INFIERNO Y CASTIGO

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Wei Ying había despertado por el terrible dolor que le atormentaba, sólo para ver consternado que estaba desnudo pegado al cuerpo de otro alpha, se deslizó suavemente tratando de no despertar a nadie.

Aterrado, tomó algunas prendas que encontró tiradas por ahí y huyó de ese lugar soportando el dolor que lo embargaba, era como sentir un hierro ardiente en la piel.

Tomó un taxi hasta su casa, apenas poner un pié dentro, corrió hasta el baño asustado, en su reflejo vió cómo la marca que lo unía a Lan Zhan desaparecía lentamente.

Regresó mordiendo sus labios hasta la recámara vacía y se recostó, estaba en shock, ¿Qué haría ahora?

Él sabía bien que estaba con el Alpha Lan más por gratitud que por amor.

 Y ahora ya no tenía nada.

Esperó, esperó por casi seis horas hasta que Lan Zhan regresó. Impaciente y preocupado se lanzó a sus brazos como siempre sólo para recibir un rotundo rechazo.

La realidad lo golpeó, Lan Zhan olía diferente, había otro aroma impregnado profundamente en él, alcanzó a ver una mordida sobre la glándula del Alpha.

¿Era posible marcar a un Alpha?

–        Wei Ying – la voz grave lo arrancó de sus cavilaciones

–        Q…¿Qué sucede A-Zhan? – preguntó nervioso

–        Debes irte

–        ¿Qué? ¿Estás diciendo que me vaya? Bromeas, ¿cierto?

Olvidó que Lan Zhan nunca bromeaba

–        Mn– negó – debes irte, te ayudaré a empacar.

–        No, tú no puedes echarme, me amas – aseguró

–        Wei Ying…

–        Lan Zhan, no puedes hacerme esto.

–        No somos compañeros

–        ¡Eso nunca te importó!

Cierto, en su ceguera se había dejado deslumbrar por la luz artificial de una lamparilla nocturna, pero ahora, había descubierto cuán brillante y cálida podía ser la luna.

–        ¿Q..q…¿Quién es?– preguntó, lágrimas resbalaban por su rostro.– ¡Dime Lan Zhan! ¡¿Quién es?!

–        Jiang Cheng

–        ¿Qué?– musitó – ¿Jiang Cheng?– una risa frenética salió de su garganta – Claro, Jiang Cheng, ese maldito Alpha es capaz de venderle su alma al diablo para dañarme.

Lan Zhan reprimió un gruñido enfadado – Wei Ying..

–        A-Zhan, no puedes dejarte engañar por esa víbora

–        ¡Wei Ying, basta!– no permitiría un solo  insulto a  Jiang Cheng.

Horas después de gritos, reproches, amenazas y lágrimas, Wei Ying se encontraba en el asiento trasero de un coche yendo al otro lado de la ciudad a un departamento que como último acto de bondad Lan Zhan le regaló.

Tres días, tres jodidos días desde la locura de la mansión Wen, ninguno de los involucrados quería siquiera levantar la mirada.

La incógnita permanecía

¿Qué fue lo que provocó tal calamidad?

Sin embargo, no tenían respuesta.

Jiang Fengmian y Yu Ziyuan deseaban con toda su alma no haber asistido a esa maldita celebración.

La nota del momento.

Un vídeo filtrado circulaba por todos los medios. Ambos alfas en lo que parecía ser una orgía desenfrenada.

En cuestión de minutos las acciones de Yunmeng-Corps cayeron, los accionistas enfurecidos demandaron por millones de yuanes a la empresa, las personas condenaron a los Jiang.

Tuvieron que vender todo lo que tenían intentando bloquear la noticia.

Pero, cualquier esfuerzo fue  inútil.

Y la deuda no fue saldada; desesperados, acudieron a la única persona que les quedaba, Jiang Cheng, él tenía la obligación de ayudarlos, se los debía, después de lo que le hizo a Wei Ying.

–        ¿Ahora acuden a mi?– respondió con burla –¿recuerdas lo que me dijiste ese día en tu oficina “padre”? ¿No dijiste que por lo único que me habías llamado era por dinero? ¿Qué seguía siendo la deshonra de la familia? ¿Que para encajar en la familia la persona adecuada era Wei Ying?

–        ¡Jiang Cheng! Como parte de la familia Jiang tienes el deber de ayudar.

–        ¿Ayudar?, Madame Yu, ¿Acaso no recuerda que me echó de la empresa después de recibir mi dinero? ¿No dijo usted que no necesitaba una basura como yo en su impecable familia?

–        ¡Jiang Cheng, respeta a tu madre! – bramó Fengmian haciendo uso de la voz

–        ¿De verdad estás intentado usar la voz conmigo? Oh, claro, olvidaste que esos trucos baratos no tienen efecto en mí.

–        A-Cheng, por favor ayuda a nuestros padres– suplicó Yanli

–        ¡Oh querida hermana! ¿Aún sigues poniéndome delante para no ser tú quien reciba la furia de las escorias?, Patético.

–        ¡Jiang Cheng!

Una risa socarrona inundó el ambiente –  por favor, váyanse, no creo que quieran que llame a la policía, supongo que ahora mismo deben estar buscándolos, si yo fuera ustedes me suicidaría para no vivir con la vergüenza.

Ante la evidente amenaza, no les quedó más que marcharse rechinando los dientes.

Meng Yao sonreía maliciosamente detrás de una pantalla. El video de la mansión Wen únicamente involucraba al matrimonio Jiang. Se había asegurado de eso.

El turno de Wei Ying ya había pasado.

Y el de los Jiang estaba por finalizar.

ÁSPIDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora