DECISIONES

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En una cafetería reservada en su totalidad de último momento; HuaiSang estaba refunfuñando entre dientes picoteando su bebida.

¿El motivo? El Alpha de sonrisa estúpida delante suyo.

Lo había atrapado cuando intentaba salir de la mansión Wen después de no encontrar por ningún lado a Meng Yao ni a su madre.

Se ofreció a llevarlo, y a regañadientes se vió casi obligado a aceptar; Era eso o verse envuelto en la locura que estaba por desatarse.

Quizás fue el peor error que había cometido en su corta vida.

Pero fingir ser frágil y asustadizo tenía su precio ¿No?

Justo por eso ahora se encontraba incómodo bajo la mirada anhelante del Alpha Lan.

 Le provocaba escalofríos.

Y no de una buena manera.

Amaba su libertad, y a menos que con ello ganara algo, no quería verse atado.

Lan Xichen veía cómo el pequeño y hermoso Omega bebía un latte frunciendo los labios.

–         Lamento haberte asustado, no quise hacerlo.

–        ¡Oh,claro! No quisiste asustarme, sólo aparecer de la nada – replicó sarcástico

Xichen suspiró; Su Omega era más difícil de lo que pensaba

–        ¿Cuál es tu nombre?

–        ¿Por qué te lo diría cuando tú no me has dicho el tuyo? – Movió graciosamente su abanico.

Una sonrisa gentil apareció en sus labios, la pequeña belleza también podía tener una lengua afilada – Lan Xichen, es un placer conocerte, espero me disculpes por el terrible primer encuentro

–        HuaiSang, Nie HuaiSang – dijo distraídamente

El Alpha suspiró – creo que sabes por qué estamos aquí.

HuaiSang inclinó graciosamente la cabeza confundido –     No sé, no sé, realmente no lo sé– agitó las manos nerviosamente mientras una sonrisa tonta e inocente aparecía en su rostro.

Al verlo tan ignorante, Xichen sintió la furia crecer en su interior; ¿En qué clase de burbuja había crecido su Omega?.  No podía ser tan confiado con cualquier Alpha.

No ahora que lo había encontrado.

Sin embargo, él ansiaba proteger esa  inocencia y torpeza que le eran jodidamente atractivas.

–        Somos compañeros

–        C..c…¿Compañeros?... T…t.. ¿Tú y yo?– tartamudeó abriendo mucho los ojos

–        Sí, ¿Acaso no lo sientes?

HuaiSang sacudió apresuradamente la cabeza negando.

Xichen liberó sutilmente sus feromonas – puedes… ¿Puedes dejar salir las tuyas?

El aroma se dispersó llenando todo el espacio. Lan Xichen olía a bosque, un bosque milenario que guardaba celosamente sus misterios detrás de una espesa niebla invitándote seductoramente a desvelarlos.

Varonil, misterioso y seductor.

El Omega frunció el ceño disgustado, sin embargo, antes de poder replicar, su teléfono vibró; era un mensaje.

El contenido lo desconcertó.

Maldijo entre dientes.

Al parecer sí tenía algo que ganar.

Su respiración se volvió errática y su rostro adquirió un ligero rubor, sus feromonas enloquecieron enredándose con las del Alpha.

Moras silvestres y bosque.

Una combinación perfecta.

–        Yo… yo entiendo– “joder, deberían darme un premio”

Xichen soltó un gruñido satisfecho, su Omega lo había aceptado.

–¡Uhg!– “otra actuación impecable” pensó

Un gemido ahogado lo trajo de vuelta a la realidad.

El Omega había entrado en celo.

–        Yo…

–        No, no te acerques– sus bellos ojos grises se anegaron en lágrimas.

–        Está bien

–        No, no…. Haz algo–  suplicó; cuentas de cristal líquido rodaron por sus delicadas mejillas.

–        No sé que hacer– tragó– lo que se me ocurre sólo es marcarte o… tú sabes.

–        Yo… ¡Ugh! Sólo… entonces hazlo– se mordió los labios – márcame

El Alpha se acercó a él; HuaiSang se hizo bolita temblando.

Xichen intentó calmarlo – será sólo una marca superficial – él tampoco estaba en las mejores condiciones.

Hizo un esfuerzo sobrehumano para controlarse, quería abalanzarse sobre el Omega, el aroma dulce y fresco de las moras llenando sus pulmones le resultaba cada minuto más atrayente haciéndole perder la razón.

Sabía que no podría controlarse más, así que se acercó al Omega y lo tomó en sus brazos.

Su piel se calentó aún más; hundió la nariz en el cuello del joven que se revolvió furioso intentando soltarse.

Mordió su lengua hasta hacerla sangrar para mantener la última pizca de cordura que le quedaba. Inmovilizó al renuente Omega y clavó sus colmillos en el pálido y delgado cuello.

Una sensación de éxtasis lo invadió. Se puso más duro de lo que ya estaba y ahogó un jadeo.

HuaiSang boqueó halando aire. “maldición, esto duele demasiado”

El bosque y las moras silvestres se unieron en uno solo, una danza armoniosa.

Poco a poco sus respiraciones erráticas se volvieron estables.

–        Yo, lo siento, tomaré la responsabilidad – aseguró Lan Xichen con un brillo obsesivo en sus ojos

HuaiSang tembló, ¿En qué demonios se había metido?

–        Mmn– asintió para después abrir los ojos asustado – mi madre me matará para después castrarte.

Sin embargo, no se arrepentía de la decisión que había tomado.

Tenía mucho más que ganar.

En la mansión Wen, Lan Zhan observaba embobado la nota que le había dejado Jiang Cheng.

Ahí únicamente se encontraban dos palabras:

Hotel Caiyi

Sabía que no era lo correcto, él tenía un Omega consigo.

Pero lo haría.

Al diablo la moral y las tres mil reglas que se había autoimpuesto.

 Necesitaba al joven Alpha de ojos amatistas.

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