D I E C I N U E V E

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Toda la plaza estaba repleta de gente, se veían banderines y decoración de flores, mis flores favoritas, esculturas y había banderas colgadas por todos lados, me quedé en shock por unos momentos, todos estaban expectantes mirándome

Carlo estaba a mi lado, sosteniendo mi mano, me miró a los ojos y me sonrió, mis nervios bajaron un poco, habíamos ensayado este día, mil veces, estaba realmente emocionada, podía ver mi hermosa corona en el pedestal junto al trono que ocuparía yo, a su lado el trono de Carlo, grande e imponente

Mi vestido precioso vestido azul, con hilos dorados, brillaba con la luz del sol, me sentía hermosa, mi pelo rubio fue peinado en finas ondas y caía por uno de mis hombros

El rey no dejaba de mirarme con una pequeña sonrisa pícara, el llevaba un traje del mismo azul que mi vestido y una capa, no quería apartar la mirada de mi rey, pero necesitaba acordarme de absolutamente todo, tenía que estar concentrada

-Estas preciosa- me susurró Carlo de forma cálida en el oído

-Carlo no me distraigas- una de sus manos fue de mi espalda baja a mi trasero, lo que hizo que me pusiera aun mas nerviosa

-No te preocupes, es solo una formalidad, tu ya eres una reina- me dio un suave beso en la mejilla, sin importarle la gente a nuestro alrededor, luego se desprendió de mi y fue junto a los tronos para esperarme

Nuevamente miré al frente para ver a todos lo que se habían congregado en la plaza frente al castillos, miles de personas, tragué saliva al verme abrumada y busqué la mirada de Carlo que me dio una gran sonrisa y un gesto con la cabeza para que avanzara hacia el maestro de ceremonias

-Señora Helena, esposa de nuestro rey Carlo, jura serle fiel al reino, pelear por él y por la causa de nuestro rey, promete cuidar de nuestro pueblo y protegerlo de todo mal, promete que recordéis vuestra responsabilidad como líder de vuestro pueblo

-Lo prometo dije con solemnidad-

-Que vuestra sabiduría y compasión guíen vuestros actos y decisiones, y que siempre tengáis en cuenta el bienestar de vuestros súbditos, espero seáis guía y consuelo para todos los aquí presentes

-Hare todo lo que este en mi corazón- concluí, me quedé de pie erguida

El maestro de ceremonias se acercó al pedestal cogiendo la corona y un pequeño báculo, mientras que Carlo a su lado cargaba con una capa igual a la suya, solo que mas refinada, cuando estuvieron en frente de mi me incliné ante Carlo y este colocó mi corona con sumo cuidado sobre mi cabeza, luego se dispuso a rodearme con cuidado y gentileza, estaba embelesada por sus movimientos y hoy estaba extremadamente atractivo, tenía el pelo peinado hacia atrás y dejaba ver perfectamente su cara, con suavidad paso la capa por mis hombros y la ato, su leve toque hacia que mis nervios desparecieran

-Lo estas haciendo a la perfección pequeña- me dijo en un lave susurro antes de volver a su trono, yo le sonreí en respuesta

El maestro de ceremonias se acercó de nuevo a mi entregándome el pequeño báculo, bendiciendo mi coronación

-Es un honor para mí estar aquí hoy para coronaros como reina, este es un momento histórico para vuestro pueblo y para el reino entero y a vosotros pueblo, os presento a vuestra reina ¡Helena!

La plaza empezó a aplaudir, vitorear, gritar y demás al pronunciar esas palabras, yo estaba emocionada viendo todo eso, como toda esa gente me ovacionaba, sin yo siquiera saber sus nombres, como me emocionó que de repente Carlo agarrara mi mano y me diera un gran beso, mientras el pueblo gritaba aun mas fuerte, al grito de "viva la reina"

-Eres la reina de mi pueblo y eres la reina de mi corazón- Carlo volvió a besarme, yo no podía dejar de reír ante las palabras tan sinceras de un hombre aparentemente tan serio

En los brazos del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora