Miroku caminaba de un lado a otro, de vez en cuando se detenía para mirar hacia las escaleras con la esperanza de que su madre y hermana bajaran. Sango, su esposa trataba de atrapar a una de las gemelas y arreglarle su vestido blanco, mientras que Kikyo la ayudaba colocando una diadema de rosas blancas a la otra gemela, pues ambas gemelas serían pajes.
Su cuñado, Naraku, era el más tranquilo de todos, pues entretenía a su primogénito y de vez en cuando supervisaba a su pequeña hija, la cual estaba dormida en su carrito.
Un día previo al enlace se habían quedado a dormir en casa de su madre para así, partir todos juntos a la iglesia. Lo que no le agradaba era que Inuyasha se llevaría a Kagome por unos días a Cornualles por algún tiempo, así no iba a poder supervisar si él cuidaría de ella tal y como se lo prometió.
― Deja de caminar de un lado a otro. Alteras mis nervios – lo interrumpió Kikyo, observando el peinado de su sobrina –Tal parece que eres tú el que se va a casar.
― ¿Ya viste la hora que es? – preguntó él, avanzando hacia ella – Tenemos media hora para llegar a la iglesia.
Kikyo se encogió de hombros.
― Además no habrá más invitados que nosotros – explicó Sango, un poco agitada por la carrera que le hizo dar su hija.
Eso era verdad, cuando su madre le anunció que los novios acordaron que no invitarían a ningún membro de la sociedad casi pegaba el grito en el cielo. Incluso estuvo tentado en convencer a su hermana que cambiara de opinión, pero su madre se lo prohibido alegando que era decisión de Kagome e Inuyasha.
― Y no será la primer y ultima novia que acuda tarde el día de su boda.
― Recuerdo una novia que no fue puntual el día de su boda – comentó Naraku, esbozando una sonrisa juguetona. ― Pensaba que se había arrepentido.
― Amor, no ayudas ¿Sabes?
Pero él simplemente volvió a sonreír y le envió un beso al aire a su amada esposa, haciendo que ella se sonrojara y retomara el peinado a su sobrina.
XXX
Irasue llamó a la habitación de Inuyasha y aguardó para que le diera autorización de entrar. Cuando lo hizo, lo vio frente al espejo tratando de hacerle un nudo a su corbata― listón. Su cabello aún estaba desaliñado y sus puntas le caían en la frente. Esbozó una sonrisa con ternura y se acercó a él dispuesta a ayudarle.
Él sonrió al verla con un elegante vestido en color verde.
― Tal parece que es la primera vez que te atas un nudo – comentó con una sonrisa burlona.
― No estoy nervioso – se encogió de hombros y dejó que la mujer le ayudara.
― ¿Por qué no dejas que tu cámara de ayuda lo haga? – preguntó – Para eso es.
― No soy un inútil.
― Lo sé – lo miró y asintió – Pero en estos momentos tienes manos de mantequilla.
La verdad es que, si estaba nervioso, pero no quería reconocerlo frente a la duquesa. Sus pensamientos tenían ocupada su mente, pues no dejaba de imaginarse como se vería Kagome con su vestido de novia. Irasue no quiso darle ningún detalle, solo recordaba que utilizó frases como "elegante y sutil".
Desde luego que le pegaron un bono extra a la modista para que cerrara su local y solo estuviese concentrada en la confección del vestido de la futura duquesa.
Miró el reloj de pie que estaba a un lado del espejo, faltaba casi quince minutos para salir de casa y aun no podía terminar de acomodarse una simple corbata.
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LADIES: ¡ESE DUQUE ES MÍO!
RomanceKagome tenía altas expectativas cuando llegara el tiempo de hacer su presentación en sociedad. Su corazón latía desbocado por el hijo bastardo de un duque, pero para él solo era más que una hermana. ¿Algún día logrará conquistarlo?