Capítulo 17.

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Estoy en mi habitación tocando el piano y con una sonrisa en los labios, sabiendo perfectamente que Oliver me está escuchando al igual que Michael. De súbdito llaman a la puerta dejo de tocar, para atender a mi visita de hoy. Cuando la abro lady Dankworth me saluda con una reverencia, y da orden a sus criadas para que pasen y dejen una bandeja con té y pasteles.

Después las echa de aquí y nos quedamos a solas, mientras que ella sigue mostrando su sonrisa astuta de siempre.

—Bueno querida, no quería esperar mucho más a nuestra cita —comunica caprichosa —. Quiero que me cuentes, cómo has hecho para que mis hijos se dirijan la palabra otra vez.

—No hice nada —contesto ruborizada.

—Ah, ah, de eso nada —insiste con cabezonería.

—Yo...

—Tenéis algo entre vosotros, no sé qué secretos y tampoco me voy ha meter —declara armoniosa —. Pero debo darte las gracias, lady Abril.

—¿Por qué? —pregunto atónita.

—Porque has hecho que hagan las paces —se detiene, para acercarse a mí y cogerme de las manos —, y has hecho que Oliver vuelva ha vivir.

—No es nada, lady Dankworth —digo en estimación —. Aprecio a Oliver y Michael, somos amigos y eso ha hecho que mi estadía en este palacio, esté siendo de lo más agradable.

—Deja de ser tan modesta, el mérito es tuyo.

Comienzo ha reír y asiento con timidez, pero también conmocionada porque es cierto que no ha sido fácil, y que alguien sin tener que contarle nada reconozca lo evidente, es lo mejor que puede pasar.

Nos sentamos y cojo una taza para dar un sorbo se té.

—Por favor, a partir de ahora puedes
llamarme Abril —pido, con una sonrisa radiante.

—Y tú por mi nombre de pila —me anuncia secuaz, y con un guiño de ojo —. Me llamo Jane.

—Un brindis entonces —celebro, alzando la taza.

Ella hace lo mismo y cuando las hacemos chocar con delicadeza bebemos.

—Amén —decimos al unísono.

—¿Y bien? —cuestiona, arqueando las cejas.

—¿Qué tal si le digo que no sé
muy bien cómo aclarar mis sentimientos? —insinúo, y ella
ahoga una exclamación entusiasmada
—. ¿Suficiente información para ti?

—Más que suficiente —acepta conforme.

—Pero delante de ellos, tú no sabes nada —advierto en alerta —. Bastante complicado es como para que lo sepa más gente.

—Te comprendo y me alegra saber que me entiendes como madre, y que no me dejas al margen —apremia con gratitud.

—Tengo familia también y no soporto esas peleas —me detengo, y medito bien lo que quiero decir —. Sé que tendrán sus motivos, pero son
familia ante todo y deberían dejar
a un lado sus rencores.

—Creo saber qué es, y esto quizás pueda servirte de ayuda —dice meditabunda, acariciando su
barbilla mientras piensa.

—¿El qué? —pregunto intrigada.

—Adoro a mis dos hijos, pero Michael en especial a veces olvida, que es afortunado de tener a sus padres —murmura con detalle —. La culpa es mía, creo que lo he malcriado —acepta resignada y dejando a un lado la taza.

—Nadie es culpable.

—No, pero el tener que criar a tu sobrino —suelta un suspiro
abrumada —, eso hace que desde siempre tuviera que tener
cuidado, sobre todo con prestarles
atención ha ambos por igual.

LA PRIMERA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora