Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ XV

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Yo no tenía ningunas ganas de hablar de aquello. Ahora lo único que me apetecía era que Chanyeol se fuese y me dejara a solas, para poder llorar tranquilo. Quería dejar correr las lágrimas y luego irme a dormir, y no despertar nunca. Pero estaba claro que él no iría a ninguna parte hasta que hubiera recibido una explicación. Y Dios sabía que yo le debía una.

Señalé torpemente una silla al otro lado de la mesa auxiliar.

—Si no te importa... me será más fácil hablar de esto si te sientas ahí.

Chanyeol sacudió la cabeza. La única señal de emoción en su rostro era un leve ceño.

—No puedo —dijo con voz ronca—. Creo que ya sé qué es lo que me vas a contar. Y no quiero estar lejos de ti cuando lo expliques.

Aparté la mirada, y me encogí un poco más dentro de su camisa. Estaba tan fuera de mí que cuando empecé a hablar, las palabras me salieron a borbotones.

—Lo que acaba de suceder era... bueno, todo ha sido porque... todavía arrastro algunos problemas debidos a mi matrimonio. Porque a veces a Brian se... se le iba un poco la mano conmigo.

Se hizo un silencio sepulcral. Por mucho que lo intentara, seguía sin poder mirar a Chanyeol.

—Al principio sólo fueron nimiedades —proseguí—, pero luego todo fue empeorando. Lo que me llegaba a decir Brian, las exigencias... las bofetadas, los gritos, las maneras de hacérmelo pagar. Yo no dejaba de perdonarlo, y él no dejaba de prometerme que no volvería a hacerlo, pero lo hacía, y cada vez era peor que la anterior y él siempre me culpaba por haber perdido los estribos. Siempre decía que la culpa era mía. Y yo me lo creía. Hablé y hablé. Se lo conté todo. Fue horrible. Como si un tren estuviera descarrilando ante mis ojos y yo no pudiera impedir la catástrofe, salvo que no sólo era el testigo, sino también el tren. Confesé cosas que en un momento más cuerdo habría tenido la dignidad o el sentido común de callarme. Pero era como si los filtros se hubieran volatilizado. Todas mis defensas se habían derrumbado.

Él me escuchó con el rostro vuelto hacia un lado, el perfil envuelto en sombras. Pero la tensión había hecho presa en su cuerpo, y el bajorrelieve de músculos que yo veía en sus brazos y hombros era más elocuente que nada de cuanto pudiera haber dicho.

Incluso llegué a contarle mi última noche con Brian, la violación, cómo luego me había echado de casa, el trayecto descalzo hasta el supermercado que había medio kilómetro calle abajo. Mientras hablaba, me encogía de asco ante la sucesión de horrores que le estaba contando.

Pero también hallaba cierto alivio en hacerlo. Algo parecido a quitarse un peso de encima. Porque sabía que, al revelar mi pasado, se estaba desvaneciendo cualquier posibilidad de establecer una relación seria con Chanyeol. Ningún hombre querría tener que afrontar aquello. Y en el fondo valía más así, porque era evidente que yo aún no me encontraba en condiciones de mantener una relación.

Así que aquello era la despedida.

—No pienses que quería hacerte concebir falsas esperanzas —le dije—. Supe desde el principio que estaba jugando con fuego, al suponer que podía llegar a haber algo entre nosotros. Pero... —Me lloraban los ojos, y parpadeé frenéticamente y luego seguí hablando a toda prisa—. Pero tú eres tan guapo y besas tan bien y la otra noche te deseaba tanto que pensé que podría llegar hasta el final, pero llevo demasiados traumas a cuestas y simplemente no puedo, no puedo.

Me callé. Mis ojos no querían dejar de llorar. No se me ocurría qué más decirle, aparte de que podía irse si quería. Pero él se levantó y fue hacia la chimenea y apoyó una mano en la repisa. Clavó la mirada en el vacío.

Cᴀᴇᴄɪʟʟᴜs Dɪᴀʙᴏʟᴜs || CʜᴀɴSᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora