Encontrarte

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Meditar mientras caminaba se había vuelto una costumbre, por lo menos en los últimos tres días. Paseaba lentamente por las calles, esperando que ninguna llamada de su jefe u otra persona de la mafia le interrumpiera su reflexión con algún trabajo. 

Las calles eran variadas, y dado que conocía cada rincón de la ciudad, si necesitaba cualquier cosa, sabía dónde conseguirla. Lo malo era que él creía que no necesitaba nada, dado que se había vuelto un hábito no comer, no ducharse, no descansar; ya nada le interesaba, no cuando estaba tomando una decisión muy importante. ¿Sería demasiado egoísta dejar al amor de su vida acercarse a él arriesgándose a hacerle daño? 

Sus pasos siempre eran lentos, no los aceleraba para no acelerar el mismo proceso de pensamiento que estaba sucediendo en su cabeza, realmente no quería equivocarse. Su cabeza, y básicamente todo lo racional para él, le decían que no, que tenía que alejarlo, enojarlo, evitar hacerle doler más. Se miraba las manos y se preguntaba cómo era posible que tuviera el afecto de alguien que ni siquiera el mundo merecía de lo bueno que era. Sin embargo, algo dentro de su pecho, que creía no latente, se comprimía cada vez que se imaginaba una vida sin el tigre. Lo maldecía, porque lo amaba, y en ese momento no era bueno amar, o al menos eso le habían enseñado. Le habían inculcado que el cariño era algo que nunca existiría en su vida, y si estaba llegando, debía ser algo malo, algo tramposo, algo maligno, ¿no? ¿No?... ¿No?... No... ¡No! No entiendo por qué me quiere, por qué me quiere a mí, pero, pero... no, no puedo, él está mejor sin mí... es mejor que yo me rompa, a que él se rompa por mi culpa... 

Sin ti, se romperá también, y alguien roto no puede reparar a otra cuando no sabe encontrar sus propias piezas. Si superan esto, se completarán, y con algo completamente armado podrán luchar batallas y ganarlas todas si lo hacen juntos. Dime, ¿es mejor si te alejas o te acercas? 

Yo... ahg... ¿es mejor si me alejo o me acerco? ¡Pues eso depende de mucho! ¡Depende de para quién! ¡Depende de en qué sentido! ¡Depende... depende de si esto podría funcionar o no... 

Apretó sus manos nuevamente, pero ya el dolor provocado por su cortas uñas en sus palmas no era suficiente. Y dejó de hacerlo de inmediato cuando pensó que Atsushi se enojaría si se enteraba de que se hacía daño para no sentir. Pero, ¿era mejor no sentir? 

Ignoraba la existencia del resto de las personas a su alrededor como quien ha perdido su alma y puede seguir viviendo. Sus piernas ya se habían vuelto frágiles, a pesar de que Akutagawa había logrado resistir muchos más días sin comer. Su cuerpo se sentía apretado, su camisa molestaba, su abrigo daba demasiado calor, y sus zapatos lastimaban. Y en lo único que pensaba era en unos ojos bicolores tan preciosos y fuertes a la vez, delicados pero resistentes. Se dio cuenta de que esos ojos eran lo único que lo mantenían bien, que lo hacían sonreír, que lo hacían sentir, que lo hacían vivir; se dio cuenta de que los necesitaba, pero, ¿cómo tenerlos sin romperlos? Tales bolas de cristal tenían que ser cuidadas, y no protegidas por alguien que podía dejarlas caer. Lo que Akutagawa no sabía era que Atsushi confiaba en sus manos, y que podría sobrevivir si alguna vez caía, estaba dispuesto a volar por él. Sus alas sólo existían con él. 

Sí, ¿cómo dejarlas caer? Si lo necesitaba tanto, si lo anhelaba tanto, su pecho no se sentía bien cuando estaban alejados, pero, si no querían estarlo, tendrían que descubrir cómo estar juntos sin dañarse. Si los necesitaba tanto... Si las necesito tanto... 

—Porque las necesito... —susurró—, y demasiado... ¿por qué las necesito? —sollozó. Caminaba a duras penas ya, sumergido en barrios peligrosos, sin preocuparse por su seguridad—. ¿Por qué necesito tanto a alguien, cuando puedo vivir perfectamente sin ningún medio material? ¡¿Por qué no puedo separarme de ti?! —gritó al aire, enojado, frustrado, con lágrimas en las mejillas. 

¡Es imposible amarte! (Shinsoukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora