Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ XI

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—Brian. —Sentí que se me helaba la sangre—. ¿Cómo has conseguido mi número? ¿Qué quieres?

—Sólo saber qué es de tu vida.

Su voz me resultaba tan familiar… oírla hizo que los últimos siete meses se evaporasen de golpe, como si sólo hubieran sido un sueño. Si cerraba los ojos, casi podía creer que volvía a estar en el apartamento de Dallas y Brian no tardaría en regresar del trabajo.

Así que mantuve los ojos bien abiertos, como si el menor parpadeo pudiera matarme. Clavé la mirada en la funda color crema del sofá hasta que cada una de sus hebras adquirió una extraña nitidez.

—Estoy muy bien —dije entonces—. ¿Y tú?

—No tanto. —Hubo un largo silencio—. Todavía estoy intentando obligarme a creer que lo nuestro ha terminado. Te echo de menos, Soo.

Sonaba abatido. Algo en su voz hizo que una oscura sensación de culpa me oprimiera el corazón.

—Mi nombre es KyungSoo —dije. Pensaba que Brian se lo iba a tomar fatal, pero me dejó atónito cuando respondió:

—Lo que tú digas, KyungSoo.

—¿Por qué me has llamado? ¿Qué quieres?

—Hablar un ratito contigo. —Brian sonaba resignado—. ¿Aún nos está permitido hablar?

—Supongo.

—He tenido mucho tiempo para pensar. Quiero que entiendas algo… Nunca pretendí que las cosas desbarraran tanto.

Apreté el teléfono con tanta fuerza que me sorprendió que no se hiciera pedazos entre mis dedos. Nunca se me habría ocurrido que Brian hubiese querido o planeado que lo nuestro acabara tan mal. En su infancia, ciertas cosas habían moldeado negativamente su personalidad. Era una víctima, de forma tan irremediable como yo.

Pero eso no era ninguna excusa para todo el daño que me había infligido.

Me dolió pensar en todo lo que habíamos perdido… y en todo lo que nunca tendríamos. Sentí una pena tan grande que me entraron ganas de llorar.

—¿Me odias, KyungSoo? —preguntó en voz baja.

—¿A ti? No; odio lo que hiciste.

—Yo también. —Suspiró—. No consigo dejar de pensar que… si hubiéramos seguido juntos un poco más, si se nos hubiera permitido resolver nuestros problemas sin que tu hermano acelerara el divorcio con tanta rapidez…

—Me hiciste mucho daño, Brian —fue todo lo que pude decir.

—Tú también me lo hiciste. Me mentías continuamente, sobre las cosas pequeñas, sobre las cosas que realmente importaban… Siempre me mantuviste fuera de tu vida.

—Porque era la única forma de seguir a tu lado. La verdad siempre te ponía furioso.

—Lo sé. Pero hacen falta dos personas para que un matrimonio funcione. Y yo también tuve que aguantar lo mío: el que tu familia me rechazara, el tener que matarme a trabajar para mantenerte… Y tú siempre me culpabas por no ser capaz de resolver tus problemas.

—No —protesté—. Puede que tú te culparas a ti mismo, pero yo nunca sentí eso que dices.

—Tú nunca estuviste conmigo. Ni siquiera cuando dormíamos en la misma cama. En el fondo todo aquello no significaba nada para ti. Por mucho que yo pudiese llegar a hacer, nunca me respondías del modo que hacen otros omegas. Y me aferraba a la esperanza de que lo superarías con el tiempo, pero….

Maldición, Brian sabía qué teclas pulsar, cómo reavivar ese sentimiento de inadaptación que yo tanto había luchado por superar. Brian sabía cosas acerca de mí que nadie más conocía. Él y yo siempre estaríamos unidos por el fracaso que habíamos compartido, porque lo llevábamos tan dentro que había pasado a formar parte de nuestras identidades. Nunca podría ser borrado.

Cᴀᴇᴄɪʟʟᴜs Dɪᴀʙᴏʟᴜs || CʜᴀɴSᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora