Parte 18

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Y para cuando eran las dos de la madrugada, en medio de la oscuridad y del sentimiento de que comenzaba a deshidratarme, respiré profundo, chasqueé los dedos y de ellos salió una pequeña esfera de luz que iluminó mi rostro, tomé el periódico una vez más, evitando ver la fotografía de mis hermanos en el, y comienzo a leer la noticia.

La dueña del orfanato Esquivel, había descubierto a dos jóvenes hurgando en su oficina, luego de que sobornaran a dos de los niños para que los dejaran entrar, y mientras ellos dos huían, con lo que parecía ser un objeto valioso en las manos de uno de ellos, el conserje del orfanato dio aviso a la comisaría más cercana de dicho orfanato, quienes se pusieron en marcha para capturar a los ladrones, y una vez encontrados, los ladrones intentaron luchar, lo que acabó en un enfrentamiento, terminando con la vida de dichos ladrones.

Lo curioso era que, cuando la policía se acercó para ver qué habían robado, él objeto ya no estaba, casi como si se hubiera esfumado en el aire.

No seguí leyendo. Aquello probaba que Aiden y Kylo sí habían llegado hasta el orfanato, y sí habían robado la carpeta... ¿Y todo para qué? Para que acabaran muertos a manos de la escoria que siempre nos rechazó.

Me levanto del suelo, tambaleando sobre mis pies, y acto seguido, camino hacia la habitación, mareada como si hubiera estado bebiendo varios días seguidos, y cuando por fin llego, el dolor invade mi pecho al ver las camas de Kylo y de Aiden perfectamente arregladas, como si estuvieran a punto de llegar. Camino hacia la cama de Aiden y me dejo caer en ella, y entre lágrimas y sollozos, la acaricio como si fuera su cabello, y siento que huele como él. Entonces, observo la cama de Kylo y lloro aún más, pensando en qué nunca más volvería a escuchar su voz, su voz diciéndome que todo saldría bien, su voz consolándome y animándome.

Kylo y Aiden habían muerto, y había sido por causa mía, eso era lo único de lo que estaba segura.

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A diferencia de otras personas, yo no tenía con quien hablar sobre mi pérdida, no tenía un hombro sobre el cual llorar, solo me tenía a mí misma y era cuestión de tiempo para que me encontraran también, pero ya no me importaba, había perdido a mi única familia ¿Qué más daba si me asesinaban también? Nadie me lloraría como yo los lloraba a ellos.

No podía dejar de pensar en que aquello era mi culpa, aunque quería convencerme de que no lo era. Si los hubiese acompañado... Las cosas habrían sido diferentes, yo jamás habría permitido que nadie los hiriera, nunca.

Pero ahora, se habían ido, y ya no les volvería a ver.

༺༻

Los gemelos habían fallecido y ahora, me había quedado sola en una enorme iglesia, con una pequeña habitación con tres colchones en ella, y los días siguientes la soledad se hacía más latente. Tenía comida suficiente para una semana, porque, la última vez que salí a comprar lo había hecho para los tres, y como ahora ellos no estaban, la comida alcanzaba para unos siete días aproximadamente.

Aunque no estaba comiendo en absoluto, me la pasaba todo el día recostada pensando en ellos, y aunque, pasados cinco días, sentía que no tenía ganas de llorar, aun así, me sentía aburrida y en un eterno círculo de depresión, pensando en que las cosas habrían sido diferentes si tan solo los hubiera acompañado, y aunque sabía que no valía la pena pensar más en eso, aun así, era inevitable.

Pero, cuando por fin los siete primeros días pasaron y finalmente mi cuerpo me obligó a comer, noté que la comida se empezaba a acabar y, por lo tanto, tendría que salir a robar de nuevo.

—Mierda —exclamo en voz alta y suspiro.

Nunca había salido a robar sola, aunque las rodajas de pan alcanzaban para uno o dos días más. Por fin, me levanto y siento que la cabeza me da vueltas ¿hacia cuánto tiempo no me levantaba de ese maldito colchón?

Camino hacia el ante jardín y el sol me enceguece, me cubro el rostro con una mano y camino hacia la capilla, en donde, lo primero que veo es el periódico que dejé tirado en la entrada días atrás. Suspiro y camino hacia él, si los gemelos ya no estaban, al menos necesitaba saber en dónde demonios los habían enterrado, necesita poder ver sus tumbas y disculparme.

Tomo el periódico, y por suerte, rasgué la fotografía en la que se veían sus cuerpos inertes, no quería tener ese último recuerdo de ellos, quería que el último recuerdo fuera el abrazo que me dieron. Reviso la noticia una vez más y casi al final, dice que serían enterrados en una fosa común cerca del orfanato, y de inmediato recuerdo el cementerio que quedaba no muy lejos de la pradera a la que solía ir con Helix. La mayoría de los muertos no tenían ni siquiera una lápida, eran indigentes o personas que habían fallecido y su familia nunca los había buscado, en ese lugar habían enterrado a Kylo y Aiden y lo último que decía era que habían colocado dos pequeñas margaritas y que habían sido enterrado juntos, por si, alguno de sus familiares quería saber cuál era su tumba, y al final de esta noticia estaba la fotografía del oficial que los había asesinado, y lo elogiaban como si fuera un maldito héroe. Reconocí al hombre de inmediato, era uno de los que solían darnos caza continuamente.

Debía ir a ver sus tumbas, al menos, eso les debía. 

La hija del Sol (GOLDEN #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora