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Tenía que realizar una misión en Kyoto, se habían reportado múltiples desapariciones en las últimas semanas y todas (o al menos la mayoría) parecían ser provocadas por una maldición de grado especial.
—Segun lo que investigamos es una maldición con técnicas parecidas a las tuyas, ya hemos enviado hechiceros de primer grado hace unos días antes de tu llegada pero fue para nada.
Seguía escuchando al anciano que me daba informes sobre lo que sucedía.
—Pues yo me encargo entonces.
Salí del lugar, para dirigirme a aquel lugar donde se encontraba la maldición pero me encontré a Miwa en el pasillo.
—¡Señorita Kyoko! ¿Puedo hacerle una pregunta?
—¿Si...?— Respondí confundida.
—Perdon por el atrevimiento pero ¡¿Cómo resistió a los encantos del profesor Gojo?! Incluso en su juventud era aún más atractivo...
Puse cara de poker al momento en el que termino de hablar, ¿Es enserio? Tengo cosas más importantes que hacer.
—No tiene ningún encanto cuando llevas tiempo conociendolo.
✩
Había llegado al lugar de la maldición, incluso cuando llegue al cementerio que es donde se encuentra, sentí una gran presencia.
—Colocare el velo señorita.
Asentí a las palabras y me adentre a aquel lugar, era un cementerio demasiado grande, no me sorprende que la maldición que habita aquí sea de grado especial, debió alimentarse mucho de las energías.
Apenas terminaron de colocar el velo, utilice mi técnica revelación, que es la misma a la que utilice para localizar a Yuji y a Todo anteriormente. Aunque el velo provocaría que la maldición saliera, quería ser yo quien la encontrará en lugar de que fuera al revés, si es de grado especial y con técnicas parecidas a las mías, no me gustaría ser la atacada.
¡En el blanco! Mi red se tensó en un alrededor del lugar, me dirigí a ese lugar y tal y como lo esperaba, era la maldición.
Era como una araña gigante deformada, se encontraba sobre una gran red, si no me equivoco, la maldición está conectada a su red, es decir; son uno mismo.
—Iugh.— Había pisado un poco de su red, lo que provocó que me viera y lanzará un tipo de cuerda que estaba unida a su dedo en mi dirección.
La esquivé moviendome hacía la derecha, viéndola pasar frente a mis ojos.
—No es la primera vez que me enfrentó a alguien con un ritual parecido, sé que no soy la única con técnicas de red pero, ¿sabes algo? todos son imitadores.— Dije con mi ego agrandado.