XXXIII: Jack vs Jeff

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El fantasma caminó de vuelta a su cabaña, sintiéndose de la peor manera que se sintió hasta el momento. Porque antes, aún tenía la esperanza de que Jane lo perdonara, sin embargo ahora sabía que las cosas quedarían cómo estaban. Y aquello lo hacía sentirse fatal. Ya divisaba entre los árboles a su cabaña, cuando vio en la puerta a Jeff. Este estaba apoyado de espaldas a la misma, y jugaba con su cuchillo. Al parecer, había vuelto a usar "Insane", su antiguo cuchillo.

—Volviste Jack, te he estado esperando desde hace un rato —le dijo Jeff mientras el fantasma se acercaba—. ¿Cómo te sientes? —preguntó dejando de apoyarse en la puerta y guardando su cuchillo.

—Mejor, mucho mejor... —respondió sin ganas el fantasma.

—Con esa cara no parece, hasta Slender sonreía más —dijo con ironía—. Una linda sonrisa hecha por mí te daría un mejor toque, Jack.

—No estoy de humor, Jeff —comentó buscando frenar los comentarios burlescos de su amigo.

—Era un consejo. Todos necesitan un amigo que sepa de moda, ¿no viste las pintas que tenían los proxys? Le hacía falta una renovación aconsejada por mí.

El fantasma ignoró los comentarios de su amigo, abrió y entró a su cabaña. Jeff pasó también, y al hacerlo cerró la puerta. Jack buscó en su nevera, y eligió uno de los frascos. Se sentó en la mesa, con una calma depresiva, y se comió el riñón que estaba dentro del frasco.

—¿Dónde fuiste? —preguntó Jeff mientras daba vueltas por la sala—. Me imagino que a cazar no, porque estás comiendo un riñón.

—Ya no salgo más de cacería, estos riñones son una forma de mantener a raya mi instinto.

—¿Estás seguro que funciona?

—Sí. Los riñones de conejos un poco menos, pero el del resto de animales sí funcionan a la perfección, me mantienen cuerdo.

—¿Qué pasará cuando se acaben? Y si no llegas a cazar un animalito a tiempo, ¿qué harás?

—Intentaré que nunca me falten riñones.

El fantasma terminó su riñón, y el psicópata de sonrisa tallada, volvió a sacar su cuchillo.

—No respondiste mi pregunta, ¿dónde estuviste? —la pregunta fue realizada con pausas, ya que Jeff lanzaba su cuchillo, y lo volvió a agarrar. Y mientras el cuchillo permanecía en el aire, hacía pausas breves.

—Fui a caminar un poco —mintió.

—¿A caminar? Qué aburrido —Jeff dijo aquello con un tono que demostraba que se había dado cuenta de la mentira del fantasma—. Jack, ayer estaba pensando, fue un milagro que sobrevivieras.

—Fue gracias a ti, y a Nina.

—Nina no hizo tanto, créeme —agregó rápido Jeff—. De todas formas, lo que quiero decir es, estuvimos los últimos meses pensando en Slenderman y sus proxys, y no hicimos nada más que pelear con ellos. Y ahora que ya no están, ¿por qué no nos divertimos? —soltó su pregunta manteniendo sus brazos abiertos, cómo quién vende un producto.

—No volveré a la cacería.

—No hablo de salir a cazar, ¿por qué no salir de fiesta? Hace poco hablamos de la noche del flaco Kikelocia, ¿por qué no repetirlo?

En el pasado, Jeff había conocido a un hombre que si bien no era un asesino ni un criminal, era demasiado extraño. Era conocido como "Kikelocia", un sujeto que estaba casi tan loco cómo Jeff, y tenía su renombre en las calles de Dantilúz, una ciudad lejana a Bhurmortí, por realizar todo tipo de eventos clandestinos. Desde peleas ilegales de gallos, perros, y hasta de personas. Recaudaba dinero de esa forma, pero además solía montar las mejores fiestas. Porque traía todo tipo de rarezas y objetos tabú, además de que se realizaban actividades moralmente incorrectas. Aquello atraía a todo tipo de gente turbia, desde hombres y mujeres jóvenes, hasta adultos y ancianos. En especial gente con mucho dinero. Y en aquél sitio tanto Jeff cómo Jack, eran atracciones que llamaban la atención. Gracias a Kikelocia, había acontecido la tan añorada fiesta que vivieron juntos.

Entre la venganza - [Eyeless Jack y Jane the killer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora