POV CARLO
Conseguí, entre caricias besos y paradas apasionadas por las paredes del castillo llegar a nuestra habitación, no podía esperar a tenerla en todos los sentidos, notaba su respiración acelerada en mi cuello, su cuerpo ardía y sus manos se habrían camino por todo mi cuerpo, ansiaba demasiado tocarla
Entramos y ella se quedó mirando la habitación, varias velas y pétalos de flores adornaban nuestro dormitorio, haciendo un ambiente delicioso
–Carlo...– yo me puse detrás de ella, mientras observaba la habitación yo me deshacía de mi corbata, me acerqué a ella y posé suavemente mis labios sobre su hombro desnudo, noté como se encogió por mi roce –Es precioso– su voz sonaba algo nerviosa, dejé la corbata sobre la mesa
–Poco me parece para todo lo que te mereces– ella volvió a unir nuestros labios
Cerré la puerta de la habitación con fuerza, nos tiramos en la cama y seguimos en nuestra batalla de besos, sin descanso, no me daba tregua, mi pequeña me ansiaba, tanto como yo a ella
Se encontraba debajo de mí, con el pelo revuelto, ya no lo llevaba recogido, sus cabellos rubios se extendían sobre su cabeza, su pechos asomaban por encima del escote del vestido y podía verlos subiendo y bajando agitadamente, me quité la camisa, no pude evitar soltar un suspiro al sentir sus suaves manos sobre mi pecho, acariciándome tan lentamente que me parecía la peor tortura del mundo, fui a su cuello a darla suaves y mojados besos, sus pequeños jadeos hacían que me pusiera tan duro que me dolía, dolía como un infierno y ella era lo único que podría calmarme
Mis manos recorrían su figura, en ese precioso vestido, todavía podía verla entrando a la capilla con el puesto, agarré los cordones del corsé para desabrocharlo y dejar al aire esos dos precioso manjares que tanto anhelaba, agarré suavemente uno de sus pechos mientras el otro lo metía en mi boca, sus jadeos pronto se hicieron más notorios, más ruidoso casi convirtiéndose en gemidos
Podía notar como se retorcía debajo de mí pero, aun así, con sus gemidos y su notaría predisposición, notaba como algo no iba bien, no buscaba más de mí, solo seguía el ritmo que yo había marcado, sus caderas no hacían en vaivén que tanto adoraba como en nuestros otros encuentros, algo no iba bien, miré sus ojos y estaban rojos, inmediatamente me separé de ella sentándome en la cama
–Pequeña ¿Qué ocurre? ¿He hecho algo mal? ¿Estas molesta? – me preguntaba qué había pasado, que pensaba ella, porque no me había pedido que frenara o parara, pensaba en todo lo que ella había vivido y no había considerado lo delicado que este momento podría ser para ella, estaba abrumado, mi cabeza pensaba mil cosas a la vez hasta que mis pensamientos se callaron al notar su mano en mi mejilla
–Carlo, está bien, tú no ha hecho nada malo, es que yo... – Se giró dándome la espalda y abrazándose –Olvídalo, no tiene importancia, vamos a seguir
–Helena no pienses que no me doy cuenta, no estas bien, no estas cómoda y ni por un momento pienses que voy a hacer algo así, es nuestra noche, quiero escucharte y arreglar lo que sea que pase, pero para eso necesito que hables conmigo– pude ver como sus ojos se cristalizaban y me miraba igual que cuando tenía alguna pesadilla
–Toda mi vida mi hermano me ha amenazado con violarme, con hacerme cosas que no quiero ni recordar, las otras veces han sido distintas, pero sabiendo que hoy íbamos a hacer el amor, no sé, ha vuelto todo y no se como gestionarlo ni que hacer, te adoro, como me besas, como me tocas, pero es pensar en lo siguiente y siento que me bloqueo, no puedo evitar que me toques y sienta que no puedo controlarlo, que no voy a poder hacerlo
Yo la abracé contra mi pecho mi fuertemente, intentaba calmar mi respiración para no romperme frente a ella, quería ser fuerte y calmarla, pero yo solo notaba furia en mi interior, todo lo que ha tenido que sufrir y como ni aun alejándola ella tiene heridas profundas en su corazón
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En los brazos del Rey
RomansSiempre me enseñaron a estar callada y recta detrás de mis padres y que nunca interviniera en sus asuntos, incluso si esos asuntos eran mi futuro Yo no era nada ni nadie, mis padres eran unos reyes, crueles con todo el mundo incluso con su unica hij...