Capítulo 20. Fin.

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La reina se muestra atenta a mí, hace tiempo que no me ve y no me puedo negar a hacerle compañía, me pide que le cuente sobre las otras chicas, le encanta el cotilleo y sobre todo, cuando tiene que ver con el amor. Ella estalla en carcajadas, tomamos juntas una limonada y me ofrece sentarme a su lado, mientras el resto son ajenos a todo esto.

Me besa las mejillas reiteradas veces, pues para ella mi hermano y yo somos como sus nietos, y me regaña por no llevar mejores vestidos para mostrar mi belleza.

Llama a Martín también que acude a ella de inmediato.

—Vigila a esos dos, no me gustan —
ordena, escudriñando los rostros de
Oliver y Michael.

—¡Majestad! —replico incómoda.

—Oh, querida son hombres
comenta con gracia y pavoneándose —.Se aproxima pelea por ti y tú
acabarás con lágrimas —asegura con rotundidad —. No voy ha permitir, que hagan daño a mi favorita.

—Excelente, majestad —interviene Michael, deseoso de poder corroborar su sospecha.

—Si quieren ganarte, es obvio
que tendrán que comportarse —murmura, dando un sorbo a su refresco.

—Majestad —habla mi hermano, suavizando  su tono de voz —, eres
un verdadero encanto.

La reina ríe encantada y agita la mano coqueta.

—¡Oh, lord Martín! Maldito galán —bromea.

Se detienen los músicos dando
por finalizado el baile, y comienzan
ha tocar otra pieza de música, la reina
se levanta y los demás se paralizan para dejarnos paso. Vamos a por otro vaso de limonada, cuando de pronto escuchamos gritos de terror.

Me giro y veo a Oliver, atrapado por dos hombres.

Están furiosos, y lo amenazan con una espada.

—¡Que nadie se mueva o lo matamos!

—¡Nooo! ¡Oliver! —grita lady Dankworth, con lágrimas en los
ojos —. Por favor, no.

Con el corazón encogido veo cómo Oliver, me busca con la mirada y articula en silencio "Te amo". Niego con la cabeza frustrada, y  con determinación corro hacia las cocinas, donde una vez Michael me enseñó dónde estaban las armas.

Ignoro a los criados que intentan detenerme, también muertos de miedo.

Pero consigo deshacerme de ellos y logro llegar hasta allí. Cuando me detengo, cojo aire y busco el armario que contiene las armas, lo abro y saco un arco con un par de flechas.

Vuelvo con rapidez al salón y me doy cuenta, de que la gente está agrupada y protegiendo a la reina. Michael hace lo posible por detener esto, pero sus esfuerzos acaban siendo peor. Para mi suerte, la reina está cerca de mí y me acerco por detrás de ella, tocándole la espalda y tapándole la boca.

—No se mueva ni un ápice, ¿entendido?

Asiente temblorosa y le digo que pase el comunicado.

Ojalá y Michael no se mueva de donde está.

Vuelvo ha coger aire, apoyo mi arco y la flecha en el cuello de la reina, apunto con firmeza hacia uno de los que sujeta ahora a Oliver, y cuando percibo que el otro anda despistado, preocupado más por amenazar con matar que con hacerlo, disparo sin pensarlo y escucho de nuevo gritos.

El invasor cae al suelo muerto, dado que mi flecha alcanza su cuello, y Oliver se queda paralizado de pie y pálido. La reina coge su pistola con agilidad, y utilizando estos segundos dispara hacia el que queda vivo, dándole en el estómago de lleno.

LA PRIMERA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora