Después del desayuno los Dankworth se reúnen conmigo en su despacho, para preparar los detalles del baile. Finalmente habrá dos, uno de bienvenida y otro de despedida. Me da la lista con el presupuesto que tengo para hacer todo, y bajo a las cocinas para anunciar el próximo festivo, y de lo que tienen que preparar los cocineros para esta misma noche.
Evidentemente hay muchas quejas, porque tienen que hacerlo todo a prisa y corriendo. La decoración será de color oro y blanco, y habrá un buffet de pasteles y una orquesta.
Voy a mi habitación y con la ayuda de mi amiga, escribo como veinte invitaciones para la gente que vive cerca, no todos podrán venir desde londres hoy. Y sin más, bajo al vestíbulo y se lo entrego a veinte lacayos, que irán para representar al duque e informar de la fiesta.Espero que venga alguien, de lo contrario será un desastre.
Bajo a las cocinas y me encuentro una escena que jamás pienso olvidar. Michael está con ropa muy cómoda, remangado y manchado de harina por todas partes, ayudando a los cocineros ha preparar la cena para esta noche. Me acerco sigilosamente para verlo, no quiero interrumpir su trabajo.
Me muerdo el labio inferior, quiero ir corriendo ha abrazarlo, pero no tengo todavía esa confianza con él como para hacerlo. Respiro hondo varias veces, el corazón pide con fuerza que corra a su lado, que sí o sí debo ir ha animarlo y agradecer su ayuda.
Sus ojos verdes resplandecen y me encanta admirarlos, representan a la naturaleza y su tranquilidad y protección totalmente.
Siempre que puedo estudiarlos ha fondo lo hago, es algo que me permito cuando sé que no me puede descubrir mirándolo como una boba.
—¿Lady Appleton?
¡Uy! Pues me pillaron...
Un cocinero se dio cuenta de que
los estaba observando, y ahogo
una exclamación de sorpresa avergonzada. Michael alza la cabeza buscándome con la mirada y cuando me encuentra, su sonrisa ladina se ensancha más.Me acerco lentamente y cuando estamos cerca, todo mi mundo se detiene en cuestión de segundos, ahora solo existimos él y yo sin importar nada más que disfrutar de su compañía. Saludo con una leve reverencia nerviosa y con un nudo en la garganta.
Está tan guapo e irresistible sin arreglar y siendo él mismo, que en mi mente ya me lo imagino hasta sin camiseta ¡Demonios! Tengo que dejar de soñar despierta con él y pensar como una inútil.
—¿Te animas? ¿O temes mancharte demasiado? —me reta con sorna.
Levanto la cabeza orgullosa y me remango las mangas del vestido.
—No hará falta, gracias —aviso cortante.
Cojo la harina que hay ya preparada y comienzo a hacer la masa, dejando al resto boquiabiertos y pasmados. Comienzo con el rodillo ha aplastar más la masa y ha darle forma circular, cuando noto que Michael se pone a mi lado y posa sus manos sobre las mías, ayudándome ha darle forma con más intensidad, pero a la vez con delicadeza.
Al entrar en contacto con su piel mi estómago se encoge y mi corazón se acelera a mil por hora. Me muerdo el labio inferior ruborizada, cuando percibo que acaricia mis dedos tomando esa confianza que yo tanto ansiaba.
—No esperaba que supieras cocinar —admite en un susurro satisfecho.
—Ya ves que sí.
—¿quién te enseñó?
—Mi criada personal —confieso con simpleza —. Mi padre siempre dice que a un hombre se le conquista por la comida —digo comenzando ha reír.
—¿Y tú estás intentando conquistarme? —suelta con resolución.
Me vuelvo a él patidifusa, dejando de mover el rodillo y parpadeo varias veces confundida, ¿lo estaré soñando? No, esto es real. Él quiere algo más, yo no estaba tan equivocada cuando sabía que él y su primo peleaba por mi, cuando se lo cuente ha lady Lily seguro que me dice lo mismo.
— Puede —murmuro con un hilo de voz, temerosa de que nos escuchen porque estamos rodeados de cocineros.
Michael se queda sorprendido y echa un paso atrás conmocionado, no se esperaba que fuera recíproco ese sentimiento. Cuando nos volvemos ha mirar fijamente, entendemos que nuestros cuerpos se reclaman, que hay mucha pasión y tensión que necesita resolverse inmediatamente, o pronto estallarán dos estrellas que brillan al mismo compás, desde que nacieron en el universo.
Sí, todo suena muy cursi, pero es lo que me sale del interior y quiero que mi primer beso sea con él y con nadie más. Michael Dankworth Dixon, no sé que has hecho, pero has despertado una parte de mi que nunca creía que tenía, esa locura que te lleva a hacer tonterías por una persona, pero que te aporta exquisitos momentos de júbilo.
—Esta noche intentaré buscar un momento, para poder estar los dos solos —avisa meditabundo.
Asiento y me muerdo el labio inferior emocionada.
—Estáte atenta a mi señal.
—¿Qué señal? —pregunto aturdida.
—Lo sabrás cuando llegue el momento —acorta, finalizando la conversación dándome un ligero beso en la mejilla —. No sabes cuánto espero tener una cita contigo lady Appleton.
Pero yo sabía que no era la cita, sino que era ese beso lo que queríamos.
[...]
Estoy preparándome para la fiesta de esta noche, cuando llaman a la puerta de mi alcoba. Un lacayo me avisa que asistirán todos los invitados y Zoey aplaude entusiasmada. Respiro hondo aliviada, pues con tan poco tiempo
de preparación no creía que fuera posible. Supongo, que todo esto es por el cotilleo sobre las tres damas que estamos aquí, para ganarnos el corazón del duque, o el título a duquesa.Querrán saber quién es la más hermosa o la más inteligente, cualquier cosa para luego ir a
Londres corriendo y esparcirlo por todos los rincones de la ciudad, incluso darle información exquisita
a la propia reina.Bajo al vestíbulo y allí ya están presentes el duque y lady Lily, sin dirigirse la palabra y procurando evitarse a toda costa. Comienzo
ha reír y ellos se vuelven a mí boquiabiertos. El duque me observa ruborizado y sacude la cabeza contrariado. Saludo con una reverencia y él la corresponde con la misma cortesía.—¡Estás hermosa, Abril! —exclama eufórica.
—Gracias Lily, tú también.
—Déjate de bobadas, sabes que no —me rebate con autoridad.
—Has tenido éxito, lady Appleton —me halaga el duque, y por extraño que parezca por primera vez desde que llegué aquí, sus palabras suenan con el corazón.
—Es mi deber, ¿no? Vine aquí para aprender a ser duquesa, quiero aprovecharlo aunque luego salga de aquí sin ser tu esposa —comento complacida, contemplando cómo los invitados nos saludan y admiran el trabajo bien hecho.
—Vaya, eres la primera dama que viene aquí sin tantos aires de superioridad —añade el duque
con respeto —. Generalmente cuando viene una dama, primero derrocha sabiduría y cuando se le pide algo en concreto, es cuando comienzan las lágrimas y sale huyendo de aquí —musita, haciendo una mueca de desdén.—Lady Appleton es muy hábil
para improvisar —interviene Lily, arqueando las cejas y levantando la cabeza con altanería —. Es hija de un embajador, la reina la ha visto crecer, por eso está bastante acostumbrada ha tanta presión.—Lily, no es para tanto... —murmuro sonrojada.
—No seas tan modesta.
—Tu amiga tiene razón.
—Me caes bien, duque —aplaude Lily dichosa.
ESTÁS LEYENDO
LA PRIMERA (TERMINADA)
Historical FictionTres damas de alta cuna, tendrán la posibilidad de ser la duquesa de Snowshill, ¿y quizás por qué no enamorarse?