Han pasado dos semanas desde que ocurrió todo, y hoy vuelvo a la universidad.
He decidido quedarme en casa estos días. No le pregunté nada a Sandra, trató de contarme cómo habíamos llegado al hospital, le dije que eso era lo de menos y que siempre estaría agradecido por tenerla en mi vida.
Ya son un poco más de las 7 de la mañana. He hecho mi higiene personal.
— Necesito hacer ejercicio. — Digo esto cuando me miro en el espejo, había perdido mucho peso.
Decido ponerme unos pantalones, una camiseta blanca de tirantes y unas vans negras.
Me solté el pelo, me hice un babyliss y me maquillé de forma básica. Base, corrector, polvos, colorete, me dibujé las cejas, máscara de pestañas, mucha máscara de pestañas y un pintalabios morado.
Al menos fue suficiente para disimular mi cara de derrota.
Tomo mi bolso y mis libros y bajo a tomar el desayuno con Sandra.
— Buenos días, Sandra. — Digo, nada más entrar en la cocina.
— ¡Vaya! Qué guapa estás. — Dice y sigue preparando la mesa.
— Gracias.
— ¿Algo en especial?
— No. Sólo quiero sentirme bien. — Suspiro profundamente. — Ven, siéntate conmigo.
— Ok. — Me mira y sonríe.
— ¡Vamos, Sandra! — Digo tirando de ella para que se siente a mi lado. — No quiero llegar tarde.
Sandra se sienta a mi lado y tomamos el desayuno juntas.
Después del desayuno me encuentro con Petter, vamos en dirección al colegio escuchando y cantando nuestras canciones favoritas.
— ¡Hemos llegado! — dice Petter que en cuanto para.
— Gracias, Petter.
— Cualquier cosa, llamame.
— Gracias de nuevo. — Le doy un beso en la frente y bajo.
Al pasar por la puerta de entrada, veo a Ana y a Sam.
— Liz... — Corren a mi encuentro y me abrazan. — Ya estaba cansada de hablar contigo por WhatsApp.
— Ahora estoy mejor. — Te ves tan delgada, Liz. — dice Sam con una mueca.
— Lo sé, pero cambiemos de tema.
— Vamos a la cafetería, hay un nuevo encargado, es lindo. — Dice Ana y sale tirando de mí, Sam viene justo detrás.
Empezamos a hablar de cosas al azar.
El tipo de la cafetería era lindo. Hacía una semana que trabajaba allí y Ana estaba enamorada, sí. Ana sigue enamorándose cada cinco minutos.
— Hoy tenemos una reunión social en casa de Pedro. — dice Sam en cuanto nos sentamos. — Vas a ir, ¿verdad?
— Voy porque echo de menos a los muchachos. — Me como mi sándwich, Ana su trozo de tarta de chocolate y Sam un pastel de pollo. — ¿Te has rendido con Igor? — Miro seriamente a Ana.
— Sí. No vale la pena. — Ella suspira. — No como novio, supongo. — Nos reímos de su comentario.
Terminamos de comer y nos dirigimos al pasillo que lleva a los salones.
Me alegro de que la primera clase no fuera la suya, pero ya la segunda clase...
Entra en el aula, y recorre toda la clase con sus ojos, hasta que se encuentran con los míos. Miro hacia otro lado, no quiero sostener algo que no tiene futuro.
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O Contrato
Romantik"El Contrato" o en su idioma original (portugués) "O contrato" de Karyelle Kuhn En cuanto Liz Navarro Andrade cumplió los 18 años, tuvo que casarse con su tutor, ya que perdió a sus padres cuando sólo tenía 16 años en un accidente de avión. Su padre...