D I E Z

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-Helena vamos a casarnos, es normal que vengan a conocerte

-Pero no me has dicho nada, no puedes hacerme lo que me has hecho y soltarme esa bomba- me crucé de brazos

-Pues bien, que te ha gustado- se levantó de la cama dejándome ver su bonito trasero -Vamos a ducharnos, no te enfades- se acercó a darme un beso, me cogió en brazos y me llevo a la ducha

-Eres un idiota- me agarró por la cintura pegándome a la ducha

-Te encanto- me mordió el moflete

Nos dimos una ducha, yo no estaba muy cómoda con esta situación, no se como serían sus padres y me daba miedo la impresión que vaya a darles, estaba tan preocupada que me quedé parada delante del armario mirando la ropa, Carlo ya se había puesto la camisa y un pantalón negro, se estaba poniendo los zapatos cuando me miró

-Oye ¿estas bien? - se acercó tocándome el hombro

-Supongo, no se cómo les caeré ¿Por qué? No me lo has dicho antes

-Digamos que no quería que vinieran- se rascó la nuca -No sé cómo explicarlo la verdad, cenemos y se irán ya está ¿de acuerdo?

-Bueno esta bien- suspiré derrotada -Me ayudas a elegir que ponerme

-Claro mi reina- me pasó un vestido azul -Este te va a quedar estupendo

- ¿Tú crees?

-Por supuesto, lo elegí yo

[...]

- ¿Lista?

-No

-Pues sonríe y asiente- me agarró de la mano, mientras entrabamos en el salón

-Hijo- vino corriendo una señora, empujándome para abrazar a Carlo

-Hola mama- la abrazó

-Señorita Helena, encantada- un señor mayor idéntico a Carlo se acercó a mi

-Mucho gusto Señor...

-Eduardo y esta es mi mujer Catalina

-Hola niña- me dijo de mala manera la señora

-Encantada- intenté forzar una sonrisa, Carlo lo notó enseguida

-Bueno padres, ya conocéis a mi prometida Helena

-Bueno muy simple, esperaba alguien como Ana- dijo su madre sin siquiera mirarme

-Mama...- intentó callarla Carlo, se veían sus pocos ánimos en la mirada

- ¿Que? Es la verdad, una buena duquesa y no comprar a una mujer

-No la he comprado, es la princesa de...- no le dejo terminar

-De un reino sin importancia, entonces ella tampoco la tiene

-Catalina es sufriente- habló su padre bastante molesto por la situación

-Oh querido no pasa nada, no creo que se moleste ¿verdad niña? Vamos a cenar

Todos en silencio siguiendo a la señora entramos en el salón para cenar, una comida extraña que no había visto nunca, me senté frente a ella, menos mal a mi lado estaba Carlo, comenzamos a cenar y yo, estaba como en mi casa, no aquí sino en mi antigua casa; callada y sonriendo, Carlo intentaba meterme en la conversación, pero su madre todo el rato me faltaba el respeto, haciendo que ya permaneciese callada

-Bueno y tu querida, que bien ¿no? vas a ser una reina, aunque estaban vendiéndote como esclava

-Catalina, no creo que le guste que la recuerden eso

En los brazos del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora