¡Es imposible amarte!

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Holaaa! Ok, sé que no actualicé en mucho tiempo, y pido perdón, pero es que realmente estoy ocupada *sufre*. De todas maneras, espero compensárselos, dado que este capítulo es más largo de lo normal, y se incluye otro ship, aunque supongo que no de la manera que esperan. Les dejo el cap, espero que les guste, tómenlo así como un especial, o sea, duh, tiene el por título el nombre del fanfic kjnvkcnk, espero comentarios, que me encanta leerlos ^^ 

Advertencia: capítulo más largo de lo normal, leer cuando tengan tiempo. Para los que son medio sensibles con los fanfics, eh, leer cuando estén "durmiendo", por si lloran... no es tan malo el capítulo, sólo que conozco a gente que realmente le afectan las historias porque aman a los personajes (¿Quién no?) y lloran a veces. Eso... Bye. 

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Despertó. Otro día más. Ya los ánimos no podían estar peores, y eso que el acontecimiento había sucedido hacía más de una semana. Casi no comía, apenas dormía en la noche, pero cuando lograba conciliar el sueño, se quedaba hasta más de las doce descansando. La actitud había sido notada por todos en la Agencia, y ya Kunikida no decía nada, porque, a pesar de que le importara el trabajo que tenía que hacer el albino, todos conocían su estado; sin embargo, mucho no sabían el por qué. El rubio le notificó esto al presidente, y éste habló con Dazai, pero él moreno no dijo nada, no podía decir nada, no todavía, incluso si conocía que Fukuzawa siempre sabía cuando alguien mentía. 

Kyouka cada vez se estresaba más buscando la forma de animar al tigre, pero éste apenas hablaba con otras personas, así que las ideas se le agotaban. Las costillas se le notaban cada vez más, dado que, lo poco que comía, la mayoría de las veces lo vomitaba; no a propósito, pero no podía sostener nada en su estómago. Su cara se veía más pálida de lo normal, y sus ojos habían perdido el brillo... ni él mismo entendía cómo se había enamorado de Akutagawa sin siquiera haberlo besado... Cosquilleo, le produjo un cosquilleo la idea de besarlo, pero eso al tiro derivó a una tristeza ya habitual en él. Suspiró, sintiendo los labios secos. Probablemente el pelinegro lo había dejado por lo sentimental, o por sentir celos debido a Dazai-san, o... ¿pero qué estaba pensando? Ellos no eran nada... él... no podía haberlo dejado. 

Sintió sus ojos llorosos, otra vez, y quiso mandar el mundo a la mierda, porque ya lo agotaba que, en toda la semana, su humor hubiera estado por el piso por una persona a quien ni siquiera le importaba, o eso era lo que creía él. 

Se levantó de su asiento rápidamente, llevando la silla hacia atrás, atrayendo involuntariamente la atención del resto. Bajó la cabeza, tratando de evitar sus miradas, y salió detrás de su escritorio, tomando nada más que sus llaves. Ya todos sabían que se iba a ir de nuevo del trabajo, y no hablaron, a excepción de uno. 

—Hey, Atsushi, haz algo al respecto —le aconsejó un moreno con ojos verdes, quien suspiraba tapando su rostro con una gorra. 

—¿Ah? —emitió el albino, dándose la vuelta para escuchar mejor lo que había dicho. 

—Que hagas algo al respecto —repitió Rampo—, porque si no vas a seguir con ese ánimo todo el rato y a nadie le gusta. Además, se puede arreglar. 

Atsushi se quedó en silencio. Por supuesto que Rampo conocía su situación, pero era incómodo que le dijera ese tipo de cosas enfrente de todos. Sin embargo, lo que le dijo le interesó, y mucho, además de que querer saber su opinión. 

—¿Estás seguro? —preguntó. 

—¿Alguna vez estoy incorrecto? —devolvió el moreno. El tigre trató de responderle con una sonrisa, pero terminó como una mueca. 

Ignorando las miradas alrededor suyo, se dio la vuelta de nuevo y caminó hacia la puerta. Salió de la Agencia, sintiendo el cálido sol de mediodía encima de su cabeza. Bueno, de todas maneras, su cabello no se podía aclarar más. 

¡Es imposible amarte! (Shinsoukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora