en ti, no tienes idea de cómo me haces sentir

-Yo siento que eres mi lugar seguro, nunca había sentido lo que es que tú me haces sentir, que alguien me proteja y mucho menos que alguien me quiera

-Helena, eres mi corazón, eres la luz que me ilumina todos los días, me levantó cada día hastiado de mi obligaciones, y es verte a mi lado en la cama y me siento feliz o cuando te veo mirando la luna, pero yo no puedo dejar de mirarte a ti o cuando estas en el jardín leyendo un libro, me transmites tanta tranquilidad, que solo quiero dejar de hacer lo que sea que estoy haciendo para ir a tumbarme en tus piernas y que me leas- sus manos en ningún momento pararon de darme caricias en mi espalda

Notaba como mi corazón se inflaba con cada respiración, como podría explotar de la emoción que me hacían sentir sus palabras

-También cuando te veo cambiándote en el cuarto, me gusta mucho ver tu cuerpo...- le di un manotazo en el pecho

- ¡Carlo! - él se rio

-Eres lo más bonito que he visto en toda mi vida


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La historia volverá a coger su rumbo habitual y espero que os gusteOs dejo la primera parte para no dejaros tanto tiempo sin actualización, así que intentare subiros la segunda parte lo más pronto posible

En los brazos del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora