Un momento perfecto

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La sonrisa en mi boca y mi cara de felicidad eran tan grandes que no podía ocultarlas, estaba realmente feliz. Todo lo que había pasado la noche anterior y todo lo demás con Patrick, mi familia y el trabajo estaba en armonía. Pero también me producía algo de miedo, ya que cuando las cosas están así de bien suelen pasar cosas no deseadas, pero esperaba que ese no fuera el caso y que todo siguiera igual y que mejorara con el tiempo aún más.

-Buenos días -saludó Patrick entrando en mi habitación.

-Buenos días -respondí sin dejar de sonreír.

Él llegó hasta la cama con una bandeja de comida en sus manos, me senté y me hice a un lado para que él hiciera lo mismo.

-¿Qué es todo esto? -pregunté mirando la bandeja.

Patrick se encogió de hombros.

-Quise traerte el desayuno a la cama. -Besó mis labios y acarició mi mejilla, yo cerré un poco los ojos y sólo disfruté de sus caricias.

Pasamos la mañana en la cama comiendo y mirando televisión, ya que había decidido no ir a trabajar. Mi hermano podía encargarse de todo, por un día sólo quería disfrutar un poco de mi felicidad.

-¿Quieres salir a dar un paseo? -preguntó Patrick después de almorzar.

-Sí, me encantaría. ¿Qué haremos?

-vístete cómoda.

Aunque realmente odiaba dejar el control de mi día en manos de alguien más, se trataba de Patrick y él siempre sabía cómo hacerme sentir amada y bien en cualquier lugar.

-¿A dónde iremos? -pregunté cuando ya estaba lista.

-Vamos a trotar.

Lo miré con sorpresa.

-Lo sé, parece raro, pero me gusta trotar y quisiera hacerlo contigo, si es lo que quieres... Si no podríamos... -Su tartamudeo empezó.

Me reí sin poder evitarlo, él se acercó y pellizcó mi cadera.

-Eres muy tierno -dije entre risas.

-¿Por qué te ríes? -preguntó sin entender.

-Porque te amo, eres demasiado tierno.

Él, aún confuso, negó con la cabeza y me besó.

Tomamos nuestros termos para el agua y salimos a trotar. A mí me gustaba correr por Central Park, era un ambiente muy relajado y a la vez no me alejaba de mi ajetreado entorno.

Patrick y yo corrimos sin parar por 20 minutos, hasta que jadeé deteniéndome y bebiendo un gran sorbo de agua. Él se detuvo y se veía como si estuviese acostumbrado a hacerlo todos los días.

-¿Cómo es que te ves tan... -Tomé una bocanada de aire- fresco? -dije al final.

Se encogió de hombros.

-Te dije que me gusta correr.

-A mí también -espeté-, pero no para un maratón.

Rió y me hizo señas para que camináramos a paso ligero, lo que agradecí, porque otra carrera me iba a dejar sin aire.

-¿Por qué te gusta hacer tanto ejercicio? -pregunté mientras caminamos uno al lado del otro-. No es que me queje, pero no parecías muy aficionado al deporte cuando te conocí.

-Nunca quise que las personas sólo vieran el físico en mí, pero sé que el mundo está muy definido por cómo te ves. Además es bueno para mi salud.

-¿A tu hermana también le gusta el deporte?

-Sí, a Rose también le gusta, aunque ella es más de hacer pilates y yoga.

Jugando a Seducirte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora