23. Sustituto

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Alexa

Me sentía impotente al estar atada. Había perdido el control de mi cuerpo y solo quedaba terminar de formar parte de aquella oscuridad que me rodeaba. Las lágrimas no paraban de caer. No sabía que podía tener tantas lágrimas, pero posiblemente no lloraba solo por lo que me ocurría en este momento, más bien era por todo. Mi madre que al fin la conocía, pero que nunca hubiera imaginado la forma en la cual lo había hecho, perder a mi familia adoptiva, verse mi sueño cumplir y esfumarse en un abrir y cerrar de ojos. Además de ver morir a mi mejor amiga sin poder haber hecho nada. Eso último había roto el molde en el que estaba siendo formada. Estaba destrozada y no podía unir sola los pedazos.

Sin embargo, algo bueno estaba ocurriendo o por lo menos eso pensaba porque a pesar de descubrir los planes de aquel espíritu que robaba mi lugar, no tenía forma de como advertirles a Aitor.

Se miró en el espejo. Comprobando el cuerpo en el que estaba como sacando a relucir todos sus defectos.

—No es el mejor, pero me valdrá —dijo para ella misma—. He tenido mejores, pero ya haré algunas mejoras —volvió a decir—. Puedo sentirte, sé que aún estás ahí, luchando para poder escapar, pero no lo harás, nadie lo ha logrado.

La rabia corrió por todo mi cuerpo. Empecé a temblar y luego, motivada por toda esa rabia, comencé a moverme de un lado a otro porque quería tanto salir de donde estaba como lanzarme al vacío como si de esa manera pudiera recuperar el control de mi cuerpo, pero nada. Solo conseguí cansarme.

Escuché el sonido de la puerta.

—¿Si?

—Soy Kiefer

Lo dejo pasar y si tuviera la oportunidad de lanzarme a golpearlo lo haría. No podía creer que me usara de esa manera. Él se quedó observando mi cuerpo como si me buscara algo que el espíritu del demonio había podido deducir.

—Parece que realmente la querías, lo puedo ver en tus ojos —comentó acercándose a él rodeándolo mientras dejaba su dedo índice apoyado en su hombro, era como si lo examinara.

No podía creer lo que había dicho, estaba claro que no me quería que solo había sido un instrumento para su malévolo propósito. El pensamiento de que Aitor tenía razón no salía de mi cabeza.

—Tuvo que ser duro tener que elegir entre tu padre y ella, pero no me importará hacerme pasar por tu novia tal y como habías deseado desde hace mucho.

—¿Qué pasa con Miguel? —preguntó desconfiado.

¡Canalla! ¿Cómo estaba considerando esa propuesta?

No podía creerlo, pero a estas alturas no sé como me sorprendo... Pero llegué a confiar en él. Me gustaría volver hacia atrás y que nada de esto estuviera pasando, sin embargo, solo era un deseo que no se me iba a cumplir.

—No te preocupes por él. Has demostrado más. ¿Qué me dices? —preguntó cuando estuvo frente a frente con su dedo índice en su barbilla.

Se le podía ver lo embobado que estaba y realmente no podía saber si se trataba de un hechizo del espíritu o me miraba de esa forma a mí, lo que quedaba de mí. En cualquier caso, poco valía para la traición que había hecho.

Él no desaprovechó la oportunidad que tenía y a modo de respuesta. Me besó, beso mis labios y yo sin poder reaccionar. Quería que se apartara, que dejarán de hacerme esto en contra de mi voluntad, pero mi cuerpo no respondía, no estaba sujeto a mis mandatos. Sin embargo, escuché una voz que se hacía eco en aquel mar de oscuridad.

Canta.

No sabía si había escuchado bien, ¿pero había oído que cantara? Solté una sonrisa burlona por mi situación. ¿Quién más podía burlarse de mí más que yo? Como si en esta situación quisiera cantar. Apenas podía concentrarme en las letras de alguna canción. Además, estaba sola. Nadie me había dicho esas palabras.

Canta.

Volví a escuchar aquella voz.

—¿Quién está ahí? —pregunté buscando con mi mirada, pero lo que encontré solo fue oscuridad.

Las cadenas se romperán.

¿Alguien me ayudaba? ¿Las cadenas se rompería? ¿Pero qué tenía que cantar? No entendía nada, ¿cómo iba una canción a romper las cadenas? Entonces, visualice a una niña jugando a la pelota, la cual se había ido lejos y fue en su busca. Al cogerla se quedó mirando una iglesia la cual cantaba una hermosa canción. Esa niña era yo, aquellas imágenes se trataban de un recuerdo de mi infancia. No sabía si tenía que cantar esa canción, pero no iba a perder nada y lo entendí cuando la cinta que impedía que hablara había desaparecido. Así que cante aquella canción, pero la emoción fue tan fuerte que lo siguiente que hice fue abofetear la mejilla de Kiefer. Tanto él como aquel ser se quedaron sorprendidos.

—¿Qué ha sido eso? —escuché a Kiefer preguntar.

Ella se alejó de él y sostuvo su mano.

—¿Ella sigue viva? —cuestionó con asombro y con un brillo en sus ojos.

—Será mejor que te marches —pidió.

Él se negó porque quería saber una respuesta; sin embargo, aquel espíritu no dudo en usar su poder para empujarlo hasta la salida y cerrar la puerta para impedir que él entrara. Segundos después se acercó al espejo.

—No te resistas, no vas a ganar —me advirtió en un gruñido, dejando ver aquella mirada desafiante, la cual no me dio ningún miedo, solo un gran deseo de obtener la victoria en esta terrible lucha.

☆《♡》☆

Estaban todos reunidos comiendo. Lo peor que había visto era a mi madre biológica junto al demonio que en su momento quería matarme.

—Lo que has hecho es imperdonable. ¿Cómo pretendías destruir a la única descendiente en la que podía volver? —gruñó aquel demonio.

—No es lo que parece. Recuerda la profecía. La misma descendiente es la que nos destruirá.

No todos podían ver aquel demonio, lo podía comprobar en las expresiones de cada rostro. No sabían con quién estaban hablando.

—Además, estaba Beatriz, podías usarla a ella.

—No seas dramático, y deja de apoyarte en supuestas profecías que posiblemente no sean ciertas.

—¿Y si lo es? El pacto con este pueblo se romperá —replicó.

Soltó una burla en forma de risa. Ella no podía creer en las palabras de aquel demonio que quería matarme y yo mucho menos, pero dada la situación en la que nos encontrábamos no podía darme el lujo de dudar, no ahora cuando al parecer mi linaje podía acabar con la maldición. ¿Pero como rayos lo tenía que hacer?

—¿Con quién hablas? —preguntó Miguel.

—Con el ser que debería poseerte —respondió como si nada, como si tras esas palabras se escondiera un plan macabro.

No me equivocaba porque Miguel empezó a toser como si se estuviera ahogando. Podía sentir como mis labios se curvaban en una sonrisa que posiblemente era diabólica. Cuando iban a socorrerlo, ella lo impidió, tan solo dejó que Miguel se desplomara en el suelo cuando no pudo más. No lo conocía bien y aunque formaba parte de esto, tal vez por ignorancia o porque sabía perfectamente lo que hacía, en mi interior no dejaba de sentir tristeza y pena por él.

Todos se quedaron horrorizados ante tal escena e incluido Kiefer quien no se lo podía creer. Había sido ella y yo estaba segura. Podía sentir la satisfacción que le había producido. El cuerpo inerte de Miguel podía producir escalofríos en todos los presentes.

—No vas a poseer a nadie.

Aquel demonio no dijo nada, tan solo desapareció muy cabreado por la situación.

—Kiefer tú ocuparás el lugar de Miguel —le susurró recordando la conversación que antes habían tenido.

Al parecer no supo que decir la sorpresa o quizás el miedo no le dejaron hablar, tan solo quedarse callado sin protestar.

*

¿Qué creen que pasará? ¿Qué opinan de Kiefer? ¿Alguna idea de lo que le gustaría que ocurriese? Me gustaría saber sus opiniones, no duden en comentar. ❤️

La Voz De Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora