Cómo conocerse

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Rencor. No le guardaba rencor, aunque eso no significaba que no le quisiera romper la cara cada vez que se acordaba de eso. Sí, había regenerado su pierna, pero había dolido, y mucho, y el maldito no se había disculpado ni una vez. Ni por eso, ni por las otras millones de veces que intentó matarlo. Aunque no podía esperar nada, dado que probablemente nunca lo haría. Era Akutagawa, al fin y al cabo, así que no podía esperar nada de él además de frialdad, y luchas a muerte cuando el esperado reconocimiento de Dazai-san entraba en juego. 

Esos recuerdos resurgieron como cada mañana, mientras Atsushi se observaba la pierna sin ninguna diminuta marca o cicatriz, sin embargo, eso no hacía que olvidara cómo había conocido a ese asesino de la Port Mafia. Era ya casi una adicción verse la pierna todos los días en la ducha, mientras recordaba la primera vez que lo vio. 

Se acordaba de lo raro que le había parecido ese pañuelo blanco, que parecía adornar perfectamente su cuello. Combinaba magníficamente con su atuendo negro, y ese abrigo le entregaba el aura que él quería dar a entender. Sí, soy un asesino. Sí, trabajo para la mafia. Sí, soy emo e idiota. 

Astushi negó con la cabeza cuando pensó eso; eh, sí, era emo, y podía llegar a ser muy cargante, pero se notaba que no era idiota si era uno de los mejores perros de la mafia. Podría tenerlo todo, entonces ¿por qué se esmera tanto en demostrarle a Dazai-san que es... que es qué? Sigo sin entender qué quiere demostrarle...

—¿Atsushi? —le llegó la voz amortiguada de Kyouka detrás de la puerta del baño—. ¿Te encuentras bien? Has pasado mucho tiempo en la ducha. 

—E-eh, sí, perdón —contestó, despabilándose—. Al tiro salgo —avisó. 

Terminó de sacarse el jabón y salió de la ducha, enrollándose con la toalla blanca colgada. Iba a empezar a vestirse, cuando la puerta se abrió de repente. 

—¡K-Kyouka-chan! —exclamó el albino, asegurándose de que estuviera bien cubierto por la tela absorbente. 

—Quería revisar si había algo mal —explicó la chica, mientras volvía a desaparecer a Yasha Shirayuki—. Últimamente te estás demorando mucho en la ducha, cada día más. Pensé que algo pasaba. 

Ambos se quedaron en silencio, Kyouka, por su lado, viendo a Atsushi con su mirada neutra habitual, como si todo fuera normal, mientras Atsushi hacía su mayor esfuerzo por aferrarse a la toalla lo máximo posible. 

—Bu-bueno, no, todo está bien... Puedes irte tranquila —incentivó el chico. 

—Claro. 

Kyouka salió del cuarto, dejando a un Atsushi muy alterado detrás. Éste suspiró fuertemente cuando la chica se fue, y se aproximó a la manilla para ponerle el pestillo. No se pudo vestir en paz completamente, dado que, aún con la puerta asegurada, le daba miedo que de todas formas entrara mientras estaba desnudo. 

Salió y dejó en el colgador cerca de la ventana la toalla para secarla, mientras se acercaba a Kyouka, quien ya estaba guardando la mesa y los utensilios ocupados en el desayuno. Ella ya estaba duchada y vestida; siempre se levantaba temprano, antes de que Atsushi despertara. 

—¿Vamos a la agencia? 


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Holis. Eh, digamos que estoy intentando algo, dado que amo el shin soukoku (es que me mantienen con vida ese par de geis *llora brillitos*), entonces decidí hacer este fanfic. 

La cosa es que soy pésima con las portadas, en serio, me quedan horrible, así que, eh, bueno, no creo que tenga una mejor portada hasta que caiga del infierno... Eh-ehm, digo del cielo, cof, cof... 

Bueno, espero que siga escribiendo esto, dado que siempre quise hacerlo, y... Bye ♥


¡Es imposible amarte! (Shinsoukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora