•Capitulo 41•

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.Hoseok.


—"¡Papá, papá! Mira, ¡Gané mi primer medalla en Hip Hop!"

Recuerdo haber llamado tantas veces a mi padre por toda la casa, y mi voz era tan fuerte que provocaba ecos en todos lados, era imposible que no me escuchara, a menos que estuviera hablando a través del teléfono, otra vez.

Llegué hasta su oficina, escapando de los regaños de mi niñera diciendo que no corriera en las escaleras, pero en verdad quería demostrarle que logré algo como obtener una medalla, y ganarme el respeto de los que no creían en mi talento aparte de Yongsun.

Entré sin tocar la puerta, lo cual provocó un mal gesto de papá hacia mí, y me estremecí porque era probable que después de hablar por teléfono me tocará escuchar algún tipo de regaño, pero con una medalla tan brillante como la que había ganado era imposible que eso pasara.

Me senté a esperar en un largo sillón frente a él, tal como si fuera uno de sus trabajadores esperando por su turno, se sentía tan incómodo, mi emoción estallaba por todos lados y él no lo notaba como para apurarse y cortar rápido.

Cuando por fin terminó, me acerqué emocionado hacia su escritorio, y me acodé en él, quitando el emblema de mi cuello antes.

Mi padre me miró con seriedad al comienzo, pero al darle mi premio y sostenerlo entre sus manos me sonrió con algo de orgullo, y llegué a tranquilizarme por eso.

—"Muy bien, Hoseok"—es lo único que él me dijo antes de devolverla.

—"P-perdón por entrar sin avisar, quería impresionarte más entrando de la nada" —me justifiqué —"¿Iremos al parque de diversiones como prometiste?"

Se dispuso a revisar algunos papeles que estaban sobre la mesa, y me quedé esperando su respuesta.

"No recuerdo haber dicho algo respecto a eso."

Pensé que sería una broma, pero iba más que en serio.

—"¿Qué? Claro que sí, dijiste que no importaba si perdía o ganaba, que saldríamos cuando regresara porque no pudiste ir a verme, ¡Recuérdalo bien!"

Mis ojos ya estaban preparándose para estallar en llanto, pero quería aguantar hasta llegar a mi cuarto al menos.

Creyó que fue divertido cómo me sentí al ver a mis otros amigos con sus padres y familia, que llegaban a verlos, con pancartas con sus nombres, y aunque perdieron se alegraban con su familia porque estaban ahí con ellos, o si se decepcionaban tenían a alguien que les hiciera ver qué podrían intentarlo la próxima vez.

Esa noche, aunque gané una medalla importante, no tuve a nadie más que una niñera esperando solo por llevarme a casa, no alegrándose de mi.

De igual modo, imaginé a mamá en alguna que otra banca vacía mirándome orgullosa, como siempre lo estuvo, y eso me regresó la sonrisa hasta llegar a casa.

—"Sabes que no falté porque quise, hijo, y está vez tampoco será así. Tengo compromisos, soy adulto"

¿Acaso eso lo justificó? Para nada. Esa era su única escapatoria, la odié siempre.

—"Yo soy uno de tus compromisos hoy, te aparté desde hace una semana y dijiste que estabas libre para mí, no puedes hacer esto"— corrí y me aferré a sus piernas, dónde mis primeras lágrimas empezaron a salir.

—"Le diré a tu niñera que cocine algo especial para tí, ¿Un pastel, no crees?"

—"No, no quiero nada de comer, ¡No quiero nada!"

La empleada de Los Park || 𝐏.𝐉𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora