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Estaba acompañando a Itadori en su búsqueda de Satoru, lamentablemente es muy hablador, demasiado para mi gusto.
—No Itadori, no fuimos nada ni cuando éramos jóvenes, ¿Cual es la insistencia con eso?
— Entonces... ¿Nunca sintió algo por el? Porque yo creo que — Se interrumpió a si mismo al ver a Gojo — ¡Ah! ¡Sensei! ¡Vayamos de prisa a donde estan todos!
Itadori se veía muy feliz, al contrario de Satoru que tomo un aire serio.
—¿ Yuji estás planeando aparecer así como así normalmente? incluso para los hechiceros no es normal que tu amigo muerto aparezca vivo después de dos meses.— Dijo el peliblanco
— Cierto, tal vez queden en un completo estado de shock y mueran de la sorpresa.— Añadí
Todos en la sala me miraron curiosos.
—Claro... ¡Debe ser una sorpresa! — Dijo Satoru como si hubiera dicho algo increíble.
— ¿Una sorpresa?— cuestionó el pelirosado.
—Dejamelo a mi.— Satoru hizo una ligera pausa —Los de primer año llorarán riendo del asombro, los de segundo año y los chicos de Kyoto también serán atrapados llorando, seguro alguien vomitara de la emoción ¡Y al final el calentamiento global se solucionará!
Rodeé los ojos tras lo dicho por Satoru, que idiotez, aunque me agrada la idea, se que los chicos no van a reaccionar así.
— Oh... quedarán en shock y estarán un poco molestos por ocultarles eso.— Sugerí.
Satoru me miró molesto e Itadori me miró preocupado.
— No le hagas caso Yuji, ella siempre se equivoca, apuesto setecientos yenes a que no pasa eso.— Apostó Satoru.
— Es más probable que...— Me vi interrumpida por Satoru.
—¡Y no tendrías que hacer nada Itadori! yo me encargaré de todo.
Ay dios mío.
✩
Preferí no formar parte de eso, si bien era algo gracioso no iba a formar parte de esa estupidez.
Salí a donde estaban los chicos acompañando a Utahime.
— Estoy emocionada por los chicos, muero por ver cómo han mejorado sus habilidades.— Añadí a la conversación.
— Serán buenos Kyoko, tenlo por seguro, si bien los otros son buenos, ellos han tenido muy buenos profesores.
Le sonreí en respuesta, aunque esa sonrisa se borró en cuanto ella y yo escuchamos a los chicos en una pequeña discusión.
