Capítulo 17: Confesiones

1K 59 46
                                    


(Bona tarda, hoy he sacado un ratito para escribir este capítulo tan soft. Espero que os guste y divierta tanto como a mí. Bebed mucha agüita amores. Nos vemos pronto.)

Llevo días pensando en si María y yo parecemos pareja. No es que María me guste, osea; la admiro muchísimo. Y me parece guapísima. Y la manera en la cual se le forma un hoyuelo cuando sonríe es encantadora. Pero todo desde un punto de vista no romántico. Creo. Reconozco que me pongo un poco nerviosa cuando la tengo cerca, pero eso es porque yo suelo ser muy distante y ella es muy cercana. Aunque lo es conmigo pero no con los demás... ¿Qué querrá decir eso? Pues nada, que va a querer decir. Madre mía, qué más me da a mí eso. Ni que me interesara por algo. No es porque me guste. Aunque es cierto que ahora mismo, hace ya un tiempo que no me siento atraída por nadie. Lo cual, tampoco es algo malo. Ahora mismo creo que María es la persona que más me gusta tener cerca. La que prefiero, a la que elegiría si necesitara apoyo, consejo, risas o compañía. Pero no me gusta. Creo. El otro día estaba guapísima con aquel top blanco...

— ¿Estás escuchando algo de lo que estoy diciendo? — Mi amigo interrumpe mis pensamientos.

—Claro. Estabas hablando del último capítulo de Drag Race. Creo —Respondo intentando salir airada de mi despiste. Mi amigo frena en seco en mitad de la calle mientras se cruza de brazos y levanta una ceja.

—Eso era hace como 5 minutos, ahora te estaba explicando todos los cotilleos de la última fiesta a la que fui y a la que por cierto, no me acompañaste. —Comienza a decir con voz de reproche.

—Perdóname. Estoy algo despistada últimamente. Tengo muchas cosas en la cabeza. —Respondo en voz baja mientras reiniciamos la marcha hacia la academia.

—A ver, cuéntale a tu mejor amigo gay favorito. Encantado de escuchar desgracias ajenas, así me animo un poco. —Añade mientras me rodea con su brazo. Apoyo mi cabeza sobre su hombro.

—Eres lo peor. —Le contesto mientras escucho como se ríe.

—Ahora en serio. Puedes contarme lo que sea, si te apetece, claro. —Añade con seriedad.

—Prométeme que no te vas a reír. —Es todo lo que le digo después de unos momentos de silencio.

—Prometido.

—Ni que me vas a juzgar. O que vas a hacer algún comentario. O que te vas a poner a gritar. —Añado, poniéndome nerviosa.

—Me estás asustando amore. ¿Tenemos que enterrar algún cadáver? ¿Por fin has asesinado a la vecina de arriba por todas esas canicas que tira los domingos a las 8h de la mañana? Mira que en un momento vamos a comprar bridas y bolsas de plástico, que yo me he visto todas las temporadas de Mentes Criminales; sé como borrar el rastro de...

—Creo que me gusta María. —Le interrumpo mientras me paro en mitad de la calle.

Mi amigo para de hablar mientras comienza a formarse una sonrisa en su rostro.

—Ya lo sé. —Es todo lo que dice tras unos momentos de silencio. Él reanuda la marcha y yo le sigo un poco sorprendida.

—¿Cómo que lo sabes? ¿Qué significa eso? —Le pregunto, buscándolo con la mirada.

—Solo hay que ver cómo la miras. Bueno, como os miráis. Lleva siendo algo bastante obvio desde hace meses, amore. Pero me alegro de que por fin te hayas dado cuenta tu también. Empezaba a pensar que te faltaban neuronas o algo. —Responde con toda la tranquilidad del mundo.

—¿Tanto se me nota? —Ahora mismo me quiero morir.

—Cariño, tú sabes que yo te quiero mucho, pero normalmente tienes cara de acelga. Una cara de acelga muy bonita, pero de acelga al fin y al cabo. Es entrar María por la puerta, y no dejas de sonreír. Es bastante tierno y divertido, la verdad. Sobre todo teniendo en cuenta que todo el mundo lo ve menos vosotras. —Añade mi amigo riendo.

El booty hypnotic del que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora