Parte 33

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Después de despertar envuelta en los brazos de Helix, y de las miraditas de sus padres para con nosotros, y luego de ese incómodo momento, por fin, pude tomar una ducha larga y helada. Alisha me había prestado una camiseta y unos pantalones, teníamos una altura similar, aunque la recordaba mucho más alta.

—Gracias por todo, Alisha, de verdad —le digo, mientras Helix se ducha.

Ella sonríe.

—Está bien, cariño. Además, sé que debes estar pasando por un momento bastante confuso.

Asiento.

—Todo eso de la profecía, ser La Elegida. Ha de ser agotador.

—Sí, lo es —agacho la cabeza.

Ella coloca su mano en mi hombro.

—Puedes hacerlo, Golden —sonríe— créeme, lo harás.

Ojalá tuviera razón.

—Es una lástima que Aragon haya participado en todo ese asunto de la gobernación, después de todo lo que le ocurrió, pensaría que estaría en su contra.

Frunzo el entrecejo.

—¿"Todo lo que le ocurrió"?

—Sí, la muerte de su familia... Pobre. Era un niño cuando ocurrió.

Me la quedo viendo, confundida.

—¿No lo sabías? Su familia murió durante la primera guerra de las sombras, él tenía apenas unos años cuando ocurrió. Los Nocturnos asesinaron a sus padres, a su hermana mayor, y lo dejaron a él a la deriva, hasta que tus padres lo adoptaron, tu padre era apenas un recién nacido cuando la familia Olimpo lo acogió.

Me quedé pasmada, con la boca entreabierta ante lo que Alisha me contaba.

—Pero... Él dijo que sus padres eran buenos amigos de mis abuelos.

—Oh, cariño, los padres de Aldrich nunca conocieron a los de Aragon, como te dije, lo acogieron cuando la guerra llegaba a su fin. Y la gobernación, que apenas comenzó a crearse cuando la guerra acabó, nunca ayudó a esos pequeños que quedaron huérfanos —niega con la cabeza.

Sentí pena por Aragon, me sentí realmente mal por su historia. No podía imaginarlo, ver a tu familia ser masacrada era simplemente... Aterrador. Tal vez había mentido sobre eso porque era demasiado doloroso para él recordar el pasado.

Supongo que en eso nos parecíamos.

༺༻

Tomamos las semillas Ekilore que Alisha nos dio. Las envolví en una esfera de luz y las arrojé al espejo transportador que tenían en la sala principal. No sin antes decir:

—Llévanos a casa de Aragon —exigí al espejo, y este se devoró a la esfera y a las semillas.

Helix y yo nos miramos el uno al otro, y él tomó mi mano con delicadeza.

Juntos, entramos al espejo.

༺༻

Aterrizamos dentro de la que actualmente era mi casa, en la sala principal. Miramos alrededor y buscamos en la cocina. Aragon no estaba ahí.

—¡Aragon! —lo llamé mientras recorría la casa y el ante jardín.

—¿En dónde podría estar? —preguntó Helix.

Niego con la cabeza.

—No lo sé.

Joder.

—Es raro que se haya ido así nomás. Digo, no llegaste a casa anoche.

La hija del Sol (GOLDEN #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora