III: Primer encuentro

120 16 0
                                    

Los ciudadanos de Bhurmortí andaban con miedo. Era notorio ver cómo la gente se escondía a la par del sol. Sin embargo, en las calles de la ciudad seguía presente el terror. Para ese entonces ya era de madrugada, el asesino ya había cometido el homicidio. Estaba borracho, pero no lo suficiente como para que sus cualidades motrices no funcionaran. Se metió a la casa forzando la cerradura, para su suerte el hogar en cuestión no tenía alarma de seguridad. Se movió con sigilo, fue veloz y fuerte para matar a su víctima. El inconveniente se presentó, al notar que no vivía una sola persona, y la segunda gritó. El homicida no tuvo problemas para acabar con la segunda víctima, pero supo muy bien, que el ruido habría alertado a los vecinos.

Él reía a carcajadas, y seguía apuñalando a las víctimas ya muertas. Empapado de sangre, escribió la frase "Go to sleep" en las paredes y cuando sintió que lo que había hecho era una obra de arte, salió de la casa. Pero cuando lo hizo, escuchó el ruido de las sirenas de la policía, sin pensarlo dos veces comenzó a correr. La policía lo vio y las dos patrullas comenzaron a seguirlo. Él era ágil, pero sabía que no podía ser más rápido que un automóvil. Se cruzó de una calle a la otra y se pasó del jardín de una casa a la otra, obligando a frenar y retroceder a los policías. Pudo escabullirse entre dos casas y perdió de vista a la policía. Aprovechó el momento y corrió hacia el bosque, sabiendo que en aquél lugar jamás lo encontrarían. Pero ahora el peligro ya no era la policía, sino otros iguales a él.

Caminó por el bosque aún riéndose de la situación, haciendo que su risa enfermiza resonara entre los innumerables árboles. Le resultaba hilarante poder cometer los asesinatos y a la vez haber huido de dos patrullas. Generalmente desaparecía antes de que las autoridades llegaran sin dejar rastro, siendo escurridizo. Y más encima ahora, después de años seguía siendo implacable.

Ella lo seguía, reconoció la risa al instante y con cuchillo en mano, perseguía sus pasos en completo silencio. Él era descuidado, se reía y actuaba como si fuera invencible, tal vez por creer serlo o por ignorancia del peligro que lo acechaba. Caminó por un rato, siendo perseguido por esta mujer de máscara blanca con ojos completamente negros. Cuando se sintió cansado, se sentó al lado de un árbol, respaldandose con el tronco. Ella pasó escondida de un árbol a otro, hasta quedar detrás de él, pero este ya se había percatado de su presencia.

—¡Me imagino que no eres un policía! —exclamó al aire—. Porque ya me habrías pedido que alce mis manos —dijo y mientras lo hacía soltaba su característica carcajada—. ¡Preséntate! ¡Quiero verte! —exigió mientras se ponía de pie y miraba a su alrededor, esperando ver a quién lo seguía.

Hubo un largo silencio que inquietó al asesino de sonrisa tallada, hasta que de entre los árboles salió la mujer, sosteniendo su gran cuchillo y mirándolo fijo.

—Oh... Cuánto tiempo sin vernos, Jane —comentó el asesino pero ella no respondió, solo se acercaba a paso lento—. ¿Te hiciste algo en el pelo? Ah no... creo que fui yo el culpable de eso —volvió a reír después de su comentario, irritando a Jane.

—Ríete, ríete mientras puedas imbécil —dijo Jane mientras se colocaba en posición para atacar.

—¿Y esa seguridad? ¿De dónde salió? Llevas años intentando matarme y siempre fracasas, querida.

—Porque siempre huyes, como el cobarde que eres.

—Admite que vuelves porque me extrañas —dijo él con un tono sarcástico.

—No te atrevas a burlarte de mí.

—¿Y qué harás si lo hago? ¿¡Matarme!? ¡Inténtalo, pelandusca! —gritó Jeff dando inicio a la batalla.

La pelea comenzó con un ataque de Jane que fue en vano. Y Jeff respondió intentando cortarla con su cuchillo, pero también falló. Hubo golpes a la nada y otros que acertaron, pero ninguno que lograra herir gravemente a alguno de los dos. Ambos se alejaron recuperando el aliento, y en cuestión de segundos Jeff atacó a Jane, ella no logró esquivarlo por completo y recibió un tajo en el estómago. Jeff se detuvo para reírse de ella y fue el momento para que Jane le clavara su cuchillo en el brazo. Él gritó de dolor, pero un segundo después volvió a reír como un enfermo y tomó a Jane del cuello con mucha fuerza.

—Has mejorado Jane, pero tengo trucos de perro viejo —le dijo aún sujetándola y le dio un fuerte rodillazo en el estómago, una y otra vez empeorando el tajo de la contraria.

Esto provocó que Jane perdiera fuerza, y no lograra quitarle el cuchillo del brazo a Jeff. Este la tiró al suelo, y comenzó a patearla. Hasta que en un momento, sacó su cuchillo y se lo clavó en la pierna. Jane pegó un grito desgarrador y empeoró cuando Jeff movió el cuchillo.

—¿Duele? ¿Es suficiente dolor para ti? ¡¿Aún no es suficiente?! —gritó Jeff a la casi rendida Jane.

—Es sorprendente como sigues siendo el mismo imbécil de hace años —respondió entre tartamudeos ella debido al dolor—. Siempre serás el mismo fracasado.

Esas palabras hicieron enfadar a Jeff, el cuál se enderezó y volvió a patearla, hasta que una patada le dio en la cabeza, dejándola inconsciente.

—¡Levántate Jane! ¡Ponte de pie! ¡Hazlo! —le gritaba Jeff lleno de ira—. Go to sleep... —pronunció aquellas palabras sosteniendo su cuchillo en mano y observó a Jane en el suelo durante unos segundos.

Lo pensó y decidió no matarla, por razones que Jeff ocultaba, aunque las conocía perfectamente.

[...]

Jane seguía inconsciente y había perdido mucha sangre cuando el fantasma la encontró. Este había sido atraído por el olor de la sangre y los gritos. La observó de pie y notó que no era una persona normal. Se arrodilló y se dio cuenta del débil estado en que se hallaba. Al principio no le importó, buscó su bisturí y cortó su vestido negro, en la zona del estómago para quitarle el riñón. Entonces notó el tajo que ya tenía y eso le disgustó. Por alguna razón pasó su mano por su abdomen, fascinado por su piel blanca, contraria a la suya, la cual era gris. Como un animal la olfateó, y volvió a mirar su rostro. Pero entonces se dio cuenta, que al igual que él, llevaba una máscara. Decidió quitársela y al hacerlo se quedó mirándola, impresionado por su rostro, el cual le parecía hermoso. Fascinado con aquellos ojos verdes, volvió a colocarle la máscara e intentó clavarle el bisturí, pero algo dentro de él se lo impidió. Guardó su arma, y la alzó con mucho cuidado. La llevó hasta la casa del bosque donde se resguardaba, y en el camino no pudo dejar de mirarla. Al llegar la acostó en su cama, y aunque suene extraño, le curó las heridas, cómo lo hizo alguna vez en el ejército. Con mucho cuidado, cosa extraña en él. Su torpeza y manos grandes siempre causaban problemas, pero esta vez se las arregló para no hacer más daño del que la mujer ya tenía. No volvió a pensar en quitarle el riñón, al parecer su instinto asesino había desaparecido. ¿Qué le pasaba? Él aún no lo sabía.

Al terminar de curarla, se quedó en un rincón de la oscura habitación, mirándola, esperando que despertara.

Entre la venganza - [Eyeless Jack y Jane the killer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora