Capítulo 5

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De pronto, todo a su alrededor parecía correr más lento. Inuyasha, tratando de voltear hacia atrás, sobre todo la madre casadera y su hija al escuchar su nombre en voz de su madre. Analizó sus posibilidades.

Uno: Cruzar la calle tan rápido y arriesgarse a que fuese atropellada por algún carruaje. No, sería una muerte demasiado estúpida.

Dos: Correr lo más rápido que daban sus pies hasta el carruaje de su madre y ocultarse ahí como una cobarde. No, su madre la cuestionaría porque estaba siguiendo al duque.

Tres: Entrar en el primer local que viera y ocultarse hasta que todo esto sucediera. Si, esa era la más viable.

Se movió rápido y entró en el local que estaba a su lado. Ni siquiera lo había visto bien, solo hasta que al abrir los ojos contempló a un anciano con un bigote demasiado ridículo que la miraba de un modo extraño junto a un cliente que estaba atendiendo en ese momento. Kagome estaba más preocupada por ser vista que no temió de la realidad.

― ¿Se le ofrece algo, milady? – preguntó el señor, dejando desatendido al otro caballero.

Kagome contempló el local. El local era pequeño, estaban pintadas de un color verde oscuro. Era uno de esos locales donde vendían accesorios para caballeros. Desde relojes de oro hasta puros, incluidas pipas.

¡¿A dónde se había ido a meter?!

Se llevó una mano a la frente para retirar el exceso de sudor. Ahí adentro comenzaba a hacer demasiado calor.

― Si – asintió ella, fingiendo ser una clienta más – Deseo ver esa pipa que tiene allá.

El anciano la miró, después a su cliente y no hizo nada más que encogerse de hombros y a darle a la señorita lo que ella estaba pidiendo. Llegó junto a Kagome para entregarle el objeto deseado.

― Es única en su tipo, milady. Los diseños están bañados en oro puro. – explicó ― Sin duda sería un excelente obsequio para su marido, hermano o padre.

En cuanto tomó el objeto, este estaba pesado, miraba cada uno de los diseños de aquella elegante pipa con forme se lo iban explicando. Desde luego fingió estar interesada en todas las especificaciones, ni siquiera fumaba y sobre todo no estaba prestando la más minia atención. Su mente le decía que ya era tiempo de salir, pero su intuición le decía que se quedara otro minuto más.

Dentro del local comenzaba a hacer mucho calor, asintió al anciano para que creyera que lo había escuchado perfectamente y, sobre todo, estaba interesada en su adquisición.

Lo bueno que de todo esto, es que había entrado al local justo a tiempo de ser descubierta por él y de su madre, que al parecer la seguía buscando. A sus espaldas escuchó el tintineo de una campana, pero no le dio importancia, estaba más distraída fingiendo atención a algo que no lo valía.

Unos pasos se escucharon a sus espaldas, haciendo crujir la madera que había por piso, se detuvieron justo detrás de ella.

― Buenos días, Lord Lexington ¿En qué puedo servirle?

Kagome cerró los ojos y lo único que deseó en ese instante era salir de ahí, salir corriendo sin levantar sospechas.

¿Salir corriendo sin levantar sospechas?

¡Si sería lo primero que pasaría!

La reacción de Inuyasha en cuanto escuchó su nombre, había sido mirar hacia atrás, justo al tiempo en que veía a Leah Higurashi buscar a Kagome. No pasó inadvertido para él el ver como el dobladillo de un vestido verde entraba a un local de caballeros. Esto sin duda era muy sospechoso porque ninguna dama entraba a ese local. Al menos que dicha dama estuviese huyendo de algo o de alguien.

LADIES: ¡ESE DUQUE ES MÍO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora