Capítulo 7: ¿Hay algún médico en la sala?

707 51 15
                                    


Apenas quedan un par de semanas para el evento de los Goya. Todo está perfecto, solo hay que repetir, repetir y repetir hasta conseguir que la perfección sea la norma. Un ligero sentimiento de culpa se aposenta en mi pecho las veces que coincido con María. Nuestro desencuentro en la fiesta parece haber calado en ella y se limita a mirarme inexpresiva e interactúa lo mínimo conmigo. Claramente siento como me rehúye en cuanto puede, y una parte de mi se siente culpable. Así que me encuentro a mi misma teniendo gestos agradables con ella, para ganarme su aprobación o como mínimo para que deje de huir de mí; porque la verdad, me pone triste. Le sostengo la puerta de los vestuarios, la saludo con una sonrisa encantadora y hasta le pregunto si quiere que le rellene su botellín de agua cuando voy a rellenar el mío. En su huidiza actitud leo claramente la sorpresa e incomprensión cada vez que me dirijo a ella. Debe estar pensando porque ahora soy tan maja con ella, y la verdad; no lo sé ni yo.

María siempre espera a alguien en la salida. Yo siempre salgo de las últimas por lo que solemos coincidir. Se ha convertido en una costumbre que le de las buenas noches acompañados de mi mejor sonrisa. Me dispongo a salir, pensando en nuestra despedida y en cómo reaccionará. Normalmente me devuelve la sonrisa y hay veces que hasta añade un Bona nit. Salgo medio sonriendo cuando veo que María no está sola. Su novio parece que hoy ha llegado más temprano de lo habitual. Escucho como María se dirige a él hablando con frialdad, cosa que me choca muchísimo puesto que estoy acostumbrada a su manera dulce de hablar con todos.

En cuanto me ve, María alza la vista y me mira. Se supone que ahora es cuando le digo que descanse y que buenas noches, pero soy incapaz y me alejo sin decir nada. Siento como su mirada me persigue.

-

No volvemos a vernos hasta el viernes. Este día estoy algo más reservada con ella. Ella parece estar como siempre. De nuevo acaban las clases, de nuevo soy la última en salir y de nuevo María está junto a la puerta esperando. Salgo y al pasar por su lado me despido de ella. Escucho una risa falsa y me giro. María está de brazos cruzados mirándome con media sonrisa:

- ¿Hoy si que me saludas? - pregunta.

- Siempre te saludo. - respondo indignada. Se me da genial hacerme la tonta.

- No siempre. - añade.

- Pues que raro, juraría que siempre lo hago. Iría distraída. - lo único que consigo contestarle. Una respuesta patética, soy consciente.

- Ya. - es todo lo que María añade.

Me hago la tonta y ella sabe que me estoy haciendo la tonta y yo también lo sé pero aquí seguimos las dos como si nada. Finalmente tomo la iniciativa y me despido:

- Buenas noches María, que descanses.

- Buenas noches. Igualmente.

No es capaz de pronunciar mi nombre.

-

Siempre me gusta relajarme en casa los días previos a una gran actuación. Faltan unos 5 días para los Goya y decido disfrutar de un día para mi misma. Me hago la manicura, un poco de ejercicio, me pongo al día con los nuevos capítulos de las Kardashians...Viviendo mi mejor vida ahora mismo.

Después de comer me entra una llamada al teléfono. Número desconocido? Ignorar. Vuelvo a tumbarme en el sofá cuando el mismo número vuelve a llamar. Qué extraño. El número vuelve a llamar una tercera vez y decido cogerlo, parece urgente. Cuando la voz de María suena al otro lado de la línea me incorporo totalmente, como si pudiera verme a través de la pantalla.

- Hola soy María, de la academia de baile; una de las bailarinas de Rosalía, no sé si te acordarás, que ahora os estoy ayudando con la coreografía esta para los Goya... - se presenta incómoda. Me resulta tierno como añade tantos detalles por si no sé quien es, cuando desde el primer momento lo he sabido perfectamente.

- Sí, María. Claro que lo sé. ¿Ha pasado algo? - pregunto preocupada.

- Pues sí, la verdad es que sí. Perdona por llamarte pero es que es importante. - se disculpa María. Vale, ahora me estoy preocupando.

- No, tranquila no estaba haciendo nada. Pero, ¿Qué ha pasado? - me inclino sentada hacia delante, juntando mis rodillas; preparándome para algo grave.

- Es el bailarín principal, se ha lesionado. Nada grave pero... - No acaba la frase.

- Pero ¿Qué? - pregunto, sabiendo ya la respuesta.

- No podrá actuar este viernes. Hoy habíamos quedado para ensayar, él me pidió ayuda y yo accedí, y nada; se ha forzado demasiado y no puede apoyar el tobillo. Estamos esperando las radiografías. Vuestra profesora está de camino, para ver como solucionamos todo esto. - responde, suspirando.

- ¿En qué hospital estáis? - es todo lo que sale de mi boca.


-

Diagnóstico: rotura del ligamento cruzado. Maravilloso. Estará meses de baja y tendrá que hacer rehabilitación. Me abrazo a él mientras llora, somos muy conscientes de lo que significa una lesión de este tipo en un momento tan álgido de tu carrera. Nuestra profesora comienza a pensar en posibles soluciones de cara a la Gala. Puede parecer cruel, pero debemos ser profesionales y remediar esto cuanto antes. Todavía estamos en la sala de espera de Urgencias, cuando María vuelve de la cafetería comiéndose una Pantera rosa. Lo gracioso es que lleva otra en la mano.

- Perdón, cuando estoy nerviosa me da por comer. Y estas son mis favoritas. - nos comenta cuando llega hasta nosotros.

- La verdad es que están riquísimas. - contesto. María sonríe sorprendida. Parece que no esperaba que yo también tuviera buen gusto.

- Bueno chicas, centraros. Necesitamos solucionar esto ya. - nos corta la profesora.

- Yo había pensado que actuara ella sola durante la coreografía en pareja. - dice María mirándome.

- Si, creo que sería buena idea, podemos cambiar un poco la coreografía para que no se note que era en pareja. - añado.

- La coreografía no se toca. Chanel eres una excelente bailarina pero tenemos 4 días para solucionar esto, no da tiempo a cambiar nada. La coreografía se mantiene. - contesta la profesora.

El silencio se posa sobre nosotros. Durante unos minutos solo se oye el ruido de fondo, las pisadas de las enfermeras, el llanto de un bebé, como María retuerce el envoltorio de su Pantera rosa para guardárselo y tirarlo luego. La profesora comienza a gesticular y mirarnos.

- Ya sé lo que vamos a hacer. - contesta sonriendo. Todos la miramos expectantes. La mirada que intercambia con María me desconcierta un poco.

- No, no es buena idea. Lo siento, no creo que salga bien.... - comienza a decir María visiblemente nerviosa. Yo sigo sin entender nada.

- No estoy de acuerdo. Tu eres la creadora de la coreografía, por lo que te la sabes a la perfección. No haría falta que aparecieras durante el baile general, solo en la intervención en pareja. Piensa que es la parte más importante, no podemos fallar y contigo nos aseguramos el éxito.

La verdad se abre paso y me doy cuenta de lo que se está proponiendo: que María reemplace al bailarín y realice la coreografía en pareja conmigo. Conmigo. Las dos. QUÉ. Mis ojos se posan entre María y la profesora, sin dar crédito. María parece igual de aterrorizada que yo.

- Chicas, tenemos que sacar esto adelante y es la única forma. Mañana os quiero a las dos a las 9 de la mañana en la academia para empezar a ensayar la coreografía juntas. Ya sé que la sabéis a la perfección pero hay que trabajar también la actuación y la química.

Ninguna de las dos se atreve a rebatirle por lo que acabamos saliendo de Urgencias todos juntos, algunas sonriendo y otras atemorizadas.

Menos mal que iba a ser un día tranquilo.

El booty hypnotic del que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora