Capítulo 14

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Me despierto temprano, me lavo la cara y salgo a correr, después de un par de horas vuelvo a casa y me ducho por un largo tiempo, tomo mi desayuno y voy a la universidad.

Tan pronto como llego, voy directamente al salon. Todas las estudiantes ya están empezando a suspirar.

Me doy cuenta que Liz todavía no ha llegado, su amiga pelirroja no deja de mirarme, solo le falta empezar a babear.

— ¡Buen día! — Todo el mundo responde. —No recuerdo el nombre de su profesora, la que daría las dos primeras clases, pero en fin, hoy no va a venir. -Parecían felices de no tener esta clase. — Seré su reemplazo, y la tercera clase será Derecho Civil.

Termino de hablar y escucho a alguien decir su nombre.

— Vamos, Liz. — Entra un chico seguido de ella.

¿Quién era ese mocoso? ¿Qué le estaba haciendo ella?

Nunca lo había visto en mis clases.

Entra corriendo y se sienta junto a su amiga pelirroja. Empiezan a susurrar, cuando decido llamar la atención de la dos, me sorprende.

— ¡Mierda! — Todos los ojos se vuelven hacia Liz, prácticamente grita.

— ¿Hay algún problema, señorita Navarro?

— ¡No, Sr. McNight!

Antes de seguir a clase, la chica pelirroja comienza a reírse sin control.

— ¿Quieres compartir algo con la clase?

— No... No... — Empieza a tartamudear,

— La próxima vez serán suspendidas.

Sigo con la clase, siempre tratando de quitar mi mirada de la de ella.

Las horas pasan, se terminaron las clases. Los estudiantes comenzaron a irse.

Como de costumbre, Liz y su amiga son las últimas.

Me acerco a ellas.

— ¡Señorita Navarro!

— Sí.

— Está castigada. — Fue la única manera que encontré para acercarme a ella.

— ¿Cómo así ? — Ella no parece creerlo.

— Una semana en detención.

— ¿Crees que tengo 10 años para dejarme en detención?, ya no estamos en la secundaria.

— Señorita Navarro, baje el tono sí no quiere que los días se alarguen. — Su petulancia me excitaba cada vez más.

— ¿Y yo ? — Ah, se me olvidaba que aún su amiga estaba allí.

— Puedes retirarte.

— Hasta luego, amiga. — En cuanto se va la pelirroja, cierro la puerta.

— ¿Qué está pasando?

— ¿Todavía preguntas? — Ella da un paso atrás.

— No sé de qué estás hablando. — Me acerco.

— Te haré recordar. — Deja de caminar cuando golpea mi mesa.

Presionándola contra la mesa, deja caer sus libros y su bolso al suelo. Nuestra respiración comienza a ser jadeante, empiezo a rozar mi barba en su cuello.

— ¿Todavía vas a decir que no te acuerdas de ayer?

— Yo… yo…

— Sé lo que quieres, Liz. — Comienzo a besar su cuello, una de mis manos baja hasta su muslo, y con la otra sostengo la parte de atrás de su cuello. — Pidelo, Liz.

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