Estaba detrás de mis padres, como siempre, callada, sin poder decir una sola palabra, los duques entraban en la sala y me miraban con una mirada lasciva que me aparecía ciertamente asquerosa, pero solo podía estar quieta y sonreír, cuando cada uno de esos hombres se acercaba a mí y me acariciaba, diciéndome halagos que supongo para ellos, son buenos, yo solo quería llorar y salir corriendo, pero será aun peor si hago eso
-Su hija es ciertamente hermosa mi señor
-Si lo es, que ofrece por su mano
Era un señor de unos 50 años, se relamía mientras me acariciaba el pelo
-Puedo ofrecerle una buena suma de dinero- tiro un poco de mi pelo haciéndome daño
-Duque Marrington, no creo que usted tenga el dinero suficiente para pagar a mi hija
-Bueno soy el que más dinero ofrece- tiro muy fuerte de mi pelo arrancándome un mechón de mi pelo, haciendo que las lágrimas cayeran por mi cara, aunque mi semblante continúo siendo el mismo, serio si emociones
Estaba totalmente aterrada de irme con cualquiera de esos hombres, de que se convirtieran en su esposa y mi vida quede en sus manos, mi mente volvió a la realidad cuando mi hermano entro en la sala real con una carta con un sello bastante curioso, mi padre lo cogió y al darle un vistazo me miró fríamente
-Hija vete a tu cuarto tengo que debatir ciertas cosas
Me separé poniéndome frente a mis padres, hice una reverencia y cuando fui a salir mi hermano habló
-Yo la acompañare a su cuarto
-No- dije rápidamente y sin pensar, ganándome una mirada horripilante de mis padres
-Cállate estúpida- dijo mi hermano agarrándome del brazo y sacándome del salón -Cada día eres más estúpida, maldita niñata- me dio un bofetón haciéndome caer contra la pared de roca
Solté un pequeño quejido y me agarré la parte donde me había golpeado, las lágrimas caían por mis mejillas ya sin poder retenerlas
-Eres tan insoportable- volvió a cogerme del brazo arrasándome mientras yo sollozaba, cuando llegó a mi habitación me tiró dentro encerrándome
Me arrastré hasta mi cama, quedando en los pies, agarré mi piernas pegándolas a mi pecho, me dolía tanto todo el cuerpo, esa misma mañana mi madre me había dado una paliza, estaba tan cansada de la mísera vida que tengo
Desde que nací, lo único que he tenido ha sido esta habitación, reglas y palizas diarias cada día desde que tengo uso de razón, no les hago falta, nací mujer y ya tienen un hijo varón que subirá al trono y yo una hija a la que odian y necesitan deshacerse de ella, miré mi ventana con rejas, estaban allí desde que intente lanzarme hace unos meses, al igual que toda mi habitación, donde todos los muebles estaban redondeados y sin nada afilado, no me querían pero me necesitaban, iban a venderme, necesitan el dinero y dejar a su querida hija en una buena posición, cabe decir que tenían muchas deudas y necesitan solventarlas conmigo
- ¿Cómo puedes ser tan estúpida? - mi padre entro furioso dándome una bofetada
-Ese hombre me arrancó un mechón de pelo
- ¿Te crees que eso nos importa? Me tienes tan cansada- mi madre se sentó en mi sillón, se cogió el puente de la nariz -Tienes que buscar marido y quejándote, llorando y hablando no lo vas a hacer
-No quiero a ninguno de esos de marido- se acercó a mi con una sonrisa y me agarró del pelo tirándome al medio de la habitación, dándome una fuerte patada en el estómago
-Ahora cállate
-He tomado una decisión, mañana te presentaremos a tu futuro marido y te iras por fin

ESTÁS LEYENDO
En los brazos del Rey
RomanceSiempre me enseñaron a estar callada y recta detrás de mis padres y que nunca interviniera en sus asuntos, incluso si esos asuntos eran mi futuro Yo no era nada ni nadie, mis padres eran unos reyes, crueles con todo el mundo incluso con su unica hij...