Iniciando un viaje

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-Hola nena, ¿qué pasa?, ¿te sientes mal? -preguntó mi amiga cuando llegó a mi lado.

-Estoy bien -mentí asintiendo sin ganas.

-Me contarás después -afirmó sonriéndome, ella sí que me conocía.

Sonreí un poco en afirmación, tenía que sacar esto de mí, me estaba carcomiendo y era algo que simplemente no podía llegar a ser jamás.

Ella se despidió, disculpándose ya que debía estar hablando con interesados en sus pinturas, donadores y todo lo relacionado con el evento.

No podía simplemente alejarme de Clark , debía ser profesional y superar lo que sea que estuviera pasando. No debía evitarlo, pero tampoco acercarme a él. Seguí mirando las pinturas hasta que estaba enfrente de una que me cautivó hasta erizar mi cuerpo y dejarme sin aliento, fue tanto así que no me percaté de que el señor Clark había llegado a mi lado.

-¿Se siente bien? -preguntó.

No lo miré porque la pintura captaba toda mi atención.

-Sí, lo estoy, es sólo... Haga la oferta más alta por esta pintura, debo tenerla a cualquier precio.

Era una versión moderna de la pintura el beso de Gustav Klimt, siempre había amado esa pintura que representaba el amor y, a la vez, un sentimiento inalcanzable de un beso palpable que jamás ocurriría.

Había pasado una hora en la que el arte y las pláticas cortas con Cati no me habían hecho sentir cómoda, así que después de donar y comprar un par de pinturas, decidí irme. Ya había hablado con socios y hecho mi acto de presencia.

-Me voy -anuncié cuando me encontré con mi amiga.

-Viniste, donaste y, además, hiciste que muchos buenos compradores hicieran su aporte, no te podría pedir más. Gracias por hacerlo.

Me dio un abrazo y yo se lo devolví. No solía ser buena para las demostraciones de afecto, pero había sus momentos.

Después de despedirnos, Clark me avisó que el auto estaba esperando por nosotros, me despedí de algunos invitados y, tan pronto como parpadearon, ya estaba dentro del auto.

Suspiré moviendo el cuello para tratar de relajarme.

-¿Le gustó la exposición ? -pregunté al señor Clark.

-Sí, es-estuvo maravilloso -respondió bajo y con eso terminó la conversación.

En todo el camino a casa, ninguno de los dos dijo nada. Yo evité mirarlo, él sólo tecleaba en su teléfono, tal vez escribiéndole a Brittany o qué sé yo.

Cuando el auto se estacionó en mi apartamento, el señor Clark se iba a bajar, suponía que para acompañarme al apartamento, pero no era necesario y se lo hice saber.

-Descuide, Clark, sé cómo llegar a mi casa. Lo veo mañana. -Y, sin más, me bajé dejándolo en el auto.

Al llegar al apartamento di por terminados todos los pensamientos que podía tener, los suprimí como había estado haciendo ya varias semanas. Me quité el vestido, los tacones, me di un baño y, con todo el cansancio del día, me quedé dormida en cuando mi cuerpo tocó la cama.
.
Me desperté con nueva energía, decidí llegar algo tarde a la oficina, por lo que me vestí sin prisa y me dispuse a comprar un café y algún panecillo. Mientras estaba en un café cercano a la oficina, empecé a pensar en mi vida, no de una manera profunda, pero tampoco superficial. Tenía el sentimiento, o pensamiento, de que todo era como debía ser, pero había cosas de las que no me daba cuenta, que pasaba por alto.

Mi teléfono sonó. Se habían tardado ya, pensé.

-Hola.

-Ali. -Era mi papa quien me llamaba.

Jugando a Seducirte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora