D I E C I S I E T E

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Cuando salimos del castillo, un escalofrío recorrió mi espalda, las luces del pueblo brillaban a lo lejos, como pequeñas estrellas en la oscuridad

-Lo hemos conseguido- Lidia dio un pequeño saltito de victoria, nosotras nos giramos asintiendo

Caminamos rápido, pero sin llamar la atención, manteniendo nuestras cabezas gachas y nuestros pasos ligeros, la emoción se apoderaba de nosotras a medida que nos acercábamos al bullicio y la música que provenían del centro del pueblo

La plaza principal brillaba con luces y los olores de deliciosas comidas llenaban el aire, nos metimos entre la multitud, emocionadas por la noche por delante, nos acercamos a un grupo de jóvenes que bailaban con entusiasmo alrededor de una fogata. Lidia, siempre la más atrevida de las tres, se unió al círculo de baile sin pensarlo dos veces, Claudia y yo la seguimos, riendo y saltando al compás de la música

Por primera vez en mucho tiempo, me sentí como una chica normal, sin cargas, sin miedo

Pronto nos cansamos y nos acercamos a los barriles con varias bebidas, Lidia era nuestra guía en todo esto, la que no había crecido ni vivido en la corte, ella nos enseñaba

- ¡Tres cervezas por favor! - la escuche gritar por encima de la música al barrilero

-¡Marchando!- gritó de la misma manera, pronto el mismo hombre, amigable y con un gran bigote se giro con tres jarras de cerveza en la mano -¡Disfrutad!- dejo las jarras y luego se fue a otro lado

Lidia las cogió con maestría y nos hizo un movimiento de cabeza para que la siguiéramos, nos sentamos en una de las largas mesas que había en la plaza, estaban llenas de gente, pero encontramos un hueco para las tres

Ellas dos empezaron a hablar, yo simplemente me deje llevar por la música tocada por esa gran banda, seguramente la pediría para alguna fiesta, mi mirada se alzó viendo el castillo de fondo y los preparativos de mi coronación, respire hondo y miré al pueblo, a mi pueblo disfrutando, nunca pensé en ser importante, pero las vueltas de la vida me han hecho, muy importante

- ¡Helena!- volví a la conversación cuando Lidia me gritó

- ¿Qué pasa? – las miré confundida mientras Lidia me ofrecía la jarra con una sonrisa

-Esto es lo que bebemos la gente mortal, mi reina

-Shh- chistó Claudia sobre la voz de Lidia

-Tranquila, con el ruido que hay nadie se va a enterar, bueno esto es lo barato que bebemos, cerveza, no es tan refinado como el vino

Las tres brindamos las jarras, mojándonos con la cerveza entre risas y la probamos, el sabor de la cerveza era una sinfonía de matices que danzaban en mi boca, despertando cada uno de mis sentidos, al primer sorbo, mi lengua fue acariciada por una suave y fresca efervescencia, que se extendía delicadamente, como pequeñas burbujas de alegría, despertando mi paladar

Luego, el amargor sutil y equilibrado se deslizaba lentamente por mi lengua, dejando un rastro de notas herbales y terrosas. Era como si los campos verdes y serenos de lúpulo se manifestaran en cada pequeño sorbo, el amargor no era abrumador, a medida que la cerveza fluía por mi garganta, un sabor ligeramente dulce y maltoso se revelaba

-¿ Acabas de decir todo eso?- comentó Lidia mirandome, no podía creer que lo hubiera dicho en voz alta

-Lo leí en un libro- empecé a reirme, ellas me siguieron a los pocos segundos
 
Seguimos bebiendo y contando historias de cuando eramos pequeñas había encantado dos amigas cosa que nunca pensé que suceria, mi destino era casarme con un hombre con algo de dinero, ser su esposa, partir sus hijos y un bonito adorno, nunca imaginé tener amigas

En los brazos del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora