Capítulo 1

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Hoy es el tercer aniversario de mi matrimonio, pero nunca he conocido a mi marido. Sí, puede parecerte extraño. Me llamo Liz Navarro Andrade y tengo 21 años. En cuanto cumplí los 18 años, tuve que casarme con mi tutor, ya que perdí a mis padres cuando tenía 16 años, en un accidente de avión. Mi padre ya me había dejado un testamento por si les pasaba algo.

En el testamento decía que me casaría con mi tutor hasta los 25 años, mi padre quería que me licenciara, preferiblemente en derecho, ya que las empresas que tengo son todas de este ámbito. Sólo después de graduarme podría tomar las riendas del bufete y conseguir el divorcio.

Pero las cosas cambiaron. Mi tutor falleció poco después de mis padres. Tuvo un ataque al corazón, sí, a los 32 años tuvo un ataque al corazón.

Con eso las cosas cambiaron. Me casé con su tío, tenía 27 años cuando nos casamos.Divertido, ¿verdad? Su sobrino era mucho mayor que su tío. A mí también me pareció extraño. Pero, ¿qué demonios?

El día de nuestra boda, no lo ví.Simplemente envió los documentos a través de Bruno, el abogado que mi padre dejó para ayudarme. Firmé un documento que decía que estaba casada con Henry McNight, eso es todo.

Luego me mudé a una mansión, la casa era de Henry, era enorme, tenía dos pisos y un garaje, con varios coches. Había unos diez coches en ese lugar.

Llevaba tres años viviendo allí, sólo con el ama de llaves, Sandra. Tenía unos 50 años, piel negra, ojos marrones y algunos mechones blancos en el pelo. Ella era la que me cuidaba, la consideraba como una madre.

- Sandra.

- Hola Liz.

- ¿Puedes pedirle a Bruno que venga aquí? - Estábamos desayunando.

- Claro, pero ¿puedo saber por qué?

- Quiero mi divorcio. No puedo soportar estar casada con un hombre que apenas conozco.

- Cálmate, hija mía, sólo faltan tres años.

Nunca lo había visto, excepto por una foto que Sandra me mostró una vez.
Era rubio, alto, de ojos verdes, pelo castaño claro, y en la foto tenía la barba sin afeitar. Sí, definitivamente era guapo. Nunca se fijaría en una adolescente como yo, que acababa de cumplir 18 años.

-No Sandra, quiero vivir mi vida. Disfrutar de las cosas. -Dejó su taza de café y se limitó a observarme. -No puedo hacer nada de eso estando casada.

- Pero puedes, salir con tus amigos, disfrutar.

- Sra. Navarro. - Petter era mi conductor.

- Claro Petter, ya voy.
- Adiós Sandra. - Cogí mi bolso, le besé la frente y me fui a la universidad.

- Adiós chica.

Me llamaban por el apellido de mis padres, no me gustaba que me llamaran por McNight, no me parecía justo utilizar el nombre de un hombre que no conozco y al que nunca vi personalmente.

Los sirvientes de la casa, eran prácticamente mi familia, los consideraba así. De hecho, los trataba como si fueran mis padres.
Eran los que me hacían compañía. Petter y Sandra salieron durante un tiempo. Ambos estaban ya casados y habían sufrido demasiado, así que optaron por un noviazgo cuando se conocieron.

En los fines de semana eran ellos los que me hacían compañía. Y cuando Henry vino a NY se alojó en otro hotel.

***
En cuanto llegué a la universidad vi a Ana.

- Liiiiiz.

- Vamos. - Me tiró de la mano toda excitada. - Hay un nuevo profesor.

- ¡Vaya! Qué emoción.

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