Capítulo 45

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*** Liz ***

— Henry y yo estamos casados.

— ¿Qué? ¿Casada? ¿Qué quieres decir con casados? — Grita ante mi revelación.

— Baja la voz, Pedro. — Le susurro.

— Bien, entonces dime cómo sucedió.

— Mis padres murieron cuando yo tenía dieciséis años. — Hago una pausa. — Y en el testamento que me dejó mi padre, decía que tenía que casarme con mi tutor hasta que terminara la universidad. — En ese momento mis ojos ya estaban húmedos.

— ¡Vaya, Liz! — Pedro se sorprendió de mi revelación.

— Mi tutor es Henry y no lo conocía, sólo por una foto que Sandra me había enseñado una vez.

— ¿Qué clase de padres le hacen eso a su hija?

— No lo sé, pero no los juzgo, creo que tenían miedo de que me perdiera cuando se fueran.

— ¿Y Henry no sabía que eras su supuesta esposa?

— No, se enteró el día que vino a mi casa a hablar del divorcio.

— ¿Quería el divorcio?

— En realidad era yo quien quería el divorcio, pero con el contrato que tenemos, es un poco difícil divorciarse antes de la fecha.

— ¿Cuánto tiempo queda?

— ¡Cuatro años!

— Liz, ¿y si quieres casarte con otra persona? — Se ríe, pero su risa es nerviosa.

— Tengo que esperar a que termine el contrato.

— ¿Y todavía quieres el divorcio?

— Mentiría si dijera que sí. — digo y agacho la cabeza, avergonzada por mi propia confesión.

— Realmente no sé qué decirte. — Se detiene, mirando a la nada. — Estás jodida. — Finalmente dice y nos reímos, por supuesto me río con nerviosismo.

— Pero no le cuentes esto a nadie más, por favor. — Tal vez se lo diga a las chicas cuando llegue el divorcio.

— ¿Las chicas no lo saben?

— No, sólo Sandra y Petter lo saben, porque lo conocen desde que era un niño.

— De acuerdo, prometo mantener el secreto. — Pedro levanta los dedos índices y los besa, en señal de que jura guardar el secreto.

— Gracias Pedro, eres genial.

— Buscaré una bebida, ¿quieres una?

— Por favor. — Pone cara de estar pensando. — Puede ser cualquier sabor.

— Vuelvo enseguida. — Me da un beso en la frente y se va.

Sigo mirando hacia la piscina, me pregunto cómo sería mi vida de diferente si mis padres estuvieran aquí. Nunca habría conocido a Henry, eso sería bueno, o no. ¿Tendría ya mi primera decepción amorosa?

— Te ves deliciosa con esa ropa — Un escalofrío recorre mi cuerpo, cuando siento sus labios rozar ligeramente la parte posterior de mi oreja

— ¡Tienes que verme sin ella! — “Juguemos, ¿no te gusta este juego?” Me habla mi subconsciente.

— ¿Puedo?

— ¿Y tu novia?

— Te dije que no es mi novia. — Eso es todo lo que quería oír de esa boca que me dejaba hipnotizada.

O ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora