Capítulo 19.

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Martín apunta y dispara hacia
un punto en concreto, donde se encuentra una mesa de madera, y sobre ella, hay un triángulo de cartas. Todas caen y papá se dirige hacia allí para localizar el balazo.

En efecto le ha dado a una de las cartas, la reina de corazones. Yo tengo que darle al rey de picas si lo que quiero es ganar. Está justo en medio del triángulo y lo tengo difícil, pero respiro hondo porque soy muy
competitiva y acepté este reto con todas las reglas.

Apunto y disparo.

Tras eso papá comprueba y levanta la
carta agujereada.

—¡La ganadora es Abril! —exclama con júbilo.

Descargo la pistola y respiro hondo victoriosa.

Todos aplauden y Rose se acerca a mí,
para cogerme de las manos y saltar de
alegría. Chillamos como locas y nos
volvemos a Martín, con una sonrisa
maliciosa en los labios. Martín da un
paso hacia atrás y gruñe enfadado.

—Tienes mal perder —comenta Rose,
acertando de pleno y arqueando las
cejas, con una sonrisa de lo más traviesa.

—¿Y tú quién eres? —pregunta él,
resoplando impasible —. No te he
visto al llegar —recalca quisquilloso.

—Porque estabas tan atento en
pelear con tu hermana, que no te
diste cuenta —rebate ella burlona —.
Me llamo, lady Rose Harwood.

—Lord Martín.

Comienzo ha reír y me muerdo la lengua, cuando mi hermano mayor me fulmina con la mirada, pidiendo apoyo y no más guerra. Suspiro y asiento resignada, pero tengo curiosidad por saber cómo
termina esto.

Me encanta que sepa callarlo, Martín es carismático aunque cuando quiere, puede llegar ha ser muy gruñón.

—¿Cuál es el premio? —pregunta, ignorando.sus palabras y volviéndose hacia mí airosa.

Eso parece molestarlo y entorna los ojos irritado.

—¿Qué tal veinticuatro horas
callado? — propongo, con una
sonrisa taimada.

—Eso estaría genial —corrobora,
mi amiga conforme.

—Papá —lo llamo, ya convencida por la idea.

Él viene de enseguida y nos presta atención.

—El premio, será que esté un día entero en silencio —comunico risueña.

—¡Eso no es justo! —protesta Martín.

—Sí, sí lo es —canturrea Rose.

—¿Por qué hablas? Nadie ha pedido tu opinión... —farfulla tenso.

—¡Ejem! Ya no puedes hablar —lo interrumpo, acudiendo ha rescatar a mi amiga.

—Pero...

—¡Chss! No.

Martín gruñe y se marcha frustrado.

—Lo siento, tiene carácter —lo disculpo, en su ausencia —. Sin embargo, me ha sorprendido lo bien que has aguantado su arrogancia — digo con jovialidad, y guiñándole un ojo con complicidad.

—No es nada —contesta sonrojada.

—No me malinterpretes —agrego con rapidez —. Adoro a mi hermano,
pero eso es algo malo de él —susurro, mordiéndome el labio inferior —. Nadie lo ha conseguido callar, a parte de evidentemente nosotros.

—¿Es muy cabezón?

—Y muy sobreprotector conmigo.

—Eso es normal, eres su hermana.

Medito su comentario y asiento con una sonrisa afable.

—Pero no tanto —puntualizo.

Espera, me doy cuenta de que ella
no para de observarlo y lo hace con las mejillas rojas, mientras juega
con un mechón de su cabello
inconscientemente ¡Oh, Dios mío!
Le ha gustado, ha pasado de discutir con.mi hermano ha defenderlo.

Me llevo la mano a la boca atónita,
todavía es pronto para decir nada.
Aunque  me encantaría tenerla
como hermana. Escruto también las facciones.de Martín, y veo cómo responde a las miradas de ella con
la misma devoción, pero desde la distancia y sin atender muy bien a lady Evangeline, dado que no puede hablar por haber perdido.

Lady Evangeline se aleja furiosa y
lo.mira con malos ojos, totalmente perdida.

Michael está con su madre y Oliver
habla con mi madre, con nosotras se
lleva mal y eso la está molestando
soberanamente, tanto que pisa el suelo con brusquedad y gruñe dolorida. Su madre la recrimina por sus malos modales, y termina por no decir nada más.

[...]

En la fiesta todos cantan y bailan eufóricos. Los padres están absortos en hablar bien de sus hijos, nosotros sin embargo, en divertirnos y saltarnos las normas a toda costa.
Me acerco a la biblioteca y está vacía, me refugio entre las dos últimas estanterías largas y altas, y cuando escucho una puerta cerrarse miro a todos los lados, buscando a Oliver esperanzada.

Cuando lo veo corre hacia mí.

Sus labios rozan los míos y
excitada, respondo al beso con una desenfrenada pasión. Mi lengua juega con la suya y saboreo su piel con mordiscos y lamidas.

—Oliver...

—Abril...

Baja la tela de mi vestido que cubre mi pecho, hasta dejar al descubierto los pezones, y los succiona mientras jadea embelesado. Gimo y agarro su cabello, apoyando mi espalda en la estantería y haciendo tirar varios libros, gruño dolorida porque uno me cae en la cabeza.

—¿Estás bien? —pregunta entre risas.

Asiento y le vuelvo ha ofrecer mis pechos, entonces su mano baja y levanta la larga falda del traje, para llegar hasta mi vagina y rozarla con sus dedos, haciéndome estremecer de placer. Sigue chupando mis pezones, y luego mete los dedos dentro de mi sexo femenino, haciendo círculos y tirando de los labios de mi vagina con ternura.

—Así.... mmmm... sigue Oliver —pido
con súplica —. Deseo más, sigue.

—Estás mojada —informa con voz ronca.

—La quiero —digo, buscando su pene
con fogosidad.

Cuando lo noto a través de la tela de su pantalón, le desabrocho los pantalones y lo cojo, para meterlo en mi vagina sin preámbulos. Él me besa el cuello y susurra palabras de amor en mi oído, ahogo una exclamación de vehemencia y lo atraigo más hacia mí.

Mi piel arde y mi vagina tiembla
por su posesión. Mis músculos se contraen, con cada cometida que hace contra mí de forma brusca, pero no protesto porque.eso me encanta, le dejo hacer hasta que aumenta el ritmo y me embiste más rápido.

—Me voy ha correr —aviso, sintiendo
más la humedad en mi entrepierna.

—Córrete para mí —musita, con otra
embestida más bruta que la anterior.

Ambos llegamos al orgasmo y con
las respiraciones más acompasadas,
deja de presionarme y vuelvo ha tomar el control de mis emociones. Me besa.y acaricia mi mejilla con delicadeza.

—Te amo.

Cuando regresamos a la fiesta, la reina ha llegado y la saludamos con una elegante reverencia.






LA PRIMERA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora