*** Liz ***
— Henry y yo estamos casados.
— ¿Qué? ¿Casada? ¿Qué quieres decir con casados? — Grita ante mi revelación.
— Baja la voz, Pedro. — Le susurro.
— Bien, entonces dime cómo sucedió.
— Mis padres murieron cuando yo tenía dieciséis años. — Hago una pausa. — Y en el testamento que me dejó mi padre, decía que tenía que casarme con mi tutor hasta que terminara la universidad. — En ese momento mis ojos ya estaban húmedos.
— ¡Vaya, Liz! — Pedro se sorprendió de mi revelación.
— Mi tutor es Henry y no lo conocía, sólo por una foto que Sandra me había enseñado una vez.
— ¿Qué clase de padres le hacen eso a su hija?
— No lo sé, pero no los juzgo, creo que tenían miedo de que me perdiera cuando se fueran.
— ¿Y Henry no sabía que eras su supuesta esposa?
— No, se enteró el día que vino a mi casa a hablar del divorcio.
— ¿Quería el divorcio?
— En realidad era yo quien quería el divorcio, pero con el contrato que tenemos, es un poco difícil divorciarse antes de la fecha.
— ¿Cuánto tiempo queda?
— ¡Cuatro años!
— Liz, ¿y si quieres casarte con otra persona? — Se ríe, pero su risa es nerviosa.
— Tengo que esperar a que termine el contrato.
— ¿Y todavía quieres el divorcio?
— Mentiría si dijera que sí. — digo y agacho la cabeza, avergonzada por mi propia confesión.
— Realmente no sé qué decirte. — Se detiene, mirando a la nada. — Estás jodida. — Finalmente dice y nos reímos, por supuesto me río con nerviosismo.
— Pero no le cuentes esto a nadie más, por favor. — Tal vez se lo diga a las chicas cuando llegue el divorcio.
— ¿Las chicas no lo saben?
— No, sólo Sandra y Petter lo saben, porque lo conocen desde que era un niño.
— De acuerdo, prometo mantener el secreto. — Pedro levanta los dedos índices y los besa, en señal de que jura guardar el secreto.
— Gracias Pedro, eres genial.
— Buscaré una bebida, ¿quieres una?
— Por favor. — Pone cara de estar pensando. — Puede ser cualquier sabor.
— Vuelvo enseguida. — Me da un beso en la frente y se va.
Sigo mirando hacia la piscina, me pregunto cómo sería mi vida de diferente si mis padres estuvieran aquí. Nunca habría conocido a Henry, eso sería bueno, o no. ¿Tendría ya mi primera decepción amorosa?
— Te ves deliciosa con esa ropa — Un escalofrío recorre mi cuerpo, cuando siento sus labios rozar ligeramente la parte posterior de mi oreja
— ¡Tienes que verme sin ella! — “Juguemos, ¿no te gusta este juego?” Me habla mi subconsciente.
— ¿Puedo?
— ¿Y tu novia?
— Te dije que no es mi novia. — Eso es todo lo que quería oír de esa boca que me dejaba hipnotizada.
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O Contrato
Romance"El Contrato" o en su idioma original (portugués) "O contrato" de Karyelle Kuhn En cuanto Liz Navarro Andrade cumplió los 18 años, tuvo que casarse con su tutor, ya que perdió a sus padres cuando sólo tenía 16 años en un accidente de avión. Su padre...