Cuestión de tiempo

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Estaba inerte, sin sentir nada, absolutamente nada. Después de lo sucedido con Patrick, Brittany y Lucy, todo me abrumó, hasta que cada sentimiento pareció congelarse dejándome sin sentir nada y aún no sabía si eso era bueno o realmente malo.

Escuché el sonido de alguien tocando la puerta, pero lo ignoré; no quería ver a nadie. Cuando llegué a casa, después del horrible día que había tenido, me acosté en la cama y pasaron horas antes de poder levantarme y darme un baño; ahora sólo estaba en mi pijama hecha un ovillo en la cama.

Sentir lástima no era lo mío, sobre todo si se trataba de mí, pero en ese momento sólo quería dejar ese día para actuar como en realidad me sentía, sin ocultar nada o fingir que todo lo que había pasado no me dolía. Pero ni eso podía hacer, era como si mis sentimientos se ocultaran dejándome vacía, sólo con recuerdos y momentos que no me dejaban pensar en nada más.

El ruido de la puerta no cesó hasta que escuché su voz.

-Ali, sé que estás ahí, más te vale que me abras en este momento. -Suspiré, tomé fuerzas y me levanté.

Caminé sin mucho ánimo hacia la puerta, sabía muy bien que ella no dejaría de tocar y lo mejor en ese momento era tener algo de compañía; el silencio y tantos recuerdos me estaban enloqueciendo.

-Hola -saludé al abrí la puerta. Allí estaba Cati, con cara angelical pero mirada triste.

-Hola, mi gruñona, ¿cómo estás después del día de hoy?

-¿Cómo sabes lo que pasó? -pregunté sin entender.

-Yo le dije, pensé que necesitabas apoyo.

De la nada apareció Sarah a la espalda de Cati, tenía en sus manos un pote de helado de chocolate y unas películas. Ella sonrió con timidez esperando mi respuesta.

Ladeé mi cabeza y sonreí, una sensación de calidez invadió mi pecho. No importaba qué tan mal estuviera mi día, sabía que las tenía a ambas para estar conmigo en mis momentos difíciles y eso era algo nuevo. Aunque hacía mucho tiempo conocía a Cati, nunca me había abierto a dejar entrar a otras personas para conocerme, entenderme y sólo dejar que se preocuparan por mí.

-Sólo tengo una regla -dije con seriedad, ambas me miraron atentas-, no hablaremos sobre lo ocurrido.

Tanto cati como Sarah asintieron enseguida.

Por alguna razón no quería revelar nada de nuestro último momento, era mío. Tal vez él se lo contara a ella, pero yo sentía que ese momento en el elevador, las sensaciones y palabras, pertenecía a algo que no quería dejar fuera de ese lugar.

Fui por algo para servirnos el helado, mientras Cati colocaba la película. El ambiente se sentía amigable y ligero, sin presión por ellas o recelo por mi parte. Nunca había experimentado contar tanto con amigas y todo ese asunto, lo que me parecía algo muy considerado y acogedor.

-Bien, tenemos una gran decisión por tomar -comentó Cati cuando llegué a su lado.

La miré preguntándome si pasaba algo malo.

-¿Qué pasa?

-Estamos decidiendo entre ver Este cuerpo no es mío, que es graciosa e hilarante -explicó con una amplia sonrisa mientras me mostraba en un lado de su mano la película- y La propuesta, con una graciosa Sandra Bullock.

Rodé los ojos mirando ambas películas en sus manos y me encogí de hombros.

-No he visto ninguna.

-¿En serio? -preguntó Sarah con una mirada de horror.

-Bueno, tengo mucho trabajo, no es como si me pasara el día mirando películas -repliqué a la defensiva, cruzándome de brazos.

-Hey, tranquila, sabemos que eres la ama y señora de nuestro mundo gris -espetó Cati con ironía-, así que nosotras te traeremos algo de luz con graciosas películas que tienes que ver; por lo que deja esa cara y relájate un poco.

Jugando a Seducirte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora