DOCE

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Dado a mi estado de salud y que no quería dejaros sin capitulo he hecho uno mas cortito, espero que os guste


Sus manos recorrían mi espalda buscando quitarme la ropa con cuidado, me dolía todo el cuerpo, pero sus manos eran tan delicadas que apenas me dolía su roce, mis manos dolían muchísimo, pero aun así le buscaban, buscaban tocar cada milímetro de su cuerpo

–Te vas a hacer daño pequeña

–Necesito tocarte, déjame hacerlo

–Haz lo que quieras, pero no te hagas daño

Él se sentó en uno de los sillones dejándome verle, me fui quitando muy lentamente la ropa, su mirada era penetrante y ardiente, cuando quedé solo en ropa interior fui frente a él para sentarme encima suyo, me recibió abrazándome por las caderas, estas se movían involuntariamente encima de él, su agarré se hizo más fuerte, haciéndome soltar un pequeño grito de dolor

–Para Helena, te estás haciendo daño– yo hice caso omiso y seguí moviéndome –Helena...

–Carlo te necesito, te quiero entero

–No– me apartó suavemente – ¿Qué te pasa?

–Nada– bajé la mirada –En mi sueño estabas con Ana y yo...

Me agarró la cara entre sus manos con cuidado, se acercó a mi uniendo nuestras frentes, fue entonces cuando yo pude respirar de verdad y relajarme

–No necesitas tener relaciones conmigo para afirmar que soy tuyo– cogió mi mano en el que estaba el anillo de compromiso –Esto significa que soy tuyo, no necesitas demostrar nada y en tres días vamos a casarnos y entonces seré tuyo en todos los sentidos

–Y yo tuya– le miré a los ojos –Siento que no soy suficiente para ti, que no demuestro lo que siento que...

–Shhh ya esta pequeña, eres todo lo que quiero y lo que nunca busqué, pero he encontrado y no pienso soltarte, me demuestras tu amor a tu manera, con tus caricias, con tu preocupación y cada uno de los gestos que haces, no necesitas demostrarlo de otra manera y mucho menos así, Helena no quiero tu cuerpo, te quiero a ti

–Pero yo quiero abrazarte, quererte, besarte y todo lo que siento, pero nunca he sentido esto, nunca nadie me ha cuidado o querido y no sé cómo demostrártelo

–Me lo demuestras todos los días cuando amaneces a mi lado y me sonríes

Estaba comenzando a llorar, Carlo al darse cuenta me abrazó con fuerza y yo hice lo mismo, estaba cansada y me dolía todo, pero de verdad quería enseñarle todo lo que significa para mí, se levantó conmigo y me puso en el suelo, con cuidado me ayudó a vestirme delicadamente

– ¿Qué quieres hacer? – yo le miré y le di un dulce beso, me sonrojé pues era la primera vez que yo le daba un beso porque si, él me miró con su hermosa sonrisa, me quedé mirando como asomaban sus colmillos que tanto me encantaban

Miré hacía arriba, adoraba esta pequeña zona que había construido para mí, todo el techo era de cristal y se veía perfectamente a luna y las estrellas, sin pensarlo mucho, me senté en la alfombra bajo nuestros pies, tirando de su mano para que también se sentara, me estaba dejando hacer, era como un muñeco, me eché un poco para atrás apoyando mi espalda en el sillón y colocando su cabeza en mis piernas

–Podemos ver las estrellas– dije empezando a acariciarle su pelo, era tan suave y sedoso, sus mechones negros se escurrían entre mis dedos

–Me parece perfecto pequeña

Y así nos quedamos los dos en silencio viendo las estrellas y la luna llena, disfrutando de nuestra mutua compañía, de vez en cuando veía como me miraba por el rabillo del ojo, lo que me parecía tan tierno, con todos se veía tan serio y imponente, pero conmigo era todo lo contrario, era tierno y cuidadoso

–Llevo toda mi vida viendo la luna, es lo único que me acompañaba en las noches, cuando curaba mis heridas y rezaba porque nadie entrara por la puerta de mi habitación, tú ahora eres como mi luna, siempre estás ahí, aunque no te vea y me cuidas por las noches y brillas tienes un brillo espectacular que me deja embobada, estoy deseando casarme contigo y aunque apenas te lo diga te quiero mucho, eres mi rey, te quiero mi amor– dije sin pensar, él se incorporó para mirarme fijamente

– ¿Mi amor? – me miró con una ceja alzada

–Bueno tu me llamas pequeña y un paso era ponerte un mote cariñoso, no se si te gusta o te parece bien, pero...

–Me encanta– me dio un beso dulce pero intenso, podía notar que cada uno de sus movimientos la ternura y el amor que sentía por mí y yo intentaba hacerle sentir lo mismo

Realmente era mi todo, por él estaba viva y por él estoy comenzando a vivir

En los brazos del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora