Su mirada estaba fija en aquella chimenea. En un principio podía parecer que estaba observando como el fuego consumía los troncos de madera. Pero lo cierto es que su mente estaba lejos de la realidad.
"Ahora eres la futura duquesa de Lexington"
Esas palabras no dejaban de martillarle la mente. ¿En qué momento sus posibilidades de convertirse en una solterona habían caminado? Y todo por un estúpido pastelillo de zanahoria.
— ¿Desde cuándo tú y la duquesa tenían esta alianza?
La voz de Miroku irrumpió sus pensamientos. Caminaba de un lado a otro como un animal enjaulado. Tenía la cara roja y no era de sonrojo, sino de enfado. Sus ojos eran el vivo reflejo de esos sentimientos.
Su madre, que estaba sentada a un lado de ella, dejó la taza de té y se levantó de su sitio para hacerle frente a su hijo. Después de lo ocurrido tuvieron que salir prácticamente huyendo de ahí. Miroku temía que está vez el escándalo se hubiese hecho más grande.
—No puedo responder esa pregunta – la marquesa viuda dejó su taza de té en la mesita — Por qué no hay ninguna asociación entre ella yo.
Miroku frunció el cejo, podía dejar pasar que lo insultara pero que no ofendiera su inteligencia. Conocía a esa mujer de pies a cabeza y sabía perfectamente cuando algo tramaba.
—Perdona que no te crea, madre – se cruzó de brazos, avanzó lentamente hacia su progenitora y le susurró al odio – Pero se me hace muy sospechoso que hace un par de días ella estuviese aquí.
La marquesa trago saliva y contempló a su alrededor. En ese espacio tan amplio se encontraban Kikyo y su esposo Naraku, la nueva marquesa, Kagome y por tanto ella y su hijo Miroku. Todos a excepción de Kagome la miraban atentamente, como si esperaban una respuesta.
—Serás mi hijo – respondió ella, mirando a Miroku desafiante – Pero lo que haga, planee o deje de hacer en "Mi casa" – y fue muy enfática en esa última frase – Es mi asunto que ni tú y nadie de ustedes – señaló al resto – Me lo va a tener que cuestionar.
— ¿A costa de condenar a tu hija a un matrimonio que no desea?
Megan alzó una delgada ceja, su hijo no estaba siendo razonable o más bien el inútil no quería darse cuenta de que ellos dos estaban destinado a unirse tarde o temprano. Si no era en esta vida, sería en otra y si no era en esa, sería en mil vidas más.
—Si no me falla mi memoria – alzó la voz – Tú la querías casar con un anciano más viejo que yo.
—Eso es diferente – parpadeó Miroku, defendiéndose del ataque.
—Ah – esbozó una media sonrisa – No es diferente. Al menos el duque es más joven, más atractivo a la vista femenina que un anciano exponiendo su cuero flácido....— se aclaró la garganta –Y, sobre todo el duque....— y de pronto sintió calor —el duque... podrá hacerle los hijos que ella quiera.
— ¡Mamá! – ahora era Kikyo quien intervenía. –¡Recuerda que aún es virgen! – señaló con la cabeza a su hermana.
Megan levantó los brazos con frustración. Claro que ella, mucho menos Kikyo ni Sango llegaron vírgenes.
— ¡Ni siquiera yo llegué virgen al matrimonio! – exclamó – Por eso tu padre pidió licencia, aparte ya venía embarazada de Miroku y tú – señaló a Kikyo – Déjame que te recuerde que tú tampoco, así como Sango...
—Mamá, creo que esto no es tema – interrumpió Miroku, avergonzado.
Megan miró a todos alrededor, en especial a la más joven de sus hijas. Kagome la miraba con una ceja alzada y algo confusa.
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LADIES: ¡ESE DUQUE ES MÍO!
RomanceKagome tenía altas expectativas cuando llegara el tiempo de hacer su presentación en sociedad. Su corazón latía desbocado por el hijo bastardo de un duque, pero para él solo era más que una hermana. ¿Algún día logrará conquistarlo?