Capítulo 9.

31 5 0
                                    

En el baile había ya mucha gente charlando amistosamente, bebiendo y brindando.

Había pedido a una orquesta en específico,
que tocaran música para un vals. Ellos sí que vinieron desde Londres porque eran los únicos libres para trabajar hoy, no es que fueran mi orquesta favorita, pero no tenía más remedio con tan poco tiempo de antelación.

Voy del brazo del duque saludando a los invitados.

Hemos iniciado lo que parece una amistad, aunque todavía no hay indicios de ello, y
muy pocas veces nos detenemos a hablar.
Sin embargo y por lo que sea, al duque se le
ve hoy radiante.

—Aprovecha.

La voz exigente del duque, me hace reaccionar de inmediato y me giro hacia él sorprendida.

—¿Cómo?

—¿No me has prestado atención? —cuestiona arrogante.

—No, perdona —me disculpo, mordiéndome el labio inferior sonrojada.

—Digo, que aproveches esta noche para conocernos —espeta gruñendo.

—¿Me está pidiendo una cita? —pregunto atónita.

—Sí.

—Vale.

Después de un silencio intenso él se aclara la garganta y se vuelve hacia mí con más interés. Un escalofrío recorre mi espalda y me encojo, no quiero soltar su mano, me siento tan segura cerca de él.

Su piel es suave y áspera, es raro porque no tiene manos de noble, sino de alguien que ha trabajado la tierra durante horas. Me gustaría saber porqué, puesto que no tiene motivos para tenerlas así, o tal vez me equivoque.

—¿Cuál es tu color favorito?

—El amarillo.

—¡Cómo no! —exclama con sarcasmo.

—¿A qué viene ese sarcasmo? —exijo saber, incrédula y un tanto molesta —. Salta a la vista
que no te ha sorprendido en absoluto.

—Siempre sonriente y educada, a pesar de lo
mal que te traten los demás —musita, haciendo
un mohín hastiado —. ¿Sabes? tu forma de ser
me irrita —brama en un susurro.

—Y a mí la tuya —contraataco furiosa —. Eres muy repelente, solitario y malhumorado, adivino que tu color
favorito es el negro, te encanta la
oscuridad y el silencio —me quejo
frustrada.

—¡Vaya! ¿ya me conoces? —comenta con ironía —. Siempre me ahorras trabajo, lady Appleton.

—Y tú me das mucho trabajo, duque —murmuro, mostrando una sonrisa retorcida.

—¿Entonces con esta cita es suficiente?

—¿Tú crees que tengo ganas de más citas contigo? —pregunto, siendo también de lo más sarcástica posible y dejando perplejo al duque, que aprieta la mandíbula mientras sus mejillas se vuelven rojas y su humor más intolerable.

—¿Ahora eres sarcástica?

Con una sonrisa maliciosa me encojo de
hombros indiferente, y lo obligo ha acercarse a unos invitados próximos a nosotros, para agradecerles su asistencia al baile esta noche. Después de hablar un par de veces más con la gente, nos apartamos a un rincón para tomar un respiro.

Yo cojo un vaso de zumo y él una copa de vino blanco.

—La mano —me ordena con brusquedad.

—¿Por qué?

—Nos están mirando, nos toca bailar —avisa, ladeando la cabeza a la vez que yo observo que
lo que dice es cierto, porque la música ha dejado de sonar y ahora todos esperan el gran momento —. La mano...

LA PRIMERA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora