Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ XVIII

373 46 30
                                    

Yo le había pedido al conserje que me avisase en cuanto viera llegar a Chanyeol. «Da igual la hora que sea», le había dicho. Si Charlie lo encontró un poco raro, o se preguntó por qué yo no parecía esperar que Chanyeol contactara conmigo personalmente, no hizo ningún comentario al respecto.

Cuando puse el contestador, sólo tenía un par de llamadas sin mensaje, ambas de un número de Dallas. Brian. Yo había cortado cualquier clase de contacto con el resto de mis conocidos de Dallas, la gente con la que había trabajado en el Darlington, y las amistades de Brian que me habían conocido simplemente como Soo. Brian estaba furioso conmigo por haberlo rechazado, por no haber mostrado interés en recuperar la pulsera de la tía Yeo-Jin. Por haber seguido adelante con mi vida. Esperé que ignorarlo haría que se diera por vencido. Si insistía en tratar de contactar conmigo, entonces me vería obligado a hacer algo al respecto. ¿Tal vez solicitar una orden de alejamiento?

Pero no había olvidado el cínico comentario de Chanyeol: «Una orden de alejamiento sólo funciona si te esposas a un poli.»

Me pregunté qué estaría haciendo Chanyeol en aquellos momentos, con qué clase de problema estaría lidiando. La tentación de llamarlo era tremenda, pero lo único que le faltaba al pobre era que su móvil empezara a sonar en el momento más inoportuno. Así que me di un baño bien largo y luego me puse unos pantalones de chándal y una camisa que me venía dos tallas grande, e intenté ver la tele. Probé suerte con un centenar de canales por cable, pero ninguno merecía la pena.

Me sumí en una especie de duermevela, los oídos alerta para captar cualquier sonido. Y entonces ocurrió: el teléfono sonó estridentemente una vez antes de que yo lo cogiera.

— ¿Sí?

—Señor Doh. El señor Park acaba de cruzar el vestíbulo. Ahora mismo está subiendo en el ascensor.

—Perfecto. Gracias. —Miré el reloj y vi que faltaba poco para la una y media de la madrugada—. Por cierto, ¿Parecía encontrarse bien? ¿Dijo algo?

—No, señor Doh, no dijo nada. Parecía... un poco cansado.

—Gracias.

—No hay de qué.

Colgué y me quedé sentado con el teléfono en el regazo, apremiándolo a que sonara. Pero el maldito cacharro permaneció mudo. Esperé hasta que estuve seguro de que Chanyeol había tenido tiempo de llegar a su apartamento, y entonces marqué su número. Me salió un mensaje grabado.

Me repantigué en el sofá y miré el techo con cansada impaciencia. Tenía que hacer algo, así que llamé al móvil de Chanyeol.

Otro mensaje grabado.

¿Qué estaba pasando? ¿Estaría bien Chanyeol?

—No pienses más en él —dije en voz alta—. Vete a la cama. Deja que lo consulte con la almohada. Ya llamará mañana cuando tenga ganas de hablar.

Pero ni siquiera prestaba atención a mi propia voz. Estaba demasiado preocupado por Chanyeol.

Estuve un cuarto de hora dando vueltas por mi apartamento, Y al final volví a llamar.

Nada.

—Mierda —mascullé, al tiempo que me frotaba los ojos con los puños medio apretados. Estaba tenso, cansado y nervioso. Sabía que no iba a poder pegar ojo hasta haberme asegurado de que Chanyeol se encontraba bien.

Sólo una llamadita a su puerta. Tal vez un abrazo. Tal vez unos mimos en la cama. No le pediría que hablara. Nada de presiones. Sólo quería que él supiera que yo estaba ahí en caso de que me necesitara.

Cᴀᴇᴄɪʟʟᴜs Dɪᴀʙᴏʟᴜs || CʜᴀɴSᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora