Capítulo 18
La marquesa viuda no daba crédito a lo que su hija le trataba de explicar detalladamente, solo para que ella no se perdiera absolutamente de nada. Una mirada fugaz se desvió a las pequeñas niñas que en ese instante jugaban con su hijo. Aun no podía similar que ellas eran hijas del difunto duque, el Lord Sesshomaru.
Pero sin duda lo que más le inquietaba era el hecho de saber quién era la madre de ambas niñas. Algo que su hija omitía.
— ¿Quién es la madre?
La nueva duquesa de Lexington negó, esa era una información delicada que podría perjudicar a una dama. Dama que se encontraba en Italia.
—Solo diré que fue una dama de sociedad.
Contempló el semblante pálido de su hija, debía estar en reposo luego de haber arriesgado su vida de esa manera. Pero por más que le insistió, su hija se hizo la fuerte, alegando que no lo necesitaba.
— ¿Estas realmente dispuesta a tomarlas bajo tu protección? – preguntó mientras agitaba la cuchara en su taza de té – Mira que la sociedad te señalara siempre por haber aceptado a ...— bajó un poco más la voz para que solo la escuchara su hija— Las hijas de otra.
Sabía exactamente a donde quería llegar su madre, pero lo que no se daba cuenta es que ella había hecho lo mismo con Inuyasha. Tomándolo bajo su protección, incluso integrándolo a clases con sus hermanos.
— ¿No fue eso lo que hiciste con Inuyasha?
Su madre asintió y se bebió un poco de té.
—Si – asintió al fin – Y es algo de lo que no me arrepiento. Salvo por el desliz que cometiste en la presentación de Kikyo.
— ¡No pasó nada!
—Lo sé – asintió ella, dejando su té sobre una mesita –¿Qué querías que pensara? La mayor chismosa de Londres los había visto. Según ella, en un acto indecoroso.
Esa noche el destino de todos había tomado rumbos distintos. Inuyasha se hizo duque, a ella la había envido a un internado. Sin embargo, el destino había sido caprichoso, regresándolos al mismo punto de la vida.
—Aunque si me hubieras dicho en su momento lo que sentías por él, habría abogado por ti y él ante tu padre. Recuerda lo diplomático que podría llegar a ser.
Si, tan diplomático que la había enviado a un internado durante ocho años.
—Yo nunca....
La detuvo con un simple gesto de mano.
—Hija, si eras y sigues siendo un libro abierto. De niña solo lo veías como un hermano, pero a medida que ibas creciendo esos sentimientos cambiaron radicalmente. Pero algo me dice que no están pasando por buen momento.
No quería decirle a su madre sobre la discusión que habían tenido antes de que él se marchara. Las tenía marcadas a fuego vivo y todavía seguían doliendo.
—No dejes que el rencor ciegue los sentimientos que tienes por él.
Antes de añadir algo, Irasue entró con Inuyasha a la sala de estar. La duquesa viuda ocupó un asiento que daba justo frente a sus nietas. Una sonrisa enmarcaba su rostro, mirando con admiración a las gemelas. Era como ver la viva imagen de su difunto hijo. Agradecía a su hijo por haberle dejado un pedacito de él antes de marcharse de este mundo terrenal.
Inuyasha ocupó un lugar a lado de Kagome. Ella alzó una ceja al verlo sonreírle, aún estaba molesta con él, así que desvió la mirada a otro punto. Su madre tuvo que morderse el labio inferior para no reír ante la cómica escena. Así que se levantó de su propio asiento, dándole a esos dos un poco de intimidad.
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LADIES: ¡ESE DUQUE ES MÍO!
RomanceKagome tenía altas expectativas cuando llegara el tiempo de hacer su presentación en sociedad. Su corazón latía desbocado por el hijo bastardo de un duque, pero para él solo era más que una hermana. ¿Algún día logrará conquistarlo?