Reacción química

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Suspiró fuertemente. Ya, era suficiente. Ya habían pasado tres días desde que habían derrotado al empleado de Fiódor y cada vez era peor. La imagen, la imagen en su cabeza no dejaba de repetirse. Se echó hacia atrás, apoyando su torso en el respaldo de la silla, mientras que con la manos se aferraba a ésta. No le estaba gustando llamar la atención de sus compañeros, pero es que ya Akutagawa había conquistado su mente. El mero recuerdo del pelinegro sin su abrigo, dado que él mismo lo estaba ocupando, atormentaban sus pensamientos. Apretó su frente con sus dedos, como si fuera un dolor de cabeza. Nunca lo había visto sin abrigo, y poder apreciarlo con sólo su camisa, con esos flecos que revoloteaban en su cuello y en su cintura lo hacían sufrir. Y ya estaba teniendo una idea del por qué, pero se negaba a aceptarlo. Era irracional el sólo pensar en esa opción, ¿cierto? 

Soltó un quejido, molesto por no poder sacar al asesino de su mente, entonces llamó más la atención del resto. 

—Atsushi-kun, ¿te encuentras bien? —preguntó un ojimoreno al lado suyo. 

—Eh, sí, Dazai-san, sólo que me duele la cabeza —se excusó. Dazai no se lo creyó, porque sabía lo que le sucedía. Él también había pasado por algo similar, y, sonriendo ante la idea, ante los recuerdos, prosiguió. 

—¿Estás seguro? No te ves muy bien, ¿quieres una pastilla para el dolor? 

Atsushi se asustó por el simple hecho de que Dazai tuviera pastillas. 

—Eh, no, no, estoy bien, gracias —respondió, con una sonrisa temerosa e insegura. Temía por su vida. Dazai sólo se encogió de hombros, y luego otra sonrisa, media maligna a decir verdad, se esparció por sus labios. Algún día tendría que felicitar a Kyouka por toda la información; ¿así que los últimos días había estado peor? Tenía una idea del por qué. 

Por otro lado, incluso después de la conversación, Atsushi seguía mal. Era demasiado, y no le gustaba. Los días anteriores habían sido soportables, pero ahora era horrible. No se podía concentrar en nada, y desesperó cuando algo sucedió en su entrepierna. ¡Oh, vamos, no podía ser eso! Tal vez su inactividad era lo que lo causaba. 

Entró en pánico y intentó cerrar las piernas, pero eso fue aún más incómodo, y en algunos momentos doloroso. 

—No, no, no —musitó, agitando las manos, como si eso fuera a hacerlo desaparecer. Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie lo viera, pero tuvo la mala suerte de que su tutor había acomodado la silla para vigilar al albino, y cuando vio en su dirección, los ojos de éste pasaron de su cabeza a su pequeño problemita. 

Dazai rió. 

—Atsushi-kun, ¿seguro que estás bien? —preguntó burlón, y Atsushi, por un momento, un pequeño momento, se imagino sus manos alrededor del cuello de su tutor—. Al parecer las pastillas no eran necesarias. 

El albino no entendió el chiste. 

Tratando de ignorar al ojimoreno, volvió su cabeza, viendo de nuevo lo que sucedía. Quería que se detuviera, primero, porque no podía ocurrir eso mientras pensaba en Akutagawa, ¿o sí? Y si era así, ¿qué significaba? Se desesperó con esas preguntas. Y, segundo, porque... bueno, porque nunca le había ocurrido. Nunca había pasado, y tampoco nunca se había sentido con la necesidad de... hacer algo... con eso. Le daba vergüenza siquiera pensarlo. Ni en su mente había pronunciado el nombre de... eso. 

Asegurándose de que nadie viera, tomó un maletín, se tapó la zona con el objeto, y se levantó. Rápidamente, caminó hacia el baño, y, evitando a un rubio trabajador que justo venía en su dirección, abrió la puerta de una y se introdujo, esperando que no haya notado lo sucedido. 

Cuando estuvo asegurado, fuera de peligro, se sentó en el inodoro con la tapa abajo, y se quedó mirando a la cosa que seguía creciendo en su entrepierna. 

—¿Por quééé? —preguntó en un susurro, abrumado. 

Echó la cabeza hacia atrás, golpeándola ligeramente con la pared de cerámica. Respiró hondo, pensando en cómo solucionarlo. Como si le leyera la mente, alguien tocó la puerta, pero antes de recibir permiso, entró. 

Atsushi soltó un pequeño grito ante eso. Abrió los ojos y se subió las piernas ligeramente, como si quisiera evitar que su erección se viera. 

—Atsushi-kun, no es como si ya no lo hubiera visto —le dijo Dazai, aún con una sonrisa burlona en su cara. Aunque de todas maneras parecía comprender por lo que sucedía el otro—. Además, eso les sucede a todos. Yo también he pasado por eso —aseguró, recordando algunas cosas vividas con cierta persona. 

El albino se quedó en silencio, sin saber qué decir. Obviamente, se sentía realmente incómodo al tener a su tutor, la persona que lo había rescatado, en el baño mientras hablaban de erecciones, pero prefería que fuera él a que otro. Y realmente agradeció por eso. 

—Eh... ¿q-qué hago...? —preguntó tímido Atsushi. 

—Bueno —inició el segundo, apoyándose en el umbral de la puerta, obviamente ya cerrada, mientras se sujetaba el mentón con la mano como si realmente estuviera pensando—, tienes dos opciones. Primero, puedes esperar a que pase... Segundo, puedes hacer algo para que termine —dijo con una sonrisa insinuadora y bromista. Atsushi tampoco entendió la ironía de sus palabras, dado que no sabía lo que eso significaba, pero lo que si entendió fue a lo que se refería—. Y te digo al tiro... la opción más rápida es la segunda. 

Le guiñó un ojo y volvió a salir del baño. En cuanto estuvo fuera, el albino bajó su mirada y observó su erección. 

—Ah, no, no lo haré —sentenció, negando con la cabeza, decidido. Se sentía frustrado, y la sensación era parecida a las que tenía cuando pensaba en Akutagawa por las noches. Suspiró, enojado—. Supongo que tendré que esperar. 

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Holaaa, grupito de geis. Díganme lo que les pareció este nuevo capítulo 😏🥵 

Jejeje 

Ah, por cierto, creo que hoy (creo, sólo creo) habrá doble actualización. 

Eso, disfruten ♥ 

Fangirl 

¡Es imposible amarte! (Shinsoukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora