Q U I N C E

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Me levanté de la cama demasiado cansada, ayer fue un día demasiado intenso

Estoy casada y ayer Carlo...

Mis manos se fueron a mi cara para taparla, solté un pequeño grito, ante los recuerdos notaba como mi cara se ponía roja de la vergüenza, me giré en la cama, pero Carlo ya no estaba en ella, me levanté confundida, en la mesa encontré un ramo de mis flores favoritas y una nota con su fabulosa letra

"He tenido que atender un asunto de urgencia, no quería despertarte, siento no estar ahora mismo a tu lado.

Tu esposo, que te adora"

Terminó firmando con un pequeño corazón, cosa que hizo queme derritiera por dentro, este hombre era demasiado tierno cuando quería

Me vestí y decidí salir del cuarto, pero Anthony estaba fuera esperándome

– Buenos días, Anthony ¿qué pasa?

– El rey esta reunido con algunos duques, entre ellos el archiduque Pablo

– Bien, iré a desayunar– él me frenó y me dio un pequeño botecito

– ¿Qué es esto?

– Maquillaje, el rey ha dejado algunas marcas en su cuello– yo le miré horrorizada y giré para mirarme en el espejo, tenía el cuello lleno de marcas moradas, Anthony se echó a reír ante mi cara

– Anthony, como te sigas riendo te despido– le miré seriamente

– Si, si, pero vete a taparte eso– se alejó de mi moviendo la mano

Este hombre cada vez me caía mejor, era cercano y amable

Me tapé rápidamente las marcas y me fui hacia la cocina, estaba muerta de hambre, cogí un plato con algo de bollería y un zumo, estaba por los pasillos dirigiéndome al jardín cuando vi a los duques y a Pablo, estaban entrando en una sala, Pablo me vio he iba a ir a saludarlo, pero me negó con la cabeza

Cuando todos entraron a la sala yo me acerqué y fui a la sala de al lado, el palacio estaba hecho para que algunas salas se pudieran escuchar desde la contigua y a mi eso me venía demasiado bien ahora mismo, cuando entré estaba Carlo allí sentado y nos quedamos mirándonos con gracia y culpa, por ir a espiar

– ¿Qué haces aquí?

– Desayunar– dije mostrándole el plato, mentira venía a cotillear

– Eres una mentirosa– me miró cerrando un poco los ojos, pero a la vez sonriéndome

– Puede– imité su mirada – Pero yo tengo bollos y tú no– le saqué la lengua

– Si me das uno te dejo quedarte

– Trato– me senté encima de él dándole un delicado beso, el me abrazó y me acomodó en su regazo

– Buenos días esposa, siento no haberme quedado en la cama y más con lo que paso ayer y...– yo le metí un bollo en la boca para callarlo

– No pasa nada, ahora come, seguro no has desayunado– tenía una mala manía de no desayunar, solo tomaba café hasta la hora de la comida – Dime que pasa, ayer ha sido nuestra boda ¿no pueden dejarnos descansar?

– Me han llamado esta mañana con que tenían asuntos que debatir entre los duques y luego exponérmelos, esta mi primo y alguien que no me gusta, mi hermano– yo me atraganté con el bollo

– ¿Tienes un hermano?

– Si, de tu edad, no vino a la boda porque es el perrito faldero de mi madre, es el archiduque de su capital, viven los tres juntos

En los brazos del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora