Capítulo 15: Ganándonos la orden de alejamiento

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(Bona nit amores, capítulo nuevo para quitarnos el bajón de los domingos. Nos volveremos a ver a finales de semana, ya que ahora tengo mucho lío. Me encantaría saber que signo sois, así que si queréis decídmelo!!! Disfrutad y bendiciones.)

Cuando abro los ojos, la luz entra de lleno en la habitación. Lo primero que hago es mirar hacia el lado de María, pero lo encuentro vacío. ¿Se habrá marchado ya?. Automáticamente vienen a mi mente los recuerdos de la noche anterior. Uno en particular. El beso. Sigo sin creérmelo.

Escucho risas en el salón. ¿Qué está pasando? Decido resolver el misterio y acercarme lentamente hacia el comedor. Me encuentro a mi amigo y a María desayunando en el sofá mientras charlan animadamente.

—Vaya, por fin se ha despertado la bella durmiente. —Dice mi amigo en cuanto me ve aparecer por el salón. María se gira y me sonríe.

—Buenos días. ¿Has dormido bien? —Pregunta María.

—Sí, sí. Poco, pero bien. —Miento.

—Pues no tienes muy buena cara amore. —Responde mi amigo mientras remueve su café con la cucharilla.

—¿Te he dejado dormir? A veces me han dicho que me muevo mucho. —Me mira María preocupada. No pasa desapercibida la mirada pícara que me lanza mi amigo.

—Sí, no te preocupes. No ha sido eso, creo que ayer bebí mucho y luego no podía dormir. —Contesto intentando quitarle importancia. Evito de nuevo otra mirada socarrona del tonto que tengo al lado mientras voy hacia la cocina para hacerme un café. Cuando llego, encuentro dos tostadas preparadas y café recién hecho.

—Me ha dicho cómo te gustan las tostadas y he hecho café. —Responde la voz de María a mis espaldas, que me ha seguido hasta la cocina.

—No tenías porqué hacer todo esto... —Contesto de espaldas a ella.

—Bueno, por agradecerte que ayer cuidaras tan bien de nosotros. —Mientras lo dice se acerca a mí y me abraza por detrás. Por toda respuesta me aferro a sus brazos y cierro los ojos. Cuando nos despegamos, no sabemos muy bien qué hacer. Nos quedamos la una frente a la otra, sin atrevernos a mirarnos.

Mi amigo nos llama desde el salón y rompe la tensión. Las dos acudimos aliviadas.

—Vale amores, necesito un buen jugo de mengo para pasar esta resaca. ¿Salimos a comer fuera? —Pregunta mi amigo mientras comienza a levantarse y recoger los restos del desayuno.

—Por mi bien. —Contesta María con rapidez.

—Venga, dale. —Añado.

Mi amigo es el que nos guía a través de las calles del centro. La ciudad poco a poco recupera su ritmo habitual y el turismo veraniego comienza a diluirse, por lo que pasear entre sus calles vuelve a sentirse como algo propio y no ajeno. Conseguimos mesa en una cadena de restaurantes fast food y no es hasta que no estamos esperando la comida que comenzamos a ser conscientes de lo hambrientos que estábamos, pese a haber desayunado hace nada.

Durante la sobremesa charlamos y reímos. Mi amigo enseguida decide comentar los momentos álgidos de la fiesta de ayer.

—Eh que me decís de la confesión de la chiquita cuando le preguntaron si le gustaba alguien del grupo... —Comienza mi amigo en modo cotilla total.

—Fue fuertísimo. —Contesta María super metida en la conversación.

—Literalmente me quedé calva. Si llevara peluca, la habría tirado. Tetrapléjica, en sillas de ruedas. 112. Emergencias. —Mi amigo se emociona. María se mea de la risa y yo no puedo evitar reírme mientras niego con la cabeza.

El booty hypnotic del que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora