Admitiendo mí derrota

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Esa noche no pude dormir, sólo pensaba y pensaba en sus palabras, la manera en que las dijo, tan frío y distante, jamás lo había visto así porque él no era así, él era Clark, un tímido y raro chico, pero en la cena él sólo se veía como alguien rechazándome, lo que no encontraba coherente y me desconcertaba. Todo lo del elevador, la noche que estaba ebria y lo besé, todo me tenía tan confundida que pasé la noche dando vueltas tratando de dejar de pensar en él, pero no pude.

Desperté cansada y aún confundida, sólo quería volver a casa, estar en lo conocido, tal vez me daría más claridad respecto a él y a todo el desastre que era mi cabeza en este momento.
Después de darme un baño y vestirme, me quedé un rato sentada al borde de la cama mirando el amanecer por la ventana, suspiré.

Dios, Ali, cálmate, me grité mentalmente, eres una mujer adulta, poderosa e importante, esto es un estúpido gusto que pasará en cuanto regreses a casa, es sólo eso, él no es nadie, sólo tu asistente, tal vez sólo te gusta por estar tan sola últimamente; si es eso ya no importa, tengo que llegar a casa y hablar con Cati, sé que me ayudará a entrar en razón porque es imposible que yo, Alison Hoffman, sienta atracción por alguien como Clark.

Ya las maletas estaban listas y serían enviadas en cuanto saliéramos al aeropuerto, sólo faltaba algo y eso era valor, sí, eso mismo faltaba, valor en mí para salir y tocar su puerta para verlo y fingir que no me molestaba y me hería un poco su rechazo, pero tenía que hacerlo, era su jefa... era imposible evadirlo y tampoco era algo que debía hacer, así que di un respiro profundo y abrí la puerta.

Me quedé enfrente de su habitación por unos segundos antes de tocar, no tuve que esperar mucho antes de que él saliera, tenía una sonrisa tímida en los labios, por lo que pude ver ya que no quise mirarlo a los ojos, así que no lo hice.

-Hola, señorita.

-Hola, Clark ah... yo creo... -Por Dios, Ali, di algo, ahora eres tú la que tartamudea, me reprendí-. Debemos irnos, el vuelo sale pronto.

-Todo está listo para que las maletas sean trasladadas al igual que los contratos. -Asentí en entendimiento, evitando mirarlo y oler ese inconfundible aroma que provenía de él.

-Es mejor irnos. -Di media vuelta y empecé a caminar, él me siguió en silencio, y en silencio nos quedamos todo el viaje hasta el aeropuerto. Por suerte no faltaba mucho para que el avión despegara cuando nosotros llegamos, lo menos que quería era tener un incómodo momento de espera con él.

Clark, por lo visto, no me quiere cerca, pensé ya que él había reservado los asientos y los había pedido a cada lado del avión, tan separados cómo fue posible. No quise pensar en eso, así que me senté y me dispuse a cerrar los ojos y tratar de dormir, pero no podía. Después de que el avión despegó, miré a donde se encontraba. Él tenía los ojos puestos en un libro, traté de ver sobre qué se trataba pero él estaba muy lejos y era imposible hacerlo, dejé de intentar y traté de ver una película aunque después de un rato sólo no pude prestarle más atención.

El viaje, aunque fue tranquilo y sin turbulencia, para mí fue agotador, no pude dormir o hacer otra cosa que no fuera pensar en qué pensaba él o qué era exactamente lo que yo sentía o pensaba. Mi cabeza sólo... ella no paraba de imaginar de todo y suprimir todo después, necesitaba tranquilidad, necesitaba mi hogar y lo que más necesitaba era alejarme de Clark.
Ya estábamos esperando el taxi que nos llevaría a casa, es decir, él estaba esperando el suyo y yo el mío.

-Sus maletas deben estar en la puerta de su apartamento junto a los papeles que me pidió que se enviaran en sus pertenencias, mañana no tiene ninguna junta, en general esta semana no tiene. -Acomodó sus lentes mientras revisaba su teléfono en el cual suponía tendía toda la información-. ¿Necesita que haga algo más por usted? -preguntó.

Jugando a Seducirte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora