Hermosa casualidad

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Me despedí de la hermana de Patrick prometiéndole que iba a presentarle a Cati, Sarah, mi hermano y mis otros amigos, que sabía la adorarían. Ella era muy dulce y habladora sin ser pesada, me sentía realmente bien al estar dentro del vínculo familiar de Patrick. Conocía muy poco de él y esa era una parte de su vida que estaba segura no le mostraba a cualquiera.

Salimos del restaurante, yo tenía que regresar al trabajo, pero en realidad no tenía muchas ganas de hacerlo. Me invadían constantemente esas ganas de mi independencia y soledad, a la cual estaba acostumbrada, pero en cuanto imaginaba estar lejos de él todo eso desaparecía, volviéndome una mujer ansiosa por verlo, hablar con él o, al menos, estar en la misma habitación.

-Ali, tenemos que hablar de algo -dijo Patrick mientras me llevaba al trabajo.

-¿Qué pasa?

Realmente, odiaba ese cliché de tenemos que hablar, por lo general lo pasaba por alto y no me importaba, pero tratándose de Patrick me ponía nerviosa. Tal vez teníamos que hablar de mi pésimo comportamiento el día que fue a buscar a su hermana al aeropuerto, esperaba que no estuviera molesto por eso; lo menos que deseaba era que mi carácter y manera de ser arruinaran lo que teníamos.

-Es sobre mi trabajo. -Me miró en cuanto se detuvo en un semáforo, asentí para que continuara-. Bueno... ya no tengo trabajo.

Sonreí sin poder evitarlo.

-Lo siento mucho.

-Si no tuvieses esa amplia y hermosa sonrisa, creería que realmente lo sientes -comentó sonriendo.

Me encogí de hombros.

-Sabes lo que pienso de esa mujer.

-Lo sé y no quería que eso se convirtiera en algo para discutir. -Evitó mi mirada en cuanto lo dijo y, de nuevo, estaba ese sentimiento que algunas veces me invadía cuando estaba con él, como si me estuviera perdiendo algo importante. Negué rápidamente, él era un hombre honesto, sólo me ponía nerviosa con todo los sentimientos nuevos que estaba descubriendo.

-Ahora podrás trabajar para mí.

-Ali, no creo que sea...

-¿Por qué? -me quejé.

Quería ser siempre dulce y tierna con Patrick, ese tipo de chica que es mimosa, adorable y calmada, pero no podía; tenía ese carácter y esa personalidad que, aunque los podía manejar algunas veces, iban a seguir conmigo siempre y eso era algo a lo que él debía acostumbrarse.

-¿No sería un problema para ti salir con alguien con quien trabajas? -preguntó algo inseguro.

Sonreí porque él sí que sabía ser adorable sin proponérselo.

-Soy la jefa, puedo hacer lo que quiera.

Su carcajada me hizo sonreír, acomodó sus lentes y se estacionó delante de la empresa.

-Sí, cariño, tú eres la jefa.

Nos miramos y suspiré, odiaba despedirme de él porque sabía que en cuanto estuviera en mi oficina siendo toda una perra mandona, empezaría a extrañar el color cálido de sus mejillas, ese olor dulce y familiar que me intoxicaba, la manera en la que acariciaba mi mejilla como si quisiera acunarme en su pecho. Sabía que extrañaría todo de él y eso me encantaba y aterraba en partes iguales.

Me incliné en el asiento y lo besé, acariciando sus dulces labios con los míos antes de alejarme. Rozó su nariz con la mía, suspirando.

-¿Nos veremos después? -pregunté.

-Debo ir a hacer algo, pero después si quieres puedo ir a tu apartamento.

Asentí sonriendo.

-Sí, quiero que vayas... Te quedarás -lo último lo dije más como una orden. Él sonrió porque, al parecer, le hacía gracia que le diera órdenes.

Jugando a Seducirte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora