MANTIS, ZORRO Y SERPIENTE

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5:45 PM

– ¡Ah! ¡Mira que hora es!– exclamó HuaiSang
– ¿Qué?– lo miró confundido Yao
– ¡La hora Yao-Ge! Casi son las seis – su boca formó un puchero adorable –¡no me estabas poniendo atención! – se quejó – A-Cheng, ¡Yao-Ge me ha olvidado!– articuló dramáticamente.

Jiang Cheng rodó los ojos, Meng Yao se frotó el puente nasal y Zidian sonrió

– Joven Lan, gracias por todo, pero es momento de que nos vallamos
– ¿Mn?– Lan Zhan no entendió. Primero se había apropiado de su casa, ¿y ahora decía que se iban?
– Lan Zhan, nos iremos a un hotel, gracias por hospedarme – dijo Jiang Cheng
– Hay mucho espacio–  Lan Zhan quería que se quedara; no importaba si eso incluía a los otros tres.

Meng Yao suspiró – joven Lan, gracias por todo, pero somos demasiados Omegas, no queremos incomodar.

Jiang Cheng bajó sus maletas y salieron seguidos del ejército de betas.

6:00 PM

– ¡A- Zhan, he llegado! – gritó Wei Ying apenas abrió la puerta – aiiyaa ¿Ya se fue Cheng-Cheng?– dijo al sólo encontrar a Lan Zhan en la sala
– Mnn– asintió en trance
– Yo quería invitarlo a cenar está noche– dijo con cierto tono de decepción en su voz – supongo que será otro día

Lan Zhan no contestó, la casa se sentía demasiado sola.

7:30 PM

– ¡A-Cheng, Yao-Ge dijo que soy un tonto!– exclamó HuaiSang .

Pronto, la habitación se llenó de gritos, risas, palabrotas y uno que otro golpe.

Zidian observaba la ciudad desde la ventana.

Se sumergió en sus recuerdos.

Hacía ya mucho tiempo desde que había perdido a su cachorro, pero la vida le dio otros tres, quizás no biológicos, pero ellos eran su todo.

El primero fue Meng Yao.

Su madre, una humilde Omega que tuvo la desgracia de llamar la atención de un Alpha adinerado.

Y así, él fue concebido.

El  fruto de una violación.

Ella, incapaz de perder o abandonar al cachorro tuvo que convertirse en prostituta para poder alimentarlo.
Había muerto cuando el pequeño Omega tenía solo seis años.

El cachorro vivió en la calle, en casas de acogida, recibiendo golpes, insultos, regaños. Hasta que dos años después ella lo encontró; lo crío como suyo.

Creció para ser alguien capáz de camuflarse, de engañar con su apariencia débil, con su sonrisa gentil, para después arrancar la cabeza de sus presas.

Sanguinario, cruel y engañoso.

Como una mantis.

Después llegó HuaiSang.

El niño había perdido a sus padres apenas nacer, y con catorce años nuevamente había perdido a su única familia, su hermano mayor, un Alpha franco, directo e imponente, pero con un gran corazón, quien hizo lo que pudo para criar a su hermano de la mejor manera.
Ese pequeño y frágil Omega se dobló por algún tiempo, llorando encima de las cosas de su difunto hermano  que logró sacar de su casa.

Hasta que un día se levantó.

Si originalmente había nacido para ser libre, la muerte de su hermano hizo que estuviera dispuesto a quedarse, descubrió que los pinceles y bolígrafos que tanto usaba para hacer sus pinturas y dibujos, también podían usarse para controlar los vientos y los mares.

Mostró lo que realmente se ocultaba detrás de esa apariencia ignorante, torpe y despistada: una astucia y capacidad de manipulación enormes.

Se ocultó detrás de una máscara de fragilidad y  creó una apariencia torpe, todo para ocultar que era astuto y manipulador.

Igual que un zorro.

Capaz de arrebatar almas sin ensuciarse las manos.

Y por último, Jiang Cheng.

Un pequeño acomplejado, subestimado, siempre bajo la sombra de su hermano adoptivo, lo encontró una tarde lluviosa, empapado y con el frío calándole los huesos, perdido, sin saber quién era, ni a dónde pertenecía.
Le ofreció la mano, y él no dudó en tomarla, así de necesitado de amor estaba. Lo crío, le dio el cariño que le faltaba, le ayudó a descubrir su esencia.

Ese niño perdido se había convertido en la criatura más peligrosa que ella había criado.
Seductora, engañosa, manipuladora, letal.

Capaz  de mezclarse con su entorno sin levantar sospecha, llevándote sigilosamente a su  trampa, en la que gustosamente te dejabas caer por voluntad propia.

Tentadora, encantadora y mortal, como una serpiente.

Pero no cualquier serpiente.

Se convirtió en un áspid.

Una sola gota de su veneno te llevaría a la muerte.

El sonido de voces llamándola la trajeron de regreso, entró nuevamente en la habitación ahora tenuemente iluminada para unirse a sus amados cachorros.

Afuera, el cielo relampagueaba.

Una tormenta se avecinaba.

ÁSPIDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora