TORMENTA INMINENTE

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A la mañana siguiente, Lan Zhan levantó en brazos a un flácido Omega depositándolo suavemente en la sala.

–        Lan Zhan, fuiste muy cruel anoche– se quejó. En su delicado cuello se podían ver marcas de dientes y hematomas – ¿Tu celo se adelantó?

Lan Zhan no respondió, ni él sabía lo que había pasado, su libido de por si anormalmente alto pareció recibir un estímulo extra.

Wei Ying acostumbrado a parlotear solo, no se molestó en esperar respuesta y continuó quejándose – Me duelen las piernas, tengo la cintura adormecida; no podré llegar al trabajo, A-Zhan ¡eres realmente cruel!

–        Mhn, te llevaré

Los grandes ojos grises parpadearon coquetos– ¡Genial A-Zhan! – Wei Ying solía ser bastante caprichoso.

Jiang Cheng se despertó hasta más tarde gracias a cierto par de criaturas lascivas del averno.  Apenas y le dio tiempo de freír algunos huevos y usar la tostadora. Comió un par de ellos, dejó nota y salió apresuradamente.

 “Jodidos bastardos” pensó.

Poco tiempo después llegó Lan Zhan, sorpresivamente encontró una pequeña nota azul pastel con letra apresurada

 “Guardé algo de comida en la nevera; si la comes no intentaré asesinarte”

 -Jiang Cheng

Una sonrisa casi imperceptible surgió inconscientemente en sus labios y una agradable calidez invadió su pecho.

Algo había cambiado, y tal vez, sólo tal vez no estaba preparado para eso.

Animado, comió lo que Jiang Cheng le había dejado y se dispuso a trabajar desde su laptop.

Un par de horas después Jiang Cheng regresó – ¿No fuiste a la empresa?

–        Mmn, día libre

–        Entiendo; subiré a darme una ducha, ¿Algo que quieras comer?

–        Lo que sea está bien.

Una risa cristalina inundó la sala

 – Bien.– se dirigió a las escaleras; apenas había subido al primer escalón cuando el timbre sonó

–        ¿Esperas a alguien?

–        No, ¿Tú?

Jiang Cheng negó – Iré a abrir.

Un remolino de gardenias se lanzó a sus brazos – ¡Cheng-er!– una bella Omega de ojos gris tormenta lo revisó de pies a cabeza – ¡Gracias al cielo que estás bien!

–        Ummm… – musitó apenado– ¿Podrías soltar mi cara?

La Omega suspiró dramáticamente – cachorros malagradecidos, cuando crecen ya no te quieren cerca– de inmediato sus ojos brillaron emocionados– ¿Quién es este joven Alpha?

–        Lan…

–        Bueno, no importa – su mirada se dirigió hacia la puerta entreabierta – ¡pueden entrar!

Un grupo de betas entraron en la residencia cargando sendas maletas y equipo fotográfico.

Lan Zhan quedó petrificado ¿Qué demonios era eso? ¿Acaso pensaban montar un estudio fotográfico en su casa?

Bueno… no estaba del todo equivocado.

Cuando logró salir de su estupor un gruñido se escapó de su garganta.

–        ¡Quédate quieto Alpha!– vociferó Zidian – Cheng-er acumuló montañas de trabajo por culpa de este estúpido viaje.

Jiang Cheng suspiró internamente.

Lan Zhan se calmó, en su opinión, no había nada más terrorífico que un Omega enfadado.
Además ninguno representaba una amenaza real.

Pronto comenzaron a montar todo el equipo y a sacar montañas de ropa y accesorios de las maletas apilándolos en su sala.
Arrastraron a Jiang Cheng detrás de una pared desvistiéndole en el proceso.

Ante la mirada atónita de Lan Zhan, el blanco torso del joven quedó expuesto. Una serpiente ascendía desde su brazo enroscándose seductoramente entre flores de loto  hasta descansar en la parte superior de su hombro al lado de un tierno capullo, tendiendo una trampa a su desdichada presa.

Su pequeña y delgada cintura estaba adornada por una hermosa línea de sirena que se perdía entre sus pantalones negros, abdomen ligeramente marcado y piel lechosa de porcelana que lucía suave e inmaculada.

 “Jodidamente sexi” el Alpha tragó saliva, sus pupilas se dilataron.

¿Por qué le parecía tan atractivo otro Alpha? ¿Qué diablos le pasaba? Ni siquiera sabía a qué olía su feromona, ¿Había algo malo con él?

El sensual aroma a sándalo comenzó a invadir el ambiente.

Jiang Cheng finalmente salió, vestía una ligera camisa blanca desabotonada, pantalones cortos beige y sandalias. Un colgante de espada descansaba casualmente sobre su pecho y sus negros cabellos acariciaban libres su barbilla, sus ojos amatistas refulgían bellamente enmarcados por un manto de noche sin luna ligeramente húmedo y revuelto.

Era una oda a la perfección.

– Toma – le lanzó un frasco frunciendo el ceño claramente enojado

Lan Zhan lo interrogó con la mirada

 – supresores, apestas – el joven bloqueó su naríz.

Claro, a ningún Alpha le gustaba la feromona de otro.

Lan Zhan roció sobre él todo el frasco ocultando así de mala gana su aroma desenfrenado.

Los ojos grises de Zidian relampaguearon, como el cielo anunciando una tormenta.

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